Mi dulce de melocotón; Libro uno (ver.2022)

Capítulo doce

◣◥◣◥◤◢◤◢◣◥◣◥◤◢◤◢

◣◥◣◥◤◢◤◢◣◥◣◥◤◢◤◢

Beso suavemente aquel cuerpo que tanto lo estaba desquiciando, aunque no quería ser brusco con su conejita, siendo esta su primera vez. No era algo fuera de lo común, él quería que su primera vez fuera especial, más para su único dulce de melocotón.

Amaba cada parte de su conejita, quería hacerla sentir cómoda con él a su lado en ese momento, cubría el cuerpo de Giovanna con amor y tiernas palabras, al igual que caricias por las zonas delicadas de ella. Besaba por completo su rostro haciendo que ella se sintiera bien consigo mismo en ese momento.

Estaba en agonía; una que nunca pensó tener, se sentía perdida en un placer inmenso que solo causaban las caricias de Abdel sobre ella. Pensó que sería un crudo dolor para ella su primera vez, pero su Alpha se estaba encargando de hacer que eso no fuera posible.

El dolor había desaparecido en cuestión de segundos mientras su cuerpo era explotado en diferentes zonas que la hacían sentir más cómoda. Creyó que su primera vez sería en el celo de Abdel, aunque este se negaría sin importar lo mal que se pondría en ese celo, y una conejita testaruda se lo haría más imposible.

La mínima parte omega de Giovanna estaba más que tranquila mientras la dominaba, estaba complaciendo a su Alpha como tanto había querido mientras ambos disfrutaban.

— ¿Conejita, ya no te duele? — Giovanna negó entre algunas pequeñas lágrimas que aún cubrían sus ojos, enrollo sus piernas en la cintura de Abdel con una pequeña sonrisa y mejilla sonrosadas.

— Por favor, Alpha. — Pidió que siguiera.

Abdel sonrió, todas las caricias y exploraciones profundas hacia aquel cuerpo delicado de su conejita que había hecho por su cuenta por fin tenían éxito alguno. Su melocotón ya no sentía dolor y era algo que lo llenaba de tranquilidad, aún tenía miedo a romperla, su naturaleza estaba fuera de control por el dulce aroma.

Era lechoso para su conocimiento y dulce, pero era un aroma tan exquisito que lo hacía perder la cordura en ese momento. Se movió con lentitud, escuchó un jadeo y se detuvo pensando que había hecho algo malo, pero Giovanna ya estaba más que perdida en su mundo lleno de placer, con una mirada llena de placer y lujuria.

Sus mejillas estaban sonrosadas y las lágrimas que adornaban sus ojos la hacían ver tierna. O eso él pensaba en ese momento.

Fue delicado; bueno hasta que su conejita gruño pidiendo más de él. Ahí fue cuando la única cadena que tenía sobre su naturaleza se rompió, una gran bestia se desató complaciendo las más profundas necesidades de ambos.

Su mirada se perdió en oscuridad sin brillo alguno, algo que sorprendió a Giovanna. Aunque aun así, él seguía repartiendo besos por el largo de la clavícula y pechos de su conejita.

Escuchaba aquellos gemidos delicados al igual que tiernos, sintió las uñas de su khukh, enterarse en su espalda, había memorizado poses y había practicado en su mente este mismo momento. Tantos años juntos, tantos momentos que había planeado y con una gran mente puberta, en aquellos momentos donde sus primeros celos fueron un comienzo de aquellos pensamientos.

Era conocido que los Alphas eran unos sementales, unos dioses en la cama, bendecidos por el dios Eros.

— Ah. Alpha. — Gemía vulnerable por aquel orgasmo que la atravesó con gran fuerza.

Su organismo estaba siendo atacado por múltiples espasmos. Unos que nunca había sentido antes como en ese momento, suspiró sintiendo aquel nudo en su interior, era grande y duro, y estaba dentro de ella.

— Mi zibiya, te comeré hasta que todo lo que me han obsequiado este dentro de mí. — Su voz era ronca, algo que profundamente sorprendió a Giovanna, que en medio de aquellos espasmos logró con sus fuerzas que él no se acercara tanto a su cuello.

Abdel gruño, fue fuerte y claro, quería marcarla o aquella naturaleza feroz quería marcarla. Giovanna estaba erizada por completo, si él se apartaba aquel grandioso nudo que palpitaba en su interior llenándola de aquella espesa semilla, era algo que podría causarle daño.

Miro por un momento aquellos ojos sin brillo y beso con ternura y encanto a su Alpha esperando que con eso él regresara. Solo quería que no la marcará, no aún, temía que algo sucediera.

— ¿No te hice daño? — Dijo al regresar de en sí mismo.

— No. — Menciono sonriendo tiernamente, quiso reír al ver aquel rostro preocupado de Abdel que se aseguraba de no haberla marcado sin su consentimiento.

La agarro de su cintura pegando sus cuerpos aún más, Abdel se sentó sobre sus rodillas dejando a Giovanna sobre su regazo, apretó aquel trasero hermoso amoldándolo a su gusto mientras escuchaba los jadeos de su melocotón.

— ¿No duele? — Preguntó refiriéndose a su nudo, le preocupaba que al no estar ella en celo o lo suficiente lista eso le dolería. No quería rasgar el interior de su zibiya, algo que no quería.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.