Mi dulce de melocotón; Libro uno (ver.2022)

Capítulo veintitres

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Observo con una pequeña sonrisa todo el lugar, brincaba en la oficina de su Alpha queriendo dejar su aroma en este, quería que cualquiera que entrará en el lugar supiera que él era suyo.

Su azulada mirada se posó en su Alpha, uno que no estaba soportando el ver a su conejita con un ajustado traje rosado. Era tierna ante los ojos de todos los que la han visto, pero ese traje ajustaba sus curvas.

— Creo que ya es suficiente, ¿no lo crees?

— Quiero que dure por siempre. — Quería eso, pero también quería enterrarse en ese húmedo interior que su conejita tenía listo siempre para él.

— Te volveré a traer cuando tu olor se esté marchitando.

Eso la hizo saltar de alegría, fue a los brazos de su Alpha y lo beso con delicadeza, sintiendo esos tersos labios que la comían en cada momento que podían. Abdel la agarro de la cintura sentándola sobre el escritorio, aparto algunas cosas y abrió un poco las piernas delicadas de su conejita.

Se separaron agitados, mirándose sin despegar su mirada del uno al otro.

— N-nunca cumples... tu palabra. — La besa nuevamente con ternura, admirando ese sonrojo en las mejillas de su Luna. Palmeo sus hombros esperando a que con ese lindo gesto la baje del escritorio, pero su Alpha solo la apego más a él. — Abdel, no podemos hacerlo aquí.

— ¿Por qué no?

Paso sus manos por debajo del saco pequeño que Giovanna tenía puesto intentando rasgar la blusa de seda blanca que ella traía, pero su conejita lo detiene con una sonrisa tratando de alejar esas manos de su colita esponjosa.

— Uno; tienes secretaría, y dos; hay mucho ruido, eso es muy incómodo. — Eso hizo recordarle lo estúpido que era al no haber considerado que su conejita era vulnerable a los fuertes ruidos. La bajo del escritorio y beso su mejilla con una sonrisa para no hacerla sentir mal.

Giovanna se sentó en uno de los sillones dentro de la oficina de Abdel, dejando a su sexy vaquero con una gran erección difícil de controlar él, cuál sin poder hacer nada se sentó en su silla para esconder su notable erección debajo de la madera del escritorio.

Cuando volvió a mirar a su conejita, esta ya estaba dormida cómodamente en el sillón, saco una manta que dejaba ahí preparado por si algún día su melocotón iba junto a él a la oficina. Su aroma estaba muy bien impregnado, al igual que en toda su oficina.

Tenía una gran sonrisa sabiendo que su Luna se sentía segura a su lado, acaricio el rostro de su delicado melocotón y trato de no besarla para no despertarla, giro su rostro al ver a su secretaría —Scarlatti—, su rostro se volvió serio y se alejó de su conejita para no hacer ruido.

— Alpha. — Hizo una reverencia por respeto tratando de no hacer tanto ruido, no quería saber cuál era el castigo si despertaba a la Luna de la manada. — Quería pedir permiso para salir un poco más temprano del trabajo.

— Razón.

— Mi pareja cumple años hoy, por lo que estoy preparando una cena especial. — La miro por un momento y pensó mejor en lo que sería tener a su conejita contra su escritorio sin parar.

— Sal a la hora que quieras. — Le dio una pequeña sonrisa y solo Scarlatti salió feliz con su permiso aprovechando que la Luna estaba en el lugar para así conseguir su permiso. Abdel giro su mirada hacia su gran dulce y su corazón dio un vuelco enorme.

Mirarla tan tranquila y calmada como un ángel celestial en su entorno lo hacía perderse en un amor tan puro que le mostró desde que él tenía memoria. Camino con una enorme sonrisa de vuelta a su silla siguiendo con su trabajo tratando de aplacar esa erección.

Giovanna sonrió discretamente, su Alpha a veces era un poco torpe y se olvidaba que ella podía escuchar cualquier susurro a kilómetros de distancia. Se convirtió en su peluda, pero pequeña versión saltando de un lado a otro sin que Abdel se diera cuenta.

Miro esa enorme erección que él ocultaba y quiso reír, era un puberto en toda su palabra cuando se trataba de ella. Se transformó nuevamente, miro lo tenso que estaba.

Por lo que pensó que él se habrá dado cuenta de que ella desapareció, tocando la entrepierna de Abdel, llamo su atención.

Saco esa enorme erección y sonrío de oreja a oreja, era grande y gruesa. Estaba feliz de provocar tanto en él, miro el hermoso matiz verdoso de esos ojos sorprendentes de Abdel. Estaba serio y eso le gustaba a ella.

— Gio-gio... giovanna.

Beso, el glande mientras suspiro un poco, esa erección pedía atención de su dulce melocotón.

— Alpha, nunca has logrado esconder bien las cosas.

Dio una lamida por su longitud sorprendiendo a su Alpha en todos sus sentidos. Observo como paso esas grandes manos por su cabello despeinándolo, trataba de estar enojado, pero no podía cuando su conejita le estaba haciendo un buen oral.




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