Mi dulce de melocotón; Libro uno (ver.2022)

Capítulo treinta y siete

𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀

𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀

◣◥◣◥◤◢◤◢◣◥◣◥◤◢◤◢

Habían pasado algunos meses desde que entramos a la universidad, no pensé que sería algo distinto y sigo arrepintiéndome de lo que hice, nadie parece prestarme atención, algo que es completamente bueno.

Aunque en realidad nadie sabe de mi relación con Abdel y tampoco de la cercanía entre nosotros, observo a mis compañeros que son igual que yo denominados "débiles" por todos. Suspiro un momento antes de dirigir mi mirada hacia todos lados esperando algún rastro de Abdel, quisiera estar cerca de él, pero es simplemente imposible.

Alzo mi rostro cuando capto ese rico aroma, mi olfato lobuno había regresado y por fin podía sentir ese aroma a hogar tan detallado. Observo a Abdel, entra a la cafetería enojándome de solo ver aquello, nunca me ha encantado que otras estén detrás de él.

Aprieto mis manos al ver como se acercan chicas hacia él, decidí esconder mi marca, por lo que nadie sabe que estoy marcada y tampoco han mirado la marca de Abdel. Aún tengo miedo de regresar a como todo era en un inicio.

— Deja de hacer enojos y ve por él. — Miro a Sheila, es una de mis compañeras más cercanas a mí y la única que sabe sobre lo mío, bueno otros tres más saben eso por mis descuidos.

Niego, mientras la miro, todos pensarían que me estoy declarando hacia él y tantas cosas imagino que podrían pasar en esos minutos.

Se burlarían, aunque es común que un Alpha termine con una pareja más débil, así puede protegerla por su naturaleza dominante que solo quiere mostrar que es más que otros.

Sheila señala de nuevo hacia donde estaba Abdel, él no deja de mirarme mientras varias más le hablan y tratan de llamar su atención. Frunzo mi rostro y sé que se ríe al verme así, ver mis celos es algo divertido para él.

Camino apartándome de todos, mirándolo antes de salir de ese lugar, él se reincorpora y camina hacia donde yo estoy, y solamente salgo de aquel lugar, me abrazo a mi misma viendo el clima nublado.

— De nuevo aquí. — Giro mi rostro hacia Aiden, mientras me siento en una banca alejada de todos.

— Otra vez se siguen acercando a Abdel, únicamente les interesa algo y no me agrada. — Hago una rabieta recordando como se colgaban de él algunas.

— No es por lo que piensas, ellas quieren ese poder que él tiene y como no han sabido de alguien oficial. Siguen mostrando ese comportamiento, si vieran esa marca en tu clavícula...

Niego aterrada, alejo sus manos que hasta ahora me doy cuenta, estaban cerca de mi pañoleta.

— ¿Y tu chica? — Trato de cambiar de tema.

Entrecierra sus ojos observándome lentamente, se acerca un poco más hacia mí mientras yo solo me rindo cerrando mis ojos por un momento.

— No estoy aquí para hablar de mi pareja, ¿Por qué escondes tu marca?

— No quiero que nadie se ría de él o de nuestra relación.

— ¿Y qué piensa el Abdel de esto? - Me encojo de hombros, nunca espere alguna opinión de él. — Giovanna, desde que volví llevo cuidándote a petición de Abdel y he visto el amor que ustedes dos sienten. Nunca vi algo igual, y no creo que a Abdel le importen las risas o algo parecido, siempre está feliz a tu lado. Y no creo que le encante estar alejado de ti por horas, he visto como hace enojos cuando alguien se te acerca.

Bajo un poco mi rostro, cuando estamos en la cama lo deja a notar mucho, pero es algo que solo puedo notar yo misma. Logra ser muy rudo, pero me gusta.

Escucho los pasos de Abdel y los de Aiden irse, ahora no sé cómo explicarle mis lágrimas de alguna forma, lo que dijo Aiden me hizo sentir más feliz.

— ¿Dime quien fue?

Agarra mi rostro entre sus manos y las seca, mis lágrimas siguen su camino sin poder detenerse mientras yo solamente miro hacia otro lado.

— No fue nadie, solo...— Guardo silencio por un momento. — Nadie me hizo nada.

Me jala abrazándome a él y forcejeo, ya que alguien puede vernos y sería algo que no quiero. Sentiría que nuevamente todos se burlan de mí y eso solo me recordaría la desilusión de Abdel, pienso cada vez en las palabras que a dicho y si, siempre me arrepiento de lo que quiero y digo.

— Deja de decir que nadie fue, no me gusta que tu mente comience a hacerse ideas, tú eres la única a mis ojos.

Besa mi frente.

— No quiero más esto. — Hago un puchero, quiero ser fuerte, pero siempre doy múltiples pasos hacia atrás.

— Tú pediste esto, cariño.

Me lo recuerda y aunque es cierto, quiero que aquello termine para al menos mantener lejos a todas aquellas chicas que intentan tomar mi puesto.

— No quiero seguir. — Me aprieta más a su cuerpo sin dejarme salida, pero así me siento más tranquila olfateando su aroma.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.