Mi dulce de melocotón; Libro uno (ver.2022)

Capítulo veintiuno

𝐀𝐁𝐃𝐄𝐋

𝐀𝐁𝐃𝐄𝐋

◣◥◣◥◤◢◤◢◣◥◣◥◤◢◤◢

La abrazo encantado de verla feliz mientras hace lo que más le gusta, prepara comida, miro nuestro alrededor por un momento sonriendo porque la cocina se adapta a ella. Miro la marca en su cuello que ha cicatrizado por completo algo que me alegra, mientras siento culpa por haberla forzado.

— Ya no habrá más de lo otro, aún no puedo caminar bien. — Deja a un lado la comida y yo solo la beso, sus ojos me miran por un momento antes de agarrar unos platos que están detrás de mí.

— Lo siento.

Entrecierra sus ojos asintiendo, no le dejo la salida fácil, por lo que se las ingenia escapando de mis brazos. Por un momento se gira y mira el tatuaje que tengo en mi pecho, uno que nunca se lo había enseñado y solo se sonroja al verlo. 

Sin que ella se diera cuenta un día algo ebrio me tatué un conejo en su forma natural en mi pecho izquierdo con unas calabazas y melocotones, era un gran secreto, ya que es el quinto tatuaje en mi cuerpo y el único cursi que tengo encima.

— Creo que eso no era necesario, me gusta, pero de seguro es doloroso.

Revuelvo su cabello y beso sus labios mientras  ella intenta hacerse a un lado mientras sirve la comida en los platos, cuando la veo desocupada, paso mis manos por su cintura atrayéndola a mí y sin dejarle por lo que me pone atención.

— No es doloroso, pero nunca te dejaré hacerte uno.

Da leves asentimientos de acuerdo con eso.

Su mirada va a diferentes zonas de mi cuerpo, notando que estoy desnudo por completo, ya que ni siquiera procure ponerme ropa sabiendo que solo estaría con mi conejita.

— Quiero una flor aquí con mi nombre, por favor.

Señala mi clavícula con una sonrisa, me da un beso ahí mismo y me termino tensando. La dejó a un lado por no sentirme aun bien como para pensar de forma correcta al lado de ella y sus actos con inocencia.

— Mi Luna, siempre pensando en marcarme de alguna u otra forma para que otros no quieran marcar territorio.

Se encoge de hombros, camina lejos de mí para ir hacia el pequeño comedor, suspira cuando beso aquella marca tan delicada. Deja bruscamente los platos en la mesa sin poder mantenerse de pie, sonrió asombrado de poseer tanto por solo besar aquella marca.

Mi dulce melocotón.

Se gira mirandome con algo de enojo mientras se sostiene de la mesa, sus piernas tiemblan un poco y su respiración es pesada, la miro con una sonrisa inocente, algo que ella no esperaba de mí y únicamente la hace gruñir.

— Abdel, ponte por al menos un short.— Baja un poco su mirada.— No te quiero desnudo mientras como.

Rio lentamente cuando se sonroja involuntariamente, se gira nuevamente dejando de mirarme para sentarse y vuelve a poner sus ojos sobre mí.

Me mira con una severa mirada que solo me hiela la sangre, por eso es indicada para mí, es tan intimidante como yo. Nadie pensaría que una tierna coneja puede poner aquella mirada, pero solo Giovanna muestra esa mirada cuando en realidad nadie le hace caso.

Ah, nuestros hijos tendrán a una madre muy dura de roer al hacer una travesura.

— Está bien, lo que mi melocotón diga.

Voy hacia la habitación y agarro lo que mi conejita me pidió, me visto a regañadientes porque prefiero estar con poca ropa a tener que usarla. Si la vida fuera como antes no usaríamos ropa, tan solo se correría por ahí como nos trajo la diosa luna a la vida, odio que mis antepasados crearan la ropa.

— ¿Dormiremos aquí?

Pregunta al verme regresar, miro su hermoso rostro completamente enamorado.

— En donde tú digas, cariño.

Baja su rostro sonrojada, comienza a comer y observo como se mantiene un poco distraída, por lo que le sirvo un poco más de comida para llamar su atención. Siempre se cuida tanto por los comentarios de otras personas, pero no se da cuenta de que ella es perfecta tal como es.

— Mañana regresa Jazmín, tu mamá me informo que ella quería regresar y no sé si Javadd aparecerá de nuevo. Aunque creo también es importante que no siempre estén juntos.

— Lo que tú digas se hará preciosa, recuerda que tu palabra es de oro, así que nunca dudes en decir lo que piensas.

Se ríe de mí y solo suelto un pequeño gruñido bromeando un poco con su humor. 

Giovanna puede saber más cosas que yo al estar al lado de esos dos niños y debo de confiar en sus palabras, necesito hacer que Jazmín no deje entrar a ese demonio a casa o estamos jodidos y hacer algunas cosas para que ese renacuajo no logre entrar con facilidad.

— Bueno, en este momento ellos aún son niños,  por lo que se entiende que en algún punto crecerán y pueden cambiar, pero aún debemos de asegurarnos del bien de Jazmín.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.