Mi chico de las estrellas

10⋆.˚ Hermosa y deslumbrante

꒰ Almond ꒱

El día que mis antenas vibraron, sentí que estaba dentro de un sueño. Desperté temprano con el pecho agitado y ante mí un sinfín de luces comenzaron a guiarme, y era el único que podía verlas. Mi mundo giraba y las horas del reloj se detenían lentamente mientras me apresuraba a su encuentro. Era de alguna manera gratificante que algo tan simple y preciado me ocurriera a mí, un extraño entre tanta gente. Tal vez porque había pasado largas horas pensando en quién sería, dónde estaría, cuáles eran sus miedos, en qué pensaba la mayoría del tiempo.

Aún más, cuando cerraba los ojos la imaginaba, aunque no supiera realmente sobre ella.

Yo había llegado a este planeta con la apariencia de un niño y el alma de un aventurero. Pase largos años de mi vida mirando el universo, grabando cada rincón a mil años luz, escuchando el silencio de la galaxia y preguntándome a dónde iríamos en realidad, dónde sería el final de nuestro inesperado viaje. Y al llegar aquí, a este afable mundo, dejé de sentirme asustado. Intenté comprender la razón, en realidad no tenía una respuesta clara en ese entonces hasta que tomé un autobús y corrí largas calles para encontrarla.

Irina era la razón por la cual me sentía a salvo.

Ella abrió aquella puerta y rápidamente caí a sus pies. Sus ojos curiosos, su suave voz, el tono de su risa y la gracia con la cual caminaba, quedé embelesado con tan solo mirarla. Sin embargo, parado ante ella temblé y no deje de temblar, ansioso y sobrecargado por el entusiasmo de que finalmente la había encontrado.

La encontré a ella, el centro de mi universo.

Y, aunque he delirado sobre mi propio miedo de ir demasiado rápido, de asustarla y alejarla, Irina no me apartaba. Fue así que pude descubrir pequeñas cosas sobre ella, detalles que resaltan en cada una de sus expresiones. Como su amor por la repostería, que le gustan los libros de fantasía por la repisa donde los guardaba, la curiosidad de niña que intentaba ocultar o el dolor que sus ojos transmitían cuando se perdía en sus viejos recuerdos. Cosas simples que estrujaron mi corazón.

Sabía que alguien había marcado su memoria de dolor y tristeza, ¿quién sería tan cruel para hacerlo?

Ella me respondió un día, me confió parte de su secreto y las estrellas de mi universo comenzaron a brillar aún más. Era poco tiempo, lo sé. Nos conocimos recientemente, pero para mí era como una vida entera. Algo que no podía describir con simples palabras.

Ansioso me detengo, aparto mis pensamientos y la veo entrar al comedor mientras sus rojas mejillas sobresalen bajo esa tímida mirada.

Irina llevaba un tierno vestido azul, casi como el cielo de noche, su corto cabello se movía con cada uno de sus movimientos y una pequeña pulsera plateada adornaba con gracia su muñeca. Resplandecía, ella realmente brillaba como la luna. Ella se veía tan hermosa.

Se detiene ante mí y sonríe.

—¿Qué tal me veo? —pregunta

—Deslumbrante —contestó embelesado—. Digo, te ves hermosa, Irina. ¿Yen te obligo a usar vestido? —titubeo

—Digamos que sí. Y gracias

Ahí iba de nuevo, adormeciendo mi corazón con su suave voz.

—¿Debo ayudar en algo más? Siento que Yen no quiere que me mueva de este sillón

—Eso es porque eres su invitado —sonríe

—¿Eso es bueno?

—Por supuesto —ríe—. Significa que debes esperar, ella no quiere que por nada del mundo descubras su receta secreta. Ni siquiera sus hijos lo saben

—Oh, entonces realmente es una receta secreta —murmuró en voz baja—. ¿Quieres sentarte conmigo a charlar mientras esperamos el almuerzo?

Me regala un cálido movimiento de cabeza.

—¿De qué te gustaría hablar exactamente, Almond?

—Sobre tu gato, ¿él está bien? —realmente no quería hablar sobre eso—. Dijiste que estaba enojado contigo, espero que ahora ya no lo esté

—No, ya no está enojado, pero...

—¿Pasó algo?

—Tuve que sobornar a Mayonesa con una gran suma de paté

—Al menos evitaste que te arañará ¿no?

—Tal vez —susurra—. Mayonesa es terco, aún así es inevitable no adorarlo

Mire el suave movimiento de sus labios cuando se detuvo, se alzaron en una preciosa y tímida sonrisa. Sabía lo que significaba, estaba acordándose de su gato. Algo que definitivamente debía recordar, que si algún buen pensamiento llegaba de repente a su memoria ella sonreía. Fuera tan divino o no, Irina se sentiría feliz.

De alguna u otra forma a ella le costaba pensar en el pasado, en las cosas que la habían quebrado y en quienes parecían convertirse en pesadillas. Por eso Irina necesitaba tener buenos recuerdos, cosas simples que no la asustarán y personas que pudieran amarla. Porque ¿quién se atrevería a ignorar esa luz que irradiaba a través de ella?, ¿quién no podría ver lo maravillosa que es?

Sentado aquí, a su lado, mis dedos pican por acariciar sus mejillas.

—Irina —la llamó con suavidad— quiero darte algo

—Oh, ¿un abrazo?

Niego sin poder ocultar mi sonrisa.

—No, es otra cosa

—¿Te refieres a un regalo? —asiento—. No debiste hacerlo

Rebuscando la pequeña caja de terciopelo en mi bolsillo tomó un profundo respiro, no quiero enredarme en mis propias palabras ni alejarla. Quiero que esto sea uno de los tantos tesoros que Irina llevará sobre su piel, como un símbolo de lo que significaba para mí.

Porque practiqué las palabras correctas en medio de mi habitación escuchando la risa adormecida de mi madre en el pasillo.

Solo dilo, me di valor.

—Para ti —ella miró el pequeño obsequio en mis manos y guardo un inexplicable silencio—. Es un collar, con un dije de la luna. Tú eres la luna y yo soy esa pequeña estrella. Te seguiré a donde quiera que vayas y me aseguraré de cuidarte

—¿Yo soy la luna para ti?

—Sí, hermosa, cautivadora y brillante

Irina ríe mientras sus dedos tibios acarician el collar.

—Gracias —susurra—. No tenías que darme algo tan hermoso, además, yo no tengo nada para ti. Lo siento, esto es inesperado




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