Mi Dulce Ángel

CAPÍTULO IV

Eloise pensaba que la había librado, su padre estaba molesto, aún cuando había dado su mano en matrimonio al duque. Todo parecía perfecto, pero la calma anuncia siempre la tormenta.

Una noche el conde llegó completamente ebrio junto a uno de sus compañeros de copas. Eloise sabía que cuando su padre estaba ebrio no debía salir de la habitación, sin embargo ella no contaba con que estuviese en casa.

Bajó tranquilamente a la cocina por un vaso con leche caliente para conciliar el sueño, de camino una mano fuerte y áspera le tomó el brazo. Era Lord Bermont, el amigo de su padre.

-Mi..milord, ¿Podría soltarme, por favor?-titubeó una súplica-No es correcto que un hombre esté a solas con una dama.

-Deja de hablar, no sabes cuantas ganas tenía de poder tomarte y hoy , lo haré por fin-dijo el Barón para luego besar el cuello de la joven con fuerza bruta.

Eloise trataba de apartarse, los labios de ese hombre por su cuerpo le producían asco. Luchó con todas sus fuerzas para apartarlo pero parecía que su esfuerzo era en vano. Gritó pidiendo ayuda y solo consiguió ser callada con la mano áspera de aquél al que llaman noble. No fue hasta que con su asquerosa mano tocó su monte de venus que reaccionó y mordió su mano para que la soltase, gritando al instante de ser liberada.

Debido al jaleo que se escuchaba el conde despertó de su sueño y bajó a ver que era el alboroto. Se sorprendió a ver a su hija siendo forzada por el que se llamaba su amigo, una furia creció en su cuerpo y lo golpeó con un atizador en la cabeza, dejándolo inconsciente. Arremetió contra su hija propinandole un golpe en su pierna izquierda, siguió golpeandola sin contemplaciones.

-Eres una cualquiera, ¿Cómo se te ocurre estar con éste pedazo de hombre a solas durante la noche?-dijo cuando dejó de golpearla-agradece que no te mate, solamente por el trato que he hecho con el duque.

La dejó ahí tirada, envuelta en un charco de sangre que brotaba de sus heridas. Eloise se arrastró como pudo hasta golpear la puerta de Bertha, la cocinera. 

Al verla, Bertha se asustó y fue corriendo a buscar ayuda, la llevaron a su habitación y llamaron al médico. El Baron huyó como un cobarde, no esperó más y al despertar se fugó de la casa.

Según el doctor debía permanecer en cama por lo menos 3 días y luego usar un pequeño bastón para apoyarse mientras se recupera por completo.

Su padre estaba furibundo, no se arrepentía de haberla golpeado, sino de no haber tenido cuidado al hacerlo. 

La boda era en cuatro días por lo que su hija tendrá que caminar al altar con un bastón. Haría que su hija dijera que cayó por las escaleras, teniendo así una excusa perfecta para el daño en su pierna.

 

Los días en cama estaban siendo como un respiro para Eloise, debido a que no veía a su padre durante esos días. Faltaban solo dos días para la boda, mañana podría levantarse de la cama.

Según sabía, su padre había avisado al duque sobre el suceso, habiendo dicho que cayó de las escaleras, sin embargo su prometido había estado mandando arreglos florales deseando su pronta mejora y anunciando también que no podían posponer la boda.

Con una reputación mancillada y una pierna herida, tendría que caminar hacia el altar del brazo de su padre y apoyada en un bastón, hacia lo que podría ser su salvación u otro infierno.

Siquiera podía escapar, puesto que con una pierna mala y sin un penique no iría muy lejos, además, su padre no tendría compasión para con ella si lo hiciera. Su único pecado fue nacer siendo mujer, ya que su padre deseaba tanto un heredero que, según lo que se rumoreaba entre la servidumbre, su padre había golpeado a su madre horas después de dar a luz por el simple hecho de tener una niña.

Habían noches en las que, a la corta edad de 7 años, pensaba en acabar con su vida, para que su padre fuese feliz y no siguiera golpeando a su madre. Fue hasta que ella tenía 10 años que se escabulló por un pasillo secreto de la casa el cual daba a la habitación de la condesa, sin querer escuchó una discusión donde su padre llamaba inútil a su madre, las lágrimas rodaban por los ojos de la pequeña. Los golpes comenzaron y vió con sus pequeños y aguados ojitos, como su madre daba su último aliento, el cual fue arrebatado por su padre.

Sucumbió a las lágrimas al recordar esa época, donde los pocos momentos felices eran los que compartía con su madre, quien a pesar de recibir la ira de su esposo, amaba a su hija más que a nada en el mundo. Deseaba poder regresar el tiempo y convencer a su madre de escapar, talvez así su madre siguiera a su lado.

 

 

Cuandi porfin pudo levantarse de la cama fue a dar un paseo por el viejo invernadero, apoyada en el bastón y recibiendo ayuda por parte de una doncella. Se sentó en un banco antiguo del lugar y observó alrededor, recordando los momentos que pasó con su madre en ese lugar,el cual estaba desgastado por los años.

Sacó la carta que Bertha le entregó, la cual era de su madre, quien la entregó sabiendo que talvez no le fuese posible estar con su hija el día de su boda.

 

Querida hija:

Sé que estarás pensando el motivobde ésta carta, por lo cual voy a explicarlo. Conociendo a tu padre, puedo suponer que te habrá impuesto un matrimonio, el cual no deseas. Conmigo fue igual, mi padre le dió mi mano al conde cuando tenía 17 años. Al comienzo fue muy hermoso, no puedo negarlo. Tu padre era un buen hombre, siempre atento y divertido, ne enamoré profundamente de él y aunque desease que no fuera así, aún lo amo.

Deseo para ti que te des una oportunidad para amar a tu esposo, no perderás nada intentándolo, si no resulta, Bertha te dará unas libras que guardé en caso de que quieras huir. 

Hija mía, eres mi vida, mi mundo entero. Contigo conocí el amor más puro que puede existir, si en algún momento te sientes sola, recuerda que tienes a tu madre, que estará a tu lado por siempre, acompañandote desde tu mente y corazón.



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En el texto hay: secretos, amor, odio

Editado: 20.11.2020

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