Mi dulce de melocotón; Libro uno (ver.2022)

Capítulo veinticuatro

𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀

𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀

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|3 años antes|

Bajaba mi rostro mientras las personas comenzaban a mirarme, estaba sin Abdel siendo el blanco de todos y en realidad no creía mucho en que fuera bueno haber venido a un baile, mis lágrimas siguen queriendo salir mientras cada palabra que escucho me hace menospreciarme.

Los problemas después de unos meses después del tratamiento por el coma me complicaban varias cosas, tomar distintos medicamentos dormían mi naturaleza más fuerte, por lo que todos se burlaban de mí, al parecer una burla a sus ojos.

— ¿Quién es la más hermosa del baile? — Siento como Abdel besa mi mejilla, pero me alejo.

— Pues creo que tu Luna lo es, no sabía que Flora era tu Luna.

El rostro fruncido que él me dio no sirvió para aplacar mis alucinaciones, podría ser que en medio de mi coma él la encontró, pero nunca los vi juntos como para creer en sus palabras. Aun así me duele tanto el saber eso por otra persona, más cuando se supone que Abdel y yo tenemos una gran confianza.

— ¿Por qué dices eso?

— Es lo que ella me dijo y lo que Arturo me contó. — Vi su mirada y no estaba contento.

— Te he dicho que lo que otros digan no debes de creerlo, siempre sienten envidia de que únicamente te hable a ti... conejita. — Susurra lo último cerca de mi oído, algo que me estremece.

— ¡Abdel!

Grito llamando la atención de varios que a mi parecer solo me miran de mala forma, bajo mi rostro un poco sintiéndome intimidada por las miradas de otros mientras mis ojos pican.

Alguien pasa por mi lado y me empuja con su mano, Abdel mira eso con enojo y me ayuda a ponerme de pie mientras no me mira, solamente mira al chico que me empujo. Uno que se llama Scott por lo que sé.

— En un momento vuelvo.

Decido caminar hacia afuera del gimnasio de la escuela, no me gusta escuchar todo lo que dicen de mí. Se burlan de la muerte de mis tíos como si no fuera algo malo y eso me duele para mí, ellos fueron como los padres que nunca he tenido en mi vida.

Ahora solamente me queda Abdel, y sé que está tratando de hacer todo lo posible para que esté bien y sin tristeza. Después de haber despertado de un leve, pero largo coma, él me ha cuidado, no se ha despegado de mi lado.

Cuando intento recordar las cosas que me ocurrieron sufro, es como si fuera un recuerdo borroso y me debilita tanto que suelo desmayarme.

— Ya está todo listo, ¿quieres irte a casa?

Niego por un momento, alzo mi rostro mientras miro su rostro observando un poco de sangre en sus manos, suspiro por un momento sin estar del todo segura de lo que hizo con aquellas personas, pero no lo cuestiono.

Al fin y al cabo las reglas siempre lo salvan de cualquier cosa.

— Solo no quiero escuchar lo que ellos me dicen. Son muy malos conmigo, hasta creo que si hubiera sido solo una omega no recibiría esto, solo me mirarían con lástima por lo ocurrido y no con burla.

— No te preocupes cuando asuma mi puesto, no permitiré los malos tratos hacia otros como tú. — Toca la punta de mi nariz sonrojándome, pasa una de sus manos por mi cintura firmemente. — Ahora permítame ser el elegido para bailar con una hermosa conejita como tú.

Terminó aún más sonrojada, pongo mi mano sobre su hombro y sonrió bailando con él la música que se escucha.

— Y no le creas ninguna palabra a la mosca muerta que siempre babea por mí. — Asiento, sé que se refiere a Flora y no a mí, por lo que solo sonrió un poco. — Yo no tengo tiempo para nadie más que no sea para mí... amiga coneja.

Entrecierro los ojos advirtiéndole.

— Está bien, ya no diré más lo de coneja. Pero es algo imposible, tengo suerte de tener a una conejita a mi lado.

— Estás loco.

— No lo estoy y la diosa Luna me comprende.

— Algún día cambiarás y serás como los otros.

— Giovanna, no me menosprecies diciendo que seré como ellos. — Besa mi mejilla sorprendiéndome. — Yo si tengo neuronas.

Rio bajando un poco mi rostro y mirando su pecho, otras de mis complicaciones es que él es demasiado alto para mí, es difícil ser de un tamaño que no es del promedio en esta manada donde todos me logran doblar el tamaño.

☽♥︎☾

Suspiro un poco mientras Abdel agarra mi cintura por casi resbalar nuevamente, se había mantenido detrás de mí para que no sufriera una caída como las recientes que había tenido. Siempre es considerado conmigo y trata de que yo estoy bien.

— Ya llegamos. — Miro con emoción la gigante luna enfrente de nosotros, aunque no creí en sus palabras, en un principio me asombra que tenga razón en lo que ha dicho para convencerme.




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