Desgraciada hora
Este invierno fue el mas triste de toda mi existencia. El martes en el que leí aquella carta mi alma se termino desvaneciendo... La felicidad que Stefan había sembrado en mí la robaron para siempre, en lugar de ella solo olvido e inmensa soledad y tristeza.
Las frías lagrimas salpicaban aquella carta, manchando el papel... La confusión comenzó apoderarse de mi cabeza hasta que vi al lado de aquel tronco un pequeño cofre. En el se encontraban muchas de mis respuestas...
Milagrosamente corrí a la casa de Stefan; la agorafobia parecía haberse alejado de mí. Mientras corría; recordaba cada línea escrita, mi corazón sentía tanto dolor que pareciera, fuese a explotar. Las palabras escritas eran como finas flechas que traspasaron todo mi ser.
Él ya no se encontraba sonriendo, ahora estaba quieto como una estatua, sus bellos ojos de color verde se habían cerrado para siempre. En lugar de una cama su cuerpo reposaba dentro de un oscuro ataúd.