Mi chico de las estrellas

3⋆.˚ En el mismo lugar

Me había acostumbrado a la recurrente ausencia de personas a mi alrededor y a despertar completamente sola. Era una cualidad que creció conmigo, una cualidad que parecía haberse apoderado de mis sueños. Tal vez porque todavía no comprendía lo que significa no sentirse realmente sola. Estaba demasiado cansada de pensar en eso y ahogarme en un profundo silencio, sin ganas de hablar, ya que no solía ser una buena idea. 

Pero ahora, en esta circunstancia, algo había cambiado.

La noche transcurrió con tranquilidad, Yen se mostró cálida y amable con Almond que ni siquiera me consultó si estaba de acuerdo con dormir, en la misma habitación, con él. Y sorpresivamente no tenía mucho que decir, la timidez de Almond influía en mi paciencia así que estaba derrotada. Además, ¿qué tan malo sería dormir en la misma habitación con un alienígena que me había propuesto ser su esposa?

Quería probar esa respuesta y resultó ser diferente a lo pensado.

Almond era sumamente caballeroso y tímido en cada decisión. Pero muy curioso. Sus enormes ojos miraron cada rincón de mi habitación, contempló mi refugio con entusiasmo y finalmente una sonrisa asomó de sus labios al ver el angosto librero cerca de la ventana. Parecía maravillado que no evitó caminar hacía él. Susurraba los nombres con sorpresa y tocaba cada uno con suma paciencia. Su delicadeza me sorprendió aún más que los latidos acelerados de mi corazón.

¿Qué está pasando?

—¿Te gusta leer? —pregunto, rompiendo ese incómodo silencio. Sus ojos brillan al mirarme

—Sí, leo mucho sobre astronomía, acción es mi género favorito. Pero ciertamente los libros de romance son impresionantes

—¿En qué sentido? 

—Te aceleran el corazón, te hacen soñar despierto y enamorarte de cada una de esas historias —instantáneamente se sonroja, esto es demasiado adorable—. Además, quería saber cómo debía demostrar mis sentimientos por ti 

Tranquilo, corazón, este no es el momento.

—Ah, bueno. No necesitas impresionarme, Almond

—¿No?, ¿eso no te enoja o te hará sentir triste? —confundida lo observó, sin entender a lo que se refería. Al menos que se haya llevado una mala impresión mía, imaginándome como la clásica chica que sin regalos ni cenas románticas no sería capaz de aceptar tu amor—. No deseo solo expresar mis sentimientos con palabras, realmente quiero demostrar lo que siento, Irina

Relamo mis labios, me siento tan inquieta.

—Eso es dulce de tu parte —susurro

Vuelve a sonreír y parece haber escuchado un enorme cumplido. ¿Cómo era posible que algo así lo pusiera tan contento?

—Entonces pasarás la noche aquí, pero mañana es necesario que vuelvas a tu casa, Almond —él asiente, triste y cabizbajo—. Puedes venir a visitarme si quieres, nos mantendremos en contacto

—¿Eso significa que te casarás conmigo?

—Wow, eso es muy pronto —rápidamente contestó—. Vayamos lento, ¿sí?

Emocionado asiente.

—Me basta con eso —sonríe

Empezaba a comprender la amabilidad de Yen hacía él. Bastaba con mirarlo para sentirte miserable por alzarle la voz o asustarlo. Almond no era el típico chico que esconde sus miedos. Lo imaginaba en su traje de doctor, envuelto en niños adorables que no dejaban de abrazarlo o sonreírle. Tal vez por eso amaba tanto a los niños, estaba hecho para eso.

—Dormirás en la cama improvisa de Yen y yo en la cama, pero si te sientes incómodo puedes dormir en mi cama y yo iré al sillón

—No es necesario, me sentiré cómodo durmiendo ahí. Estaré cerca de ti después de todo —se esconde tras sus dorados cabellos, y sus mejillas vuelven a teñirse de ese tierno color rosado—. ¿Hay alguna regla, Irina? —tímidamente pregunta

—¿Regla? No, no soy una gruñona que odia el silencio. Estoy acostumbrada a la música alegre de Yen y como verás, ella es un cariñoso oso andante. Así que tranquilo, solo descansa

Él asiente.

—Gracias —y vuelvo a ver ese brillo en su mirada

—Te traeré un par de cojines, así que acomódate

Huyo de ahí cuando sus inmensos ojos no se apartan de mí. 

Este chico definitivamente iba a matarme con su forma de ser. Había nacido para ser tierno y él podría conquistar el mundo apenas saludará. Era el verdadero significado de la palabra adorable en vida. Y Almond parecía no notarlo. 

Realmente necesitaba un respiro y tranquilizar a mi inquieto corazón, pero creo que alejarme de su intenso resplandor sería una opción inevitable está noche. Podría llamarlo de ahora en adelante Hadita, como Tinker Bell. Gracioso, delicado y pequeño o compararlo con un dulce conejo. Aunque la altura de Almond tampoco era un engaño. 

¿En qué estoy pensando? ¡Ese no es el punto!

Vuelvo a respirar mientras me limito a sacudir los cojines del sillón con una paciencia que solo busca demorar más el momento de entrar a esa habitación y volver a verlo. Esto es tan frustrante. Ya no era una chiquilla que soñaba con el amor y el vivieron felices para siempre, todo había sido diferente en los últimos años. Y probablemente por eso me sentía tan impaciente.

Se estaba volviendo un sentimiento sobrenatural.

De regreso a la habitación veo al adorable alienígena sentado sobre la cama improvisada de Yen, hojea uno de mis mayores tesoros, Frankenstein, y sonríe concentrado en la lectura. Hasta este punto no me atrevo a interrumpir su completa atención en la historia, la escena es demasiado única y verlo fruncir el ceño mientras emite un leve jadeo provoca un extraño cosquilleo en mi pecho. ¿Qué es esto? 

Mi mente se encuentra desordenada por tantos pensamientos.

Y de repente mi pequeña burbuja se rompe cuando bajo el umbral de la puerta me halla de pie, mirándolo con atención.

—Tardaste un poco, Irina —sonríe—. Estaba leyendo este clásico, ¡es sorprendente! 

—Te entiendo, es una de mis obras favoritas




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.