Mi dulce de melocotón; Libro uno (ver.2022)

Capítulo seis

𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀

𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀

◣◥◣◥◤◢◤◢◣◥◣◥◤◢◤◢

Suspiro un poco cuando logramos permanecer un poco alejados, aunque sigue a mi lado mientras me ayuda con mis maletas, estoy rindiéndome a la posibilidad de que todo lo que él dice es cierto.

Aun cuando seguía diciéndole que en mi opinión esto no sería buena para ambos y solo nos podría complicar la existencia.

— Aún pienso qué...

— ¡Giovanna! — Agarra mi cuerpo pegándome a él mientras yo me encojo en mi lugar. — Nunca digas eso, no te rechazaría ni por nada del mundo. Eres la indicada, me enamoraste por la tierna forma en la que eres, aparte de aquellos preciados tratos llenos de amabilidad, ¿por qué creías que prefería estar a tu lado?, viendo películas u mirándote mientras tú leías o hacías tareas. La diosa luna te eligió a ti para mí y eres perfecta. — Niego lentamente, aunque sus palabras solamente tengan la función de hacer latir mi corazón con más desenfreno. — Aparte no podría vivir sin tu deliciosa comida.

No quiero ilusionarme y que todo sea algo rosa a mi alrededor, suelto una risa nerviosa mientras me alejo de él poniendo distancia entre los dos. Sus ojos se vuelven un sin fin de emociones mientras trato de no estar tan cerca de él, pero es la única manera de no sentirme sofocada.

— ¿Abdel, qué sucederá cuando alguien...?

No me deja continuar con mi pregunta.

— El que se sienta hombre como para meterse entre nosotros será matado con mis propias garras. — Niego antes de sonreír con la cabeza abajo. — No me importa cuan sádico suene eso, pero si tú necesitas estar a salvo seré un enfermo sádico para ti.

Agarro mi mano y acaricio mi mejilla con su otra mano mientras mi sonrojo crecía por mis mejillas adornadas por unas pecas que él ama. Es algo que siempre expresa, sus pupilas se dilatan mientras me mira fijamente.

Y yo no podía negar que su mirada fija en mí me dejaba más nerviosa.

— Me gusta cuando eres sádico. — Repaso mis palabras lentamente en mi mente y tapo mi boca con algo de vergüenza por lo que dije, su risa incremente mientras me mira perder la paciencia por lo que dije.

— ¿Qué dijiste?

Mueve sus cejas de forma graciosa haciéndome reír, agarra mis hombros mientras intento calmar mi risa, suspiro teniendo su mirada gusto en mis ojos.

— Que... me gustas así de sádico, eso. — Me abraza mientras comienza a repartir besos de forma tierna alrededor de mi rostro. — ¿Abdel, juraste protegerme?, entonces esa es la razón por la que llevabas la pomada siempre y por lo que siempre permanecías a mi lado para que no me causaran tanto daño.

— Por supuesto, ¿te acuerdas cuando te lastimaste en el ejercicio de la cuerda? Te quedaste a la mitad, recordé que las alturas te asustaban por lo que me quería golpear, ya que me reía de ti mientras te sostenías con fuerza sin soltarte.

— Nunca olvidaré eso, obligaste a que una bruja me bajara con sus poderes.— Ríe por un momento antes de besar mi frente.

— Después de eso, obligue al director a quitar ejercicios de gimnasia que fueran dañinos para ti, nunca olvidaré la mueca en tu rostro y las fuertes marcas en tus manos, muslos y tobillos. — Asiento, dure una semana sin poder caminar del todo bien, semana en la cual Abdel me prohibía ir a la escuela para que nadie me tratara de vulnerable y se aprovechara de mí. — Esa semana había llegado el peor celo que tuve, era demasiado intenso, pero trate de no hacerte a un lado o faltar porque en ese momento todos te hacían demasiado daño, si yo no estaba ahí para cuidarte, sufrí mucho poniéndote esa pomada.

Lo miré con más atención, era raro saber los días de celo de Abdel, nunca hablaba de eso, parecía muy íntimo con esas cosas por lo que nunca preguntaba. Al igual que era raro verlo faltar, nunca escuche rumores sobre chicas junto a él o con alguna que dijera que pasaron un rato con él.

Siempre pensé que la razón de eso era por ser más reservado que cualquier persona, pero posiblemente la razón de eso sea por mí.

— ¿Y, por qué no me lo dijiste a mí? — Lo observó sin poder creer que soportara mucho, de seguro mi olor era muy dulce, en ese momento no sabía controlar mi aroma y Abdel se mantenía a mi lado por esa misma razón.

Creo es peor sentir el olor de tu pareja cuando estás en celo, no quiero imaginar cuanto fue lo que él podía sufrir mientras yo me paseaba a su alrededor como si aquello complicado no existiera.

— No podía, quería que nadie se metiera contigo y eso solo pasaba si yo asistía a la escuela. — Besa mi frente. — Nunca permitiría que te hicieran daño.

Nos miramos por largos minutos sin hablar o hacer otra cosa, cierro mis ojos en algún momento concentrándome con todas mis fuerzas en su aroma para poder descifrar su aroma y trato de pedir disculpas a mi torpeza por no haberme dado cuenta. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.