Mi chico de las estrellas

11⋆.˚ Eterno

꒰ Almond ꒱

—Creo que los hijos de Yen son idénticos a ella. Irradian esa extraña manía por hablar sin parar

Irina se mueve en su lugar mientras una dulce carcajada acompaña su respuesta.

—No eres el único que lo nota, yo tengo que verlo diariamente. Incluso hay momentos en que me pregunto si son sus hermanos en realidad

—Es curioso, pensé lo mismo —comentó y ella inmediatamente sonríe—. Pero fue una tarde muy agradable, además, la receta secreta de Yen logró sorprenderme

—Te lo dije

Y en silencio la admiro.

Estamos de pie, observando la desolada calle mientras las luces de los faroles comienzan a encenderse. El viento es tibio y parece que la noche será llenada por un cielo despejado, cubierto de estrellas y esa hermosa luna. Y quiero que las horas pasen lentamente para poder seguir aquí, a su lado, rodeado por este inusual calor.

Sorprendentemente he averiguado que la familia de Yen aprecia de una manera única a Irina. Cada detalle me demostró que ella estaba a salvo, en un lugar donde no se atreverían a romperle el corazón ni a crear malos recuerdos. El ambiente en sí es cálido y hay una frecuente manía por saber todo sobre ella, hasta el más mínimo detalle. Y, aunque sonará agobiante, la escuchaban con atención y le daban tiempo. Lo suficiente para abrir su corazón y confiar. Eso era algo que definitivamente Irina necesitaba.

Es lo que yo también deseo hacer.

Su sonrisa se alza brillante y enternecida cuando mira el cielo. Hay pequeños destellos, diminutas estrellas que parpadean y captan por completo su atención. Si tan solo ella supiera que brilla de la misma manera que cada una de las lejanas constelaciones.

—Mañana hará mucho calor —comenta—. Te sonará extraño, pero me gustaría ir a la playa en cualquier momento. Jugar con la arena y encontrar conchas de mar

—Suena a una oportunidad grande para tener una cita formal y ayudarte a construir un castillo de arena

Irina me observa, sonrojada y tímida.

—¿Me estás proponiendo tener una cita?

—Por supuesto, ¿fui demasiado informal? —ella niega

—Para nada, en realidad fue adorable

Siento las piernas temblorosas y el corazón acelerado. Ella es la causa de cada una de estás reacciones.

—Gracias por ese cumplido —susurro—. Entonces ¿cuándo te gustaría que tuviéramos nuestra primera cita? Porque los fines de semana son una gran opción

—Revisaré mi agenda —bromea

—Haré lo mismo, señorita

Me regala una suave carcajada y entrelaza sus manos mientras continúa mirando el cielo.

—Almond ¿puedo confiarte un secreto?

—Sí, prometo guardar cualquier secreto de tu parte

—No es un secreto oscuro ni tampoco malo —dice ella, tranquilizando mi nerviosismo—. Es más como un deseo

—¿Quieres un enorme pote de helado como cena?

—No, Yen se enojará si me resfrío —responde—. La cosa es que deseo ver a una persona. Llevo muchos años sin verlo y cada día que pasa es más grande mi secreto —sonríe melancólicamente

—¿Puedo ayudarte a cumplir ese deseo?

—Tal vez —duda—. No te preocupes, no tienes que hacerlo en realidad. Pero realmente quiero que lo conozcas. Hablo de mi hermano, él es todo para mí y, aunque parezca infantil, lo extraño demasiado

—Oh, ya veo —mis manos tiemblan cuando siento esas inmensas ganas de abrazarla—. No te enfades conmigo por preguntar, será atrevido, es solo que... ¿Por qué no lo has visto en estos años?

—Porque tengo miedo

—¿Miedo?, ¿de qué?

Irina suelta un pesado suspiro y sus ojos se llenan de tristeza. Aún mira el cielo despejado, aún sostiene sus manos, aún me estremece que lentamente se quiebre. Entonces solo me dejo llevar por las ganas de consolarla. Aprieto con suavidad su hombro y ella, decaída, asiente.

Estoy pidiendo que continúe.

—Tengo miedo de arruinar todo y alejarlo. De que probablemente me odie, de que tal vez esté decepcionado de mí... De que me haya olvidado

—No creo que se haya olvidado de ti

—¿Cómo estás tan seguro? —pregunta y mi deseo crece. Esas inmensas ganas de tenerla más cerca, oler su aroma, acariciar su piel, simplemente es imposible evitarlo. Y me pierdo en mis pensamientos, con ese creciendo deseo

—Porque sería un tonto si decidiera olvidarte

—Eso suena bien

Recuesta su cabeza en mi hombro y guarda silencio. Y estoy completamente seguro que esto es aún más reconfortante que las palabras.

Solo un momento más así, por favor.

Miró con atención el inmenso librero, repaso los libros y sigo leyendo cada título, una y otra vez, porque estoy demasiado perdido en mis pensamientos como para concentrarme en otra cosa.

Es evidente el nombre de la persona que me tiene así, con una sonrisa boba y el corazón acelerado. Aunque fue un simple roce, un pequeño gesto, con el pasar de los minutos se convirtió en algo indescriptible. Irina hacía que cada detalle fuera la más bella experiencia. Sentía que estábamos en un laberinto, atrapados y confundidos. Y mientras más avanzamos, más cerca estaba de ella y de su corazón.

Después de tanto imaginarlo, lo había conseguido y entendía a la perfección las palabras de mi madre. De cómo algo tan precioso podía tenerme de rodillas, adormecido por cada sensación.

—¿En qué tanto piensas? —mi padre sonríe entrando a mi habitación—. Llevas media hora mirando ese librero, ¿no te decides qué leer o simplemente no puedes dejar de pensar en ella?

Él intuía cada uno de mis gestos. En realidad, ya le había contado sobre Irina porque no podía evitar quedarme callado cuando quería que el mundo supiera quién era ella ahora para mí. Describí cada uno de sus gestos, desde los más pequeños detalles escondidos en su rostro hasta el brillo de su mirada cuando resalta la timidez.




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