Mi dulce de melocotón; Libro uno (ver.2022)

Capítulo uno

𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀

𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀

◣◥◣◥◤◢◤◢◣◥◣◥◤◢◤◢

Suspiro tomando diversas pastillas experimentales que hasta ahora me han servido con mi celo, hoy iríamos a la tumba de mis padres y no podría suceder algo peor, no quiero terminar sin mi camisa a punto de tener coito como hace unas semanas.

Escucho el timbre y aprieto mis manos. Estoy demasiado nerviosa.

Abro la puerta y el relajante aroma de Abdel se hace más fuerte, cierra sus ojos antes de sonreír. Frunzo mis labios, mis mejillas se acaloran y un fino dolor en mi entrepierna crece, ¡frambuesas!, las pastillas no funcionan con Abdel y tienen otro efecto.

— Que bueno que traje un carro, alguien nos saltara encima por tu olor. — Golpeo su hombro.

Siempre aprecio cómo él trata de no hacer incómodo estos momentos, pero en este instante no puede arreglar nada con sus comentarios burlescos, me siento más que extraña a su lado por mi celo.

— ¿Abdel, crees que no va a pasar lo de la otra vez?

— No pasará, pero tú ¿estás bien? — Asiento, aunque su aroma solo me está dañando.

Quiero estar en la cama y que me ayude con mi problema, pero eso es algo que nunca debe de pasar, muerdo mi labio. Gruñe y tapo mi rostro, a veces olvido, lo que provoca mi celo en mí y en cualquier Alpha cerca de mí.

— Será todo rápido. No tardaré mucho. — Asiente. Se quita su abrigo y me lo pone para que mi olor dulce por el celo no sea visible para nadie.

Huelo su olor y lamo mis labios bajando mi rostro, siento mi intimidad húmeda y es algo que me está matando. Duele y necesito quitar eso.

— Giovanna. — Jadeo por lo grueso de su voz. — La otra vez no me dejaste hacer lo que te dije, pero esta vez lo necesitas. Nadie lo sabrá, te lo prometo.

Retrocedo, cierra la puerta entrando al departamento logrando que todo se vea más pequeño, dejó caer el abrigo y me alza en sus brazos agarrándome de la cintura, me agarro de sus brazos.

Cierro mis ojos mientras me deja sobre la pequeña encimera de la cocina. Sube mi falda y hace a un lado mi ropa interior. Suspiro cuando su respiración choca con mi piel, jadeo inevitablemente cuando agarra mis muslos.

Apoyo mis brazos en la encimera, mi mente está en blanco y solo sé que lo que vamos a hacer nadie debe de saberlo, su lengua comienza a hacer maravillas en mi intimidad y suelto leves gemidos tratando de que nada sobrepase esto.

Después de hacerme llegar a un orgasmo cambia su lengua por su dedo corazón apretando mi centro haciéndome perder la razón.

— Abre los ojos. — Agarra mi cuello, hago caso a sus palabras y abro mis ojos. Suelto gemidos los cuales calla cuando me besa, cierro mis ojos sin saber qué es lo que pasa en mi interior.

Una picazón crece en mis labios cuando se aparta de mí y sin saber como besar lo hago con torpes pasos, ¿me estaré aprovechando?, nos miramos a los ojos cuando se separa de mis labios. Dejo descansar mi cabeza en su hombro mientras gimo y jadeo, tiemblo con fuerza cuando llego a otro orgasmo terminando con ese fuerte dolor que había sentido.

— Y-ya...— Introduce uno de sus dedos en mi interior. — ¡Oh, por las santas zanahorias!

Muerdo mis labios, aprieto la camisa de Abdel y cierro mis ojos, arqueo mi espalda y tiro mi cabeza hacia atrás. Da pequeñas embestidas después de rápidos movimientos que terminan provocando que casi caiga, pasa su otra mano por mi cintura deteniendo mi caída y suspiro.

— Ya e... estoy bien. — Balbuceo. — Ah. Abdel.

Termino con un fuerte orgasmo y me besa.

Siento los fuertes espasmos en mi cuerpo y me agarró con fuerza de Abdel, acomoda mi ropa interior y mi falda, besa mis mejillas y acaricia mi cabello.

— Te ves muy linda con las mejillas rojizas. — Bajo mi rostro. Trato de hablar, pero no puedo por la falta de aire, sigue besando mis labios con piquitos tiernos, algo que nunca vi en él.

— Nadie sabrá esto. — Lo alejo de mí con seriedad.

Agarra mi rostro entre sus manos para que lo mire.

— Esto es algo íntimo, nadie sabrá de esto, te lo prometí. Tampoco quiero que otros te vean diferente solo por saber tus intimidades. — Cierro mis piernas tímidamente. — Solamente quedará entre nosotros.

Asiento.

— Después de esto nada cambiará. — Asiente. — No me gustaría ser la tercera en discordia, ni la ilusionada.

— No te preocupes, nunca serás eso. — Miro sus ojos y presiento que algo esconde.

— Nada más fue por esto, no volverá a pasar. — Asiente mirando hacia un punto fijo.

— Entendido, lo que digas. — Me ayuda a bajar de la encimera. Agarra mi rostro nuevamente haciendo que lo mire. — Giovanna recuerdas lo que dije de pequeño.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.