Mi deseo de Navidad

CAPITULO 3

Al día siguiente amanecí con migraña, estaba mal, había tenido una pésima noche.

No paré de llorar, muchas cosas negativas pasaron por mi mente, pero estaba agradecida con Dios de que Erick haya salido victorioso de todo ese mal momento que vivió. Estaba agradecida de que todas mis oraciones hayan surtido efecto hasta ahora, recé siempre porque volviera a mí y ahí estaba fuerte, sano y vivo.

Alcancé a cepillarme rápidamente para buscar en mi cartera algún medicamento, siento que la cabeza me va a estallar, pero no encuentro nada. Tomo algo de dinero y me visto con algo rápido para salir a comprar en la farmacia más cercana.

Cuando salgo del cuarto noto que Erick está con su pijama y haciendo café.

—Hola Erick, buenos días, no fuiste a trabajar—logro decir apenas audible.

—También tengo mi día libre, soy un mortal que también descansa—cuando sirve dos tazas de café gira sobre sus talones para entregarme la mía y enseguida pregunta—: ¿Te sientes mal?

—Es solo la migraña, no te preocupes—agarro la taza de café que había extendido en mi dirección, pero rápidamente la arrebata de mis manos.

—Será mejor que no la tomes, ya te busco algún medicamento, ve a acostarte, no tienes buena cara.

Le hago caso porque no tengo ganas ni de hablar, me acuesto y es peor, a los pocos minutos aparecer Erick con una taza y el medicamento.

—Te hice un té de manzanilla para que te relaje un poco y, tómate esta pastilla hará que desaparezca el dolor pronto. También te traeré el desayuno, no puedes estar sin comer, ya vuelvo.

—Está bien, gracias.

Ver todas las atenciones de Erick me conmueve el corazón e inevitablemente las lágrimas salen por si solas, siempre añoré esto, siempre quise estar con él. Cuando me pasaba esto o estaba por bajar mi periodo Fabio solo se iba y me dejaba sola, no le importaba en lo más mínimo si me pasaba algo, no es que deseara que me prestara atención, pero se suponía que al menos debía existir un cariño, también fui amiga de Fabio y no puedo entender porque me trató tan mal desde hace unos años.

En cambio… Erick lo es todo para mí y con todo esto comprendo que él era el indicado siempre y, el único hombre al que siempre iba amar.

Cuando Erick vuelve y me ve así, deja a un lado la bandeja con comida y de forma cariñosa me toca el cabello.

—Deja de pensar tantos ojitos lindos, ya todo pasó y quedó donde debe estar… en el pasado. ¿Te duele mucho?

—Ya no duele tanto…

—Me alegra escuchar eso, ahora será mejor que comas algo y luego descanses, yo no me iré, pero si deseas estar sola te daré tu espacio.

—No quiero que me dejes sola nunca más, no deseo sentirme así nuevamente, Erick…

Hago una mueca de dolor, rápidamente Erick me envuelve entre sus brazos y masajea un poco mi sien con una de sus enormes manos, el latir de su corazón es música para mis oídos, está latiendo fuerte y rápido y quiero quedarme justo así.

No sé en qué momento me quedé dormida, pero despierto y estoy envuelta en unos fuertes brazos y un pecho cálido que me invita a quedarme así por más tiempo, me remuevo un poco y Erick solo me aprieta un poco más contra él, entonces susurra en mi oído:

—¿Ya te sientes mejor?

—Sí, por mucho.

—Qué bueno escuchar eso, pero me preocupa que te sientas tan mal, la migraña te ataca bien fuerte y es de tomar precauciones. Promete que cuando te sientas así me llamaras.

—Está bien, lo prometo. Me pasas el desayuno que ahora será mi almuerzo y que preparaste para mí.

—Claro que sí hermosa, me alegra que tengas apetito, te calentaré la comida ya regreso.

Erick deja un rápido beso en mi frente y se marcha con la bandeja de comida, todo se siente tan familiar, como si nunca lo hubiera dejado de ver, como si hubiera estado conmigo siempre.

—Te traje la comida y solo la calenté un poco, sé que no te gusta demasiado caliente.

—No lo olvidaste.

—Jamás olvidaría algo que tenga que ver contigo Liv—sonrío como una tonta, pero después me atraganto con lo que escucho—. Ya no quiero seguir el juego y fingir que solo eres una amiga, sabes que siempre lo has sido, pero todavía te veo como algo más, todavía te veo como mi novia con la que nunca rompí y con la que quiero quedarme hasta el fin de mis días. Ya no quiero seguir extrañándote y deseando poder tenerte entre mis brazos, eres una mujer libre, una mujer tan hermosa que me roba el aliento cada vez que la veo, una mujer que quedó tatuada en mi piel, grabada en mi mente y que se adueñó de mi corazón totalmente. Ya no quiero sentirme vacío y solo de nuevo por mis malas decisiones, ambos erramos, pero podemos retomarlo y recuperar el tiempo perdido—junta su frente con la mía—. Te amo Livi y no quiero perderte de vista nunca más.

Es inevitable para mí no tocar su hermoso rostro y mucho más inevitable no perderme en sus bellos ojos dorados.

—También te amo Erick, nunca dejé de hacerlo.

Acaricio su suave mejilla y él envuelve mi mano con la suya, deposita un cálido y casto beso en el dorso de mi mano y eso hace que mi corazón se acelere hasta mas no poder. Tira suavemente de mi mano para acercarme a él y dice:

—Deseo besarte, pero no quiero abusar del momento y…

Soy yo quien da el primer paso, y le doy un pico en los labios, pero inconforme con eso me toma de la nuca y profundiza el beso, lo hace lento, pero siento su pasión, siento demasiado en estos momentos. Yo no puedo quedarme atrás y enrollo mis brazos alrededor de su cuello, estoy nublada por lo que me hace sentir, su manera de tocarme despierta muchos deseos dentro de mi y no quiero que pare.

—Liv, espera—hago caso omiso a su petición y continúo besándolo hasta que desciendo a su cuello—. Mierda, Liv…

Me separa de su cuerpo rápidamente y se levanta de la cama, pasa su mano con frustración por el cabello y entonces me mira sin decir nada. No puedo con la vergüenza, seguro tocó algo que no le gustó, es que a decir verdad estoy algo flácida y más delgada de lo que soy realmente.




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