Mi dulce de melocotón; Libro uno (ver.2022)

Capítulo treinta y cuatro

𝐀𝐁𝐃𝐄𝐋

𝐀𝐁𝐃𝐄𝐋

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Desperté lentamente, mi cuello dolía mientras el peso en mis piernas me hacía prestarle atención, mi mirada se cautivó al ver a Giovanna comiendo más helado mientras estaba cubierta con una manta, parecía estar tan cómoda sentada en mis piernas.

Mire el reloj en mis manos, había dormido unas 4 h y no entendía por qué seguía en la misma posición, pase mis manos por su cintura sorprendiéndola un poco, está tan entretenida mirando la televisión que tampoco se ha dado cuenta de que Jazmín se quedó dormida.

Bese sus mejillas, recuerdo no haber dormido bien por estar al pendiente de que nadie le hiciera daño a mi conejita. No quería que nadie se la llevará, la había mirado dormir embelesado en sus pecas mientras la luna iluminaba su rostro perfecto lleno de ternura.

— Buenas noches, Alpha dormilón.

Se ríe de mí, la acomodo entre mis piernas, asegurándome de que sienta mi virilidad que estaba más que dura desde hace horas, mientras parece que ella no se percata de nada, ya que no le pone importancia.

— Me tienes muy mal conejita.

Se levantó y se giró mirándome con los ojos entrecerrados bajo su mirada y solo negó con una sonrisa. Se volvió a sentar sobre mis piernas, observe sus hermosos ojos azules únicos en todo el mundo.

— ¿No quieres helado? — Negué agarrando su cuello y la besé siendo lento. Atacando sus labios saboreando el sabor del helado que ella comía, su helado favorito de vainilla.

— Quiero más que helado. Sabes mi omega, mi conejita, mi lunita.

Se sonroja tiernamente y acaricia mi rostro llenándome de su dulzura y amor, una que siempre me mostró a cada segundo de nuestra vida, pero de la cual solo pocas veces quise prestarle atención para no sentirme más perdido en ella.

No quería fallar en nada.

Y ella pensaba que cualquier cosa era por una broma o un abuso de alguien, fue difícil para mí verla sin poderle decir cuanto la amaba, porque tristemente sabía que sería ignorado y rechazado por el miedo que ella sentía en ese momento.

Pero ahora todo se recompensa mientras estoy a su lado, verla cada día me pone de tan bueno humor que nunca pienso correctamente cuando la veo sonreír mientras duerme.

— Alpha, yo quiero tener unas hermosas crías contigo.

Sonrió por sus palabras, siempre ha sido habitual que diga eso, ahora lo nuevo es que quiere tener crías conmigo. Aparto un poco su cabello de su cuello mirando en aquella clavícula mi mordida.

— ¿Viste otra película donde hay bebés?— Finalizo, después de dejarla entre tanta incertidumbre, sus ojos brillan llenos de encanto mientras me mira.

Asiente entre un puchero, algo que me hace sentir un cosquilleo, la recuesto sobre el sillón,  cierra sus ojos dejando que yo la tome y solo rio por un momento, niego besandola antes de incorporarme.

Miro a mi hermana que está profundamente dormida y solo sonrió por la insistencia de Giovanna en tender crías.

— No hay nada que interfiera ahora entre esto. Nada hay más importante.

Agarro su rostro entre mis manos y lo beso con ternura y paciencia, una que no tengo siempre. Pero tratándose de mi pequeña y hermosa conejita, toda la paciencia siempre es suficiente para ella y sus pedidos.

— Eso es un gran paso, pero aún tu celo no llega. Te aseguro que cuando estés en celo te dejaré llena de mi semilla, hasta que estés satisfecha y sientas que tienes en tu vientre a unas fuertes crías.

Dio leves palmadas estando feliz, me abrazo con fuerza y sin zafarse de mí. La mime y cuide en ese momento, de alguna forma estaba inquieta y su cuerpo estaba delicado por lo que me daba cuenta de que su celo estaba cerca aparte que su aroma cambiaba cada día.

Le di un beso en su frente y me aleje, cargue en mis brazos a Jazmín, que solo se acurrucó acomodándose en mis brazos. Giovanna me miro con una sonrisa antes de yo salir de la sala para ir a dejar a mi hermana a su cuarto.

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Camine lentamente mientras pensaba en como sería tener unas crías con mi conejita, sin duda la mejor imagen que vería es a ella enseñándole a preparar galletas a nuestros conejitos. Sin duda esa sería la mejor imagen y le tomaría una foto para que ella recuerde ese momento por siempre.

Mire de lejos a mi conejita que estaba llegando de hacer las compras, Jazmín estaba detrás de ella ayudándola a guardar las cosas que compraban y yo solo podía ver la bolsa de una de las tiendas de ropa íntima.

Sonreí acercándome con más felicidad.

— Hermano, Giovanna, me compro dulces mira. — Me enseño su pequeña bolsa llena de algunas golosinas, Jazmín corrió lejos diciendo que iría a su cuarto y me acerque a aquella bolsa.




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