Mi dulce de melocotón; Libro uno (ver.2022)

Capítulo diecinueve

𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀

𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀

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Jadeo en cuanto besa mi cuello, siento como raspa sus dientes por mi delicada piel y lame un poco succiona y muerde sutilmente el lugar en donde quiere marcarme. Pero aún no estoy segura, me da una gran inseguridad que alguien vea la marca y se ría de mí o de él por ser su pareja.

Sé que a él no le importa, pero desde la muerte de mis tíos todo se empeoró en mi vida. Nadie me guardo respeto y solo se reían de mí, fue algo horrible. Y aún no me siento estable como para dar un gran paso, no soy buena guardando lo que siento y siempre termino llorando.

— Me encanta ver tu rostro. — Lo miro un poco mientras él posa su mano sobre mi mejilla haciéndome sentir bien.

Me saca la bata de encima y sus ojos se oscurecen, acaricia mis piernas poniendo algo de presión en ellas, algo me hace perder el control de mi respiración y jadeé con más intensidad por su tacto y caricias.

— Abdel, por favor. — Murmuro sin poder creer todo lo que él hace y me pone inquieta.

Siento como sus dedos trazan líneas por mi cuerpo, son cálidos y su toque me hace sentir más inquieta por saber lo que hará. Suspiro cuando llega a mis bragas, me gira poniéndome contra la mesa mientras él está sentado en la silla, sus manos aprietan mi trasero, algo que me eriza la piel.

Siento la humedad en mi entrepierna mientras me pongo nerviosa.

— Dime, ¿qué quieres que haga? — Giro mi rostro mirando su sonrisa, algo que me causaría inseguridad si no fuera porque Abdel es él que sonríe, y él siempre me dice cosas buenas, algo que me hace sentir segura alrededor de él.

— Deja de jugar, Abdel. — Niego incorporándome para volver a una postura normal, pero sus manos agarran mi cintura con firmeza sin dejarme seguir y regresando en el lugar que estaba.

Gruño como protesta algo que lo hace ponerse de pie.

— Está bien, está bien. — Siento como besa mi trasero algo que vuelve a estremecerme, siento como introduce uno de sus dedos en mi interior mientras una de sus manos acaricia mi espalda.

Sus movimientos me torturan mientras trato de guardar tranquilidad, giro un poco mi rostro y él me besa al instante, observo ese fuego en sus ojos, algo que siempre me ha dejado sin palabras.

— Por favor. 

Me rindo dejando salir uno que otro gemido pequeño, hace días que no tenemos nada por los niños en la casa y no quiero que Jazmín o Javadd nos atrapen en una movida. Aunque en la noche siempre me da caricias, unas demasiado subidas de tono y que me hacen temblar por completo.

Una alarma se enciende en mí cuando comienzo a sentir su miembro rozar mis pliegues, algo que me hace alejarlo.

— No. — Gruño molesta. — No aquí.

Me carga en sus brazos rápidamente con la intención de correr, pero niego volviendo al mismo lugar donde estaba.

— No podemos correr...

— Quieres probar que si puedo. — Me calla, miro sus ojos y solo dejo que me cargue nuevamente.

Llegamos al cuarto más rápido de lo que imaginé, y puede ser que estaba perdida tanto en sus hermosos ojos verdes que ni cuenta me di de nada, me deja sobre la cama y sin perder tiempo se desviste, miro esa dura erección que tanto se notaba desde que llegó. Pero decidí no prestarle atención en ese momento, y ahora solo me hace sentir inquieta.

— Eh, aquí arriba. — Me sonrojo por haber sido atrapada mirando hacia la parte baja de su cuerpo. — ¿Hace cuanto mi conejita se volvió traviesa?, no recuerdo haber visto esa parte tuya melocotón dulce.

Me encojo de hombros, niega antes de besarme paso mis manos por su cuello siguiendo sus labios para no perder el ritmo. Aquel extraño calor comienza a invadir mi cuerpo mientras Abdel repasa mi cuerpo con el tacto de sus labios.

— No es eso. — Murmuro inocentemente.

Alza una ceja y baja sus labios,  sigo sus movimientos nuevamente. Siento como se deshace del conjunto de ropa interior que tengo puesto, siendo eso lo que acelera mi corazón, cierro mis ojos para sentir con más deseo sus caricias mientras baja a mi entrepierna.

— Ah. Sí.

Gimo sin poder evitarlo mientras sus labios bajan más por mi abdomen.

— ¿Más?

Asiento mordiendo mi labio con fuerza, sigue su camino bajando por mi entrepierna y abro mis ojos cuando vuelve a besarme en esa parte. Aún sin mirarlo siento su mano rozar ese punto de nervios que me vuelve loca, nos miramos después de unos segundo y él solo sonríe comenzando a torturar mi cuerpo con sus movimientos. Terminó con fuertes temblores por el orgasmo que él me produjo.

Veo como sus ojos están en su máximo de oscuridad y me incorporo subiéndome sobre él, quedando a horcajadas, lo beso queriendo que se descontrole tal cual yo estoy tomando demasiada valentía como para estar sobre él.




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