Capítulo TRECE

La zona de embarcación se llena de pasajeros que van en búsqueda de algún familiar o conocido, como lo es en mi caso. No las haré viajar en tren mientras esté disponible y no se tomen un viaje de dos horas cuando en vehículo lleve mucho menos. A primera hora le habían dado el alta a Radojka y Radovan, que ya están en casa junto a Dragan. Es un momento que lo pasan en familia y yo soy un estorbo. La mejor opción fue ir distraerme en el viaje, aunque tener a Britt en casa y no poder hacer con ella lo que quiero, no ayuda en nada. Se quedarán hasta mañana a primera hora, tienen el torneo internacional por delante y un partido por el torneo local que las hacen invictas.

Y lo primero que aparece a mi vista es el cabello rubio de Britt entre los demás que salen de la embarcación, o es que ese cabello aparece tanto en mis sueños que la puedo reconocer en donde esté. Es ella la que se da cuenta de que las espero y viene hacia mi con un bolso en su hombro, al igual que su amiga. Ver que ella me sonríe, mi querido amigo despierta después de tanto tiempo... Trago saliva y trato de calmar mis ganas de poner mis manos en ella. No recuerdo la última vez que mi cuerpo reaccionara, incluso antes de conocerla en el hospital. Lucharía hasta el final para que me vea como lo hago con ella, pero está comprometida y no hay competencia contra eso. Por más insistencia por parte de Dragan de que estoy a tiempo para luchar antes de que se case, es algo que no puedo hacerlo.

- Está más dormido que despierto, ¿No lo crees?- la voz de Yvonne me quita de mis pensamientos y dirijo la mirada a ella que me sonríe burlona- Bien, ahora si volvió. Que caballeroso de tu parte Marko.- dice cuando tomo su bolso junto al de Britt y me abraza, sorprendiéndome.

- ¿Como están mis bellas damas nórdicas?- las dos me se ríen, pero es Yvonne la que no deja de observarme mientras que su amiga se ruboriza desviando su mirada a otro lado cuando mis ojos están en ella.

- Ahora que estás aquí, mucho mejor.- muerdo mis labios para no reírme y la miro- Por cierto, gracias por tomarte la molestia de venir por nosotras.

- No es nada, una persona me obligó a recibirlas en el aeropuerto a último momento.- frunzo mis labios y me encojo de hombros- Soy un caballero y debo cumplir lo que pide la señorita.- le guiño un ojo y no puedo evitar mirar esos ojos celestes que me tienen a mal traer, sorprendiéndome que esté más ruborizada pero su expresión es de enojo.

- Entonces, ¿Qué esperamos?- Yvonne me quita de ensoñación- Ya quiero conocer a tu sobrino... ¡Adoro a los bebés!

Empiezo a dar pasos hacia la salida del aeropuerto, escuchando a Yvonne diciendo algo y Britt respondiendo algo enojada. Me pregunto que es lo que le ocurre... Primero mostrándose tímida para luego de unos intercambios de palabras con su amiga, cambia su expresión ¿Enojada? ¿Celosa? No lo creo, mal humor es lo más seguro. ¿Quién haría una escena de celos? Ni siquiera las que se interesaban por en mi nombre actuaban de esa manera.

Llegamos a mi Citroen DS3 Racing negro, una de mis joyas a la que cuido demasiado. Guardo los bolsos en el baúl mientras Britt se acomoda en el asiento del acompañante e Yvonne en los de atrás... En verdad no ayuda en nada. Tenerla a mi lado no es lo mejor que se les pudieron ocurrir, porque pasaría admirándola durante el trayecto hasta mi casa y eso llevaría a que ocurra la desgracia de llevarme otro vehículo por delante. Suspiro un par de veces antes de concentrarme en llegar a destino sanos y salvos.

- ¿Cómo sigues con la lesión?- pregunta Yvonne y la observo por el espejo retrovisor- Se dice que regresarás a las canchas antes de lo provisto...

- Lo peor ya pasó, y a pesar de mi edad avanzada puede que en dos meses llegue a jugar de nuevo.- me encojo de hombros, mirando de reojo a Britt que parece emocionada por la noticia.

- ¿Y qué tan avanzada es tu edad Marko?- ahora es Britt quien pregunta y mi corazón golpea fuerte en mi pecho... Estoy perdido por ella- ¿Qué posibilidades podrías tener en no regresar?- miro a mis acompañantes y les sonrío triste.

- La verdad es que sentí los huesos que unen la pierna con el pie desprenderse.- pongo en marcha y salimos de la zona de estacionamiento- A mis treinta y tres años es difícil poder salir adelante con una lesión complicada como ésta. Solo pensé en dos cosas: recuperarme y dar hasta el último suspiro o crear en mi mente como será la vida después del retiro, porque no queda mucho para llegar a la etapa final.- suspiro sin desviar la vista del camino. Aunque tampoco es algo del que me guste hablar, pero ellas lo tienen que enfrentar en algún momento de sus vidas- Antes de que llegara mi hermano y su novia, ya estaba pensando vivir en la soledad que me ofrecía el destino con Hannah fuera de mi vida. La mujer indicada aún no llega y creo que debería apresurarse...- ellas se ríen y luego parecen reflexionar porque no hacen más preguntas, pero siento esos ojos celestes en mí y tengo que seguir con la idea de llegar enteros a mi casa.

Después del viaje tan entretenido de Liubliana a Cerkno en la empezamos a conocernos más, tengo la certeza de que a Yvonne y Britt las unen algo más que una amistad de infancia. Prácticamente me contaron toda su vida... Como se conocieron, la gran amistad que entablaron desde pequeñas y como eso se afianzó al compartir el deporte como estilo de vida. De que Yvonne tiene una hermana gemela que juega en Oslo es toda una novedad y Britt tiene una hermana menor que juega en París, equipo donde ellas compartían al igual que las hermanas Storstrand en Noruega. Lo que aún más me sorprende es que nunca compartieron equipo, hasta ahora. Yvonne jugó poco tiempo en Oslo y la llevaron a Holanda. Por otro lado, Britt y su hermana hicieron toda su carrera en París, donde se ganó el respeto de sus pares y llega a ser la capitana de su seleccionado. Cuando se complementan, pueden ser una bomba a punto de explotar y muy gracioso de ver eso.