꒰ Inea ꒱
—Creo que tu querido alienígena es muy tierno, demasiado inocente para mi gusto —Max se mueve con elegancia entre la gente que abarrota la plaza—. ¿Ya aceptaste su propuesta? —pregunta
Miro alrededor y la música hace bailar a un grupo de curiosos que estaban dispuestos a ganar un premio. Recuerdo haber estado interesada con eso durante mi niñez, recordaba ver los videos que publicaban en redes sociales de concursos de bailes donde el primer lugar se llevaba un electrodoméstico o un pequeño cheque. Era gracioso y al mismo tiempo desconocido.
Eso no era algo para una señorita que debía resaltar por su talento, gracia y belleza. Al menos ese no era mi pensamiento.
—Aún no
—¿Por qué no? —se detiene y Mayonesa, dentro de su bolso para gatos, gruñe molesto
—Porque es demasiado rápido. Recién estamos conociéndonos
—Pero están destinados a estar juntos
—Wow, que romántico —refunfuño—. ¿Ahora eres una especie de cupido?
—Siempre lo he sido, además, Yen y yo deseamos verte feliz. ¿Qué hay de malo en eso?, ¿siempre vas a ser la chica solitaria que trabaja, lleva a su gato al veterinario para sus vacunas de rutina y vuelve a casa a renegar con los programas de televisión? No, no. No dejaré que seas como mi tía
—¿Tienes una tía así? —él asiente y me sorprende la facilidad con la que ignora a las eufóricas personas a nuestro alrededor—. No debe agradarte mucho
—Bueno ella no me odia por ser gay, me odia porque soy mucho más hermoso que su hijo —sonríe sumamente orgulloso—. ¿Cuándo se volverán a ver?
—Mañana vendrá a conocer a los hijos de Yen
—¿Quiere el visto bueno de toda tu familia adoptiva? —inquiere y sé que ahora hay un toque coqueto en su expresión
—Omitiré esta pregunta, ¿de acuerdo?
—¿Por qué? ¡No me dejes con la curiosidad! ¿Sabes acaso cuánto me cuesta dormir con esta especie de duda?
Avanzo e ignoro su minuciosa mirada.
A Max no se le escapaba ningún chisme, sobre todo, si eso comprometía mi vida amorosa. Digamos que mi querido jefe era fan número uno del romance y las historias de amor siempre lograban ser su debilidad. Y, aunque su mayor deseo era ser completamente feliz junto a una persona que sanará sus heridas del pasado, estaba más interesado en que me casará.
Y es que la llegada de Almond había alterado parte de sus objetivos.
—¿Acaso no piensas darle una respuesta en algún momento?
—Probablemente —susurro—. Concéntrate. Necesitamos un taxi
—Yo necesito tu respuesta
—Y yo darme un baño pronto, ¿tanto te cuesta quedarte con la duda?
Él suspira y parece haber perdido la paciencia.
Con los brazos cruzados se detiene a mi lado y mira expectante la carretera. Sé que el motivo de su repentino silencio es que desea inferir en mi decisión de no darle ninguna respuesta.
Pero no era momento de pensar en algo así.
No cuando tenía el corazón completamente acelerado. Porque las palabras de Almond llegaban a quedar impregnadas en mi memoria, como una canción que se repite cuando estás en silencio y que necesitas para sentirte mejor. Parecía que el adorable alienígena ocupaba la mayor parte de mis pensamientos. ¿Eso podría ser una señal buena o inquietante?
¡Deja de ver lo negativo!
Con el regaño callando mis dudas, me concentro en mantener la compostura y no me muevo de mi lugar. Eso a pesar de la profunda mirada de Max.
—¿Qué?, ¿ahora qué?
—¿Realmente no piensas aceptar su propuesta? —pregunta y siento que su curiosidad ahora es un singular momento de reflexión—. No pienses en el pasado, concéntrate en el futuro. Eso dijo mi psicólogo y mírame ahora, estoy pensando en mi futuro. En enamorarme de alguien que no rompa mi corazón en mil pedazos y con quien pueda tener una familia, así sea pequeña o conformada por mascotas, quiero no sentirme solo. Pero esa es mi visión del futuro, Irina. ¿Ya pensaste en el tuyo?
—No —susurro—. Probablemente no soy buena pensando en el futuro
—O es que no quieres pensar en el futuro
—Tal vez tengas razón
Él sonríe, satisfecho.
—Entonces piensa en tu futuro. ¿Qué es lo que más deseas?
—Por ahora un taxi —contesto, logrando sacarle una carcajada—. Y por lo demás, creo que necesito tomarme un tiempo para saberlo
Pero realmente mentía.
Había logrado que Mayonesa dejará de estar molesto conmigo y eso significaba darle una enorme cantidad de paté como cena para que dejará de mirarme como si fuera su próxima víctima. ¿Pero qué más podía pedir?
Adoraba a este gato y Yen lo había consentido más de lo normal.
Nuestro primer encuentro fue inusual. Digamos que esa fue la primera vez que un callejón oscuro se convirtió en un lugar cálido y liberador.
Yo simplemente huía de mi realidad, estaba asustada, hambrienta y cansada que esconderme en ese callejón olvidado fue la mejor idea que pude haber tenido. Tal vez porque mi única intención era pensar con claridad en mi propio futuro. Entonces un suave maullido llamó mi atención, un pequeño, sucio y adorable gato se había posado a mi lado para simplemente lamer sus patas con gracia.
Quedé fascinada, fue como una especie de consuelo. Mientras contemplaba a mi felino amigo, olvidaba poco a poco mi tristeza y cuando amaneció, con él durmiendo en mis brazos, tomé finalmente una decisión. Así mi nueva vida comenzó de la forma más inesperada.
Pero ya habían pasado varios años y todavía existían cosas que eran difíciles de olvidar.
—¿Sigue enojado contigo? —la suave voz de Almond se oye en el altavoz, curioso y entretenido por la personalidad de Mayonesa. Y, además, por la singular historia del por qué mi gato seguía enfadado conmigo