El mes pasó volando y mis cortas vacaciones habían llegado a su fin.
Estaba arreglándome para ir al trabajo cuando Erick llegó por mí.
—Hermosa, vine para llevarte al trabajo.
—Lo sé amor, solo dame un momento.
—Cariño sé que no es el momento, pero quiero saber si pensaste en emprender o hacer algo que te guste.
—Lo pensé, pero aún no lo sé. No puedo irme como si nada del trabajo y…
Erick me ayuda a colocarme los zapatos y entonces lo escucho decir:
—Sabes que cuentas conmigo y tienes mi apoyo.
—Tomaré una decisión lo prometo.
Dejo un beso en la mejilla de Erick, lo tomo de la mano y salimos juntos de la casa. Mi amor me deja en mi trabajo y nos despedimos, no me gusta estar sin él, pero ambos debemos trabajar.
Mi tiempo en el trabajo transcurre pesado, el ambiente laboral está horrible y estamos cargados como nunca. Me siento muy estresada y Erick no para de escribir y preguntar si ya almorcé, le contesto y le digo que no, no pasan muchos minutos cuando Erick explota y sí, tiene razón, se preocupa por mí.
No me di cuenta de la hora y son casi las cuatro de la tarde, con razón me está doliendo la cabeza, pero tampoco tengo hambre.
Me tomo una pastilla, me recuesto en la silla y espero que se me pase un poco. Mi teléfono no para de sonar así que contesto.
—Amor, ¿en qué piso estás?
—E-en el cuarto…
—¿Te sientes bien?
—Solo tengo migraña.
—¡Maldición Liv!, ¿por qué no me dices nada?, ya voy.
Cuelgo el teléfono y enseguida tengo a mi jefe molesto dentro del cubículo.
—Olivia… ¿es así como trabajas?
—Señor… solo necesito un respiro, me duele…
No me deja terminar de hablar cuando dice:
—¡Me importa un pepino como te sientas! Solo quiero que trabajes y dejes de holgazanear, aquí todos creen que pueden hacer lo que les da la gana. ¡Ya me tienen harto! —los gritos de mi jefe no ayudaban en nada y mi dolor se hacía más intenso—. Sino te pones a trabajar ahora… considérate fuera de la empresa.
—Señor…—ya casi no podía hablar.
—Entonces que se quede fuera de esta empresa explotadora e inconsciente, ¿no ve que se siente mal de verdad?
Así no volteara a verlo sabía que esa voz le pertenecía a Erick. Mi jefe seguía hablando y maldiciendo y yo solo podía ver un poco borroso a mi hombre. Me sentía horrible, mareada, con ganas de vomitar y estaba sudando frío, más el intenso dolor que sentía solo me quitaba las fuerzas.
—Cariño nos iremos. No puedo solo dejarte aquí sintiéndote así—asentí, me sentía demasiado mal.
Erick me llevaba en brazos, no me importaba lo que dijeran o se rumora de mí, siempre fui buena trabajadora, colaboradora y estuve ahí en los momentos donde había poco personal. Fui puntual, nunca falté, pero supongo que es hora de seguir mi camino y no aguantar este tipo de tratos cuando no puedo continuar con mi trabajo.
Llegamos al auto rápidamente y todo lo que sentí fue el asiento debajo de mí, me quedé dormida.
Cuando desperté, el cuarto estaba oscuro con la lámpara de al lado encendida, me sentía agotada y quería seguir durmiendo. Veo la hora y son casi las ocho de la noche, Erick debe estar por llegar.
Me levanto de la cama con pesadez y camino a la cocina, me levo un susto de muerte al verlo.
—Pensé que estabas en el trabajo.
—No iba a dejarte sola. Ven, siéntate, te preparé sopa.
—Gracias amor, huele delicioso.
—Espero te guste—Erick se sirve un plato también y me acompaña, de pronto rompe el silencio—. Espero que mañana no vayas a trabajar.
—No estaba pensando en volver.
—Eso me alegra, no te preocupes por nada. Ahora solo quiero que estes bien.
Esa noche dormimos más abrazados de lo habitual, Erick no pasó buena noche pendiente de mí y me sentía apenada con él.
Para compensarlo me levanté temprano, tenía mejor semblante y ánimo, así que preparé el desayuno.
Cuando Erick despertó deseaba más mi cuerpo que cualquier otra cosa, así que accedí porque también deseaba estar con él. Nos traíamos tantas ganas que no pudimos aguantar y llegar al cuarto, lo hicimos en la cocina y luego en la sala. Se sentía tan bien estar así con él.
Así habían transcurrido dos meses, estábamos en noviembre, los preparativos de la boda aún no habían comenzado, me sentía estresada porque me había animado a abrir una pequeña pastelería y justo hoy es la inauguración y estoy muy nerviosa.
Erick me mira sonriente y me da seguridad, dice que todo va a salir bien y que cuento con él. Erick hoy se encuentra libre y se ve adorable con el delantal rosa, estará ayudándome a atender mesas.
Cuando inauguramos muy pocas personas estaban afuera, eso me entristeció, pero conforme fueron pasando las horas cada vez llegaba mas gente y muy buenos comentarios se escuchaban de cada cup cake y pastel.
Sentía que todo estaba donde debía, que haberme retirado de mi trabajo y por un tiempo depender de Erick no me gustaba, pero debía esforzarme por un futuro juntos, tener algo que sea nuestro por muy pequeño que fuese eso me haría feliz, ya no dependía de un jefe gruñón, podía descansar un poco para luego ponerme manos a la obra y no sentirme molesta con el tipo de vida que estaba llevando.
Cuando cerramos la tienda Erick me felicitó y me hizo entrega de un gas pimienta, sabía un poco de defensa personal ya que mi amor me dijo que sería bueno aprender a defenderme. Igual confiaba en el sistema de seguridad que habíamos colocado en la pastelería y los días que Erick no pudiera estar me iba a monitorear para asegurarse de que estoy bien.
Por otra parte, estoy muy triste y desanimada, tengo la ilusión cada día de poder embarazarme y no sucede, lo he hablado con Erick y dice que lo mejor será ponernos en control, no sabe si debido al cáncer pudo afectar en algo y yo no sé si estoy en condición de poder tener un bebé, así que agendamos una cita.
Los días transcurrían con normalidad en la pastelería y pocas veces me sentía observada, pero creo que ya estaba paranoica.
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Editado: 07.01.2025