Prólogo

A veces nuestras vidas son una total pesadilla, donde quiera que miremos siempre va a ver oscuridad. Cuando vemos un rayo de luz no queremos perderlo y nuestras esperanzas vuelven, al menos por unos instantes.

Pues así era mi vida, una pesadilla, rodeada de soledad y sufrimiento. Mi rayo de luz era Lucas, mi novio, un chico dulce, detallista. De los tres años que llevábamos juntos, no nos habíamos separado ni un solo segundo, teníamos un gran apego el uno por el otro. Las personas decían que era un amor enfermizo y yo estaba tan ciega que no le hacía caso a nadie, es que lo amaba tanto, siempre se lo decía y aunque el no me lo había dicho yo sabía que lo hacía, o al menos eso creía hasta que todo sucedió.

Pero a veces llega una persona a nuestras vidas que te pone el mundo al revés, que siempre te mete en problemas, que tiene unos ojos que te hipnotizan hasta hacerte perder la cabeza. Pero que te hace ver que ahí no es donde debes estar, que mereces más de lo que imaginas y ese era él. Mi Chico de Ojos Grises