Mi Destino Eres TÚ.

CAPITULO 1

CAPITULO 01.

NARRADOR.

Iniciaremos esta novela con ella. . .

Aurora Madrigal, una mujer que, a primera vista, parecía poseerlo todo. Nació en una familia adinerada, disfrutando de lujos, pero también de principios sólidos y amor genuino. Sus padres, Clemente y Adela Madrigal, se esforzaron en enseñarle que el dinero no determina la grandeza de una persona. Por ello, Aurora se desarrolló siendo modesta, sencilla, aficionada a las cosas sencillas y sin un gramo de soberbia.

Su belleza era clara, pero lo que realmente brillaba era su perspectiva de la vida: tranquila, agradecida y siempre con una expresión amigable. Se graduó de la universidad con distinción, obteniendo títulos en finanzas, mercadotecnia y publicidad. Nunca le interesaron las fiestas ni los escándalos. Tenía una fuerte creencia en el amor verdadero, ese que se alimenta con cuidado, se espera y se entrega únicamente a la persona correcta. Aunque tuvo muchos pretendientes, ninguno logró conquistar su corazón.

Al finalizar sus estudios, sus padres le propusieron un cargo como directora del área de marketing en la empresa familiar: Lácteos Madrigal, una firma sólida y reconocida en el sector agrícola. Sin embargo, Aurora tenía otros objetivos. Rechazó la dirección y, con humildad, pidió comenzar desde la base, como cualquiera de los empleados. Quería aprender por sí misma y no recibir algo simplemente por herencia.

Su padre, aunque asombrado, se sintió muy orgulloso. Así fue como Aurora comenzó como asistente del director de marketing, en un entorno donde todos conocían su identidad, lo cual complicaba aún más su camino para hacerse un lugar. Al principio, muchos la elogiaban por interés, y su superior la trataba con una condescendencia que resultaba frustrante. Sin embargo, Aurora, en lugar de rendirse, enfrentó el reto con madurez. Ganó su respeto y consiguió que la consideraran como la profesional que realmente era.

Gradualmente, le fueron asignando más tareas. Su creatividad era admirable, y en colaboración diseñó una campaña publicitaria que incrementó las ventas de la empresa. Su idea más brillante fue crear una línea de productos lácteos económicos, destinada a familias de bajos ingresos, sin comprometer la calidad. El éxito fue enorme. No solo capturó la atención del público, sino que también aumentó el valor de la empresa al punto de que comenzó a cotizar en bolsa.

Aurora estaba en la cima de su carrera. Destacaba como profesional y también como mujer. Había pasado un año desde que se unió a la empresa y se había ganado el respeto de todos. Fue en una tarde laboral, cuando la oficina estaba casi desierta, que conoció a Arturo Rivero, el nuevo gerente de los puntos de venta. Atractivo, seguro de sí mismo y con una sonrisa encantadora, quedó fascinado en cuanto la vio. Desde ese momento, buscaba cualquier razón para acercarse a ella.

Aurora no pudo evitar sentir cierta intriga por aquel hombre. Era considerado, siempre tenía un gesto amable o una palabra cariñosa. Lo que comenzó como encuentros esporádicos pronto se transformó en una relación seria. Arturo logró ganarse su confianza y, con el tiempo, también su afecto.

Los padres de Aurora no estaban del todo seguros. Él no era parte de su círculo social, pero ver a su hija tan enamorada les era suficiente. A pesar de que Clemente decidió investigar un poco, no halló ningún motivo de preocupación, y cuando la pareja anunció su compromiso, lo aceptaron con una mezcla de resignación y cariño.

La ceremonia de la boda fue espectacular. Aurora prefería algo simple, pero sus padres insistieron en darle un evento que estuviera a la altura de ser su única hija. Por amor, ella accedió. Como regalo, le ofrecieron una casa y unas vacaciones de luna de miel. Arturo aceptó el viaje, pero rechazó la casa. Quería que su esposa viviera con lo que él podía ofrecerle, sin depender de otros.

Al regresar, se mudaron a un apartamento modesto en el centro de la ciudad. Era muy diferente de los lujos a los que Aurora estaba acostumbrada, pero ella no se quejó. Por el contrario, se adaptó con cariño, cocinando, organizando y cuidando cada detalle para que Arturo se sintiera a gusto. No le importaba ensuciarse las manos. Sabía planchar, barrer y preparar una deliciosa cena después de trabajar, y eso la hacía sentir plena.

El inicio del matrimonio estuvo lleno de entusiasmo. Aurora equilibraba su carrera y su papel de esposa. Siempre mantenía el hogar ordenado, la cena lista y una sonrisa esperándole a su llegada. Arturo parecía contento, y sus padres también. Verla tan feliz les bastaba para bendecir esa unión, aunque en el fondo, algo en ellos les decía que no confiaran plenamente.

Sin embargo, como suele ocurrir, el tiempo tenía sus propios planes. Y aunque el amor prosperaba, pronto la realidad comenzaría a mostrar señales de desgaste




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