Mi dulce de melocotón; Libro uno (ver.2022)

Capítulo cincuenta y uno

𝐀𝐁𝐃𝐄𝐋

𝐀𝐁𝐃𝐄𝐋

◣◥◣◥◤◢◤◢◣◥◣◥◤◢◤◢

Suspiro mirando el vientre un poco abultado de Giovanna, su dulce aroma me envuelve, ya que sus hormonas son demasiado para mí. Observo su hermoso cabello que tanto me tiene perdido y agarro un mechón de este jugando por un momento mientras ella hace su tarea.

Aunque no quiera que se mueva, ella es demasiado terca en hacer distintas cosas, no quiere dejar su estudio a u lado al fin y al cabo ella eligió una carrera breve de tres años y ya está en el segundo año, en estos meses he podido quitar esa idea de que nadie supiera de la existencia de algo nuestro, eso me tenía acabado.

Pero mi conejita así lo quería, y yo debía de cumplirlo, puedo ser un gran Alpha, sobre todo alguien sádico y tener genes de superioridad y egocentrismo. Pero si mi conejita dice que tengo que hacer algo lo hago, con verla me deja colapsado.

Me vuelve loco y me trae loco en estos momentos con su aroma.

Quiero cuidarla y proteger a nuestros tres pequeños para que crezcan sin que le hagan daño a mi conejita, si ella llora ellos ya no serán mis favoritos. A mi conejita nadie la puede hacer menos, mucho menos la pueden hacer llorar.

Mueren de tan solo intentarlo, y yo ya he fallado varias veces cuando la he hecho llorar.

— ¿Vendrá alguien a recoger mis tareas? — Doy un asentimiento, no puedo dejar que salga de la cama.

Me da miedo las palabras del doctor, me llamo en la mañana por teléfono mencionando que el embarazo podría ser peligroso para mi calabaza si no seguíamos indicaciones.

— Tu tutor vendrá por las tareas, pero tú no puedes moverte.

Se gira, sus ojos me miran con escrutinio esperando a que deje de ser protector con ella, pero eso es imposible cuando llevo años llevando a cabo todo esto. Toda mi vida la he protegido y la he cuidado, he sido bastante protector sin que ella se diera cuenta.

Ella tiene mi corazón desde que éramos niños.

Suspiro cuando su mirada baja, me abraza repentinamente sacándome una sonrisa. La abrazo protegiéndola de cualquiera que se atreva a quitarme este hermoso momento con mi bola de pelos.

— Quiero darme un baño y bajar a hacer algo. — Niego. — Por favor, no puedo estar siempre acostada debo de moverme.

Gruño en advertencia.

— No quiero que algo pase con ustedes cuatro.

Escucho su corazón, late con fuerza y la acomodo en medio de mis piernas recargándola en mi pecho, la abrazo a mí meneando mi cabeza tratando de encontrar alguna forma para que ella no se mueva.

— Mi Alpha debe de dejar de ser paranoico, yo sé cuidar a mis crías. — Dice con algo de recelo, sé que se sintió mal al saber que puedo pensar que no sabe como cuidar a nuestros hijos, pero no es así. Beso su hombro asintiendo sabiendo que la hago enojar con mi actitud, algo que no quiero.

— No movimientos que se te puedan hacer complicados, nada pesado ni brusco. — Me mira con sus mejillas, aguantando su enoja para aceptar lo que le he dicho.

— Está bien.

Murmura, me besa el mentón y brinca de la cama corriendo fuera de la habitación. Gruño enojado por lo que ha hecho y salgo siguiéndola, por mi estatura la alcanzo rápidamente y la atrapo en mis brazos reteniéndola.

— No.

— ¿Qué dije?, no movimientos bruscos.

Bufa enojada.

— Abdel, no me dejas hacer nada, estoy embarazada, pero eso no significa que deba de estar solo en la cama.

— Entiende, no quiero que algo les suceda. — Se gira y me agarra del rostro para que me incline hacia su altura. La miro atento observando el gesto en sus labios mientras trata de verse seria y paso mis manos por su cintura, sonrió mirándola poniéndola segura a mi lado y suspira.

— Esto es imposible, Abdel. Deja de ser tan protector o me cansaré de eso. — Frunzo el ceño, ella no se puede cansar de mí, eso es imposible. — Me iré de aquí si sigues con esa actitud, entendido.

— No. — Entrecierra sus ojos y sus mejillas se vuelven rojas, gruñe, levemente enojada. — No puedo dejar que estés haciendo cualquier movimiento, me sentiría mal si algo te sucede mientras andas haciendo todo lo que tú quieras.

— Abdel, no es posible. ¡No quiero estar sin moverme en la cama! — Quita mis manos enojada, camina sin mirarme enojada. — ¡No quiero volverte a ver! — Suspiro sabiendo que se va a esconder en la alacena donde están las golosinas que ella prefiere.

Paso mis manos por mi rostro estresado por esta situación, regreso a la habitación para darme un baño esperando que su enojo pase.

☽♥︎☾

El maestro de Giovanna se lleva sus trabajos ya hechos, paso mi mano por mi cabello preocupado por estar tanto tiempo sin ver a mi calabacita, está demasiado enojada que tengo miedo que eso afecte tanto a ella como a los conejitos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.