Mi deseo de Navidad

CAPITULO 8

El tiempo no nos daba tregua, los días se iban súper rápido y ya estábamos en diciembre. Estaba full trabajo, nos hicieron pedido de cien canoles, cup cake, alfajores, mini cake, tartaletas, en fin. Mi madre había venido a visitarnos y agradecía tener muchas manos ayudándome.

Necesitaba un respiro, los pies estaban matándome, los tenía hinchados y se me estaban acalambrando las piernas.

—Amor, ¿estás bien?

—Sí, cuando terminemos de decorar estos cien cup cakes y los vengan a buscar podré descansar.

—Amor te has esforzado mucho, estoy orgulloso, pero es mejor si te sientas. Yo continúo y tu mamá es muy buena decorando también.

—Sí hija, te ves terriblemente agotada—expresa mi madre—. Cuando venga tu papá que te lleve a casa.

Mi padre llegó a los quince minutos y a regaña dientes me fui con él. Dijo que volvería pronto, iría a buscar a mi madre y a Erick.

Yo solo tomé una ducha caliente rápida y me metí a la cama. Escuchaba sonidos y me quedé tranquila, pero esos sonidos con el pasar de los minutos ya eran extraños y con cuidado salí de la habitación, pude ver a Fabio un poco mal vestido tomando jugo de la nevera.

Sentí el miedo recorrerme entera, pero caminé de regreso a la habitación sin hacer el mayor ruido posible y le marqué a Erick.

—Mi amor ya vamos de regreso, sé que me extrañas…

No lo terminé dejar de hablar.

—Erick… Fabio está en la casa, no se cómo entró, pero está dentro y tengo miedo.

—Amor cálmate, ya estoy llegando. ¿Dónde estás?

—En nuestra habitación.

—Sal de allí, crees que tengas oportunidad de salir de la casa o…

Dejé de prestar atención a lo que me decía Erick porque tenía a Fabio detrás de mí. Se nota que no ha tenido una buena vida y está tomado.

—¡Oh si! aquí está la perita de mi esposa, la que me dejó para abrirle las piernas a mi hermano.

—Te dejé porque no te soportaba y tampoco iba a permitir que volvieras a pegarme. No tenía que soportarte si no te quería. Es más, lárgate de mi casa.

—Esta casa es de mi hermano, tú no eres más que una maldita ramera, ¡zorra!

La ira me cegó, lo odiaba, así que lo abofeteé, pero tardé en reaccionar cuando recibí una cachetada de vuelta que me hizo arder la cara, escuchaba un zumbido en mi oído derecho, pero eso para él no bastó, cuando me tomó del cabello y me sacó de la habitación temí por mi vida. Me tiró al piso con tanta fuerza que mi cuerpo rebotó y rodé. Estaba asustada y adolorida.

—Qué te pasa perra, ahora no te sientes tan… ¿poderosa? —quería llorar del dolor que estaba experimentando en estos momentos, pero no iba a darle el gusto—. ¡Quedé en la calle sin nada por tu culpa!

No era mi culpa fueron sus malas decisiones lo que lo llevaron a esto, pero no tenía fuerzas para hablar. Él seguía hablando como loco y gritando, yo lo escuchaba un poco más lejano, entonces vi como la puerta de la entrada fue abierta de golpe y pude ver la silueta de Erick quien no reparó en mi presencia, se fue a los golpes en contra de su hermano.

Sentí un dolor intenso en mi vientre y no pude evitar quejarme, fue tan fuerte que pedí el conocimiento.

Cuando desperté estaba en la camilla de un hospital, me sentía desorientada y empecé a visualizar todo el lugar. Erick estaba dormido en una incómoda silla a mi lado y con su rostro descansando en la camilla, pase mis manos por su cabello y abrió los ojos rápidamente.

Enseguida me abrazó y varias lágrimas se salieron de sus ojos.

—Lo siento amor, lo siento tanto, perdóname por no haberte protegido.

—Todo está bien ahora que estás conmigo—traté de calmarlo—. ¿Qué pasó con Fabio?

—Está donde debe el maldito abusador y me aseguraré de ser su verdugo, nunca lo perdonaré. Se atrevió a ponerte una mano encima en el estado en que estás, si hubiera sido por mi lo hubiera matado, pero sabía que me necesitabas, cuando empezaste a sangrar me volví loco.

—¿A sangrar? ¿De dónde?

—Cariño, estás embarazada—lo que dice no lo puedo creer—. No sé como pasó tan rápido, pero está creciendo el fruto de nuestro amor dentro de ti.

—¿Estás seguro? ¿No me estás mintiendo?

—Jamás jugaría con algo así amor.

Lloré de infinita felicidad, estaba convencida que Dios me concedería el milagro, pero no sabía que lo haría tan rápido y enterarme en esta situación no era lo mejor, pero sabía que este bebé había llegado para cambiar nuestras vidas.

Había llegado la navidad, una época muy bonita y que me llenaba de esperanzas, Erick desde el día veintidós no trabaja en la estación de policía, pero trabaja en la pastelería en compañía de mi madre, han estado ayudándome todos estos días en los que yo he ido hacer compras con mi padre para la noche buena. Quiero colocar nuestra casa muy bonita para el compartir de esta noche y preparar una comida especial y deliciosa.

Cuando tengo todo lo que quiero caminamos en dirección a la salida del supermercado que está en el centro comercial, antes de salir a la derecha hay una tienda de ropa y veo en el maniquí dos suéteres a juego navideños. Entonces sin pensarlo entro y los compro. quiero una foto en familia con este atuendo.

Me apresuro en ordenar y cocinar. Mi madre y Erick llegan a las seis y treinta y todo está casi listo. Extiendo las bolsas a cada uno y les digo que se arreglen sin prisa para la cena.

Erick y yo nos vamos a nuestra habitación para ducharnos juntos, nos mimamos y damos amor cada vez que estamos así. Erick acaricia mi plano vientre, supongo que tardará un poco en notarse.

—Te he dicho que eres la mujer más hermosa del mundo.

—No exageres amor.

—Entonces corrijo, eres la mujer mas hermosa de mi mundo—sonrío—. Eres todo para mi tesoro.

—Y tú para mí.

Nos fundimos en un tierno beso, luego salimos de la ducha para vestirnos, nos colocamos los suéteres a juego y me maquillé ligero.

—Te ves preciosa, cariño.

—Gracias, tú también estas muy guapo.




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