Mi dulce de melocotón; Libro uno (ver.2022)

Capítulo cincuenta y seis

𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀

𝐆𝐈𝐎𝐕𝐀𝐍𝐍𝐀

◣◥◣◥◤◢◤◢◣◥◣◥◤◢◤◢

Me puso más de mil suéteres, aunque exagere, me puso demasiadas cosas encima solo para salir a la nieve, me agarro de la mano para que no corriera a la nieve y mire como los copos de nieve caían cubriendo todo a su paso.

— No corras.

— No voy a correr. — Alza una ceja y lo miro mal, asiente y me deja salir por la puerta dejándome solo por un momento mientras va por mis guantes. Camino con rapidez fuera de la casa estirando mis manos para atrapar copos de nieve.

Escucho el gruñido de Abdel, y rio alzando mi rostro para mirar que está enfrente mío, lo miro con una sonrisa y quita su rostro serio cuando me mira atentamente.

— ¿No es hermoso? — Asiente poniéndome mis guantes, unos calientes y sé que los calienta con su calor corporal para que no tenga frío, trato de agacharme algo que no me deja hacer.

Camino hacia la fuente que hay en el jardín y agarro la nieve que cubre esta, rio sin que Abdel me vea. Y camino hacia él, sin que se dé cuenta cuando se gira sonrió tirándole una bola de nieve, se queda serio y solo camino rápido lejos de él.

Mi caminata rápida es como si fuera a correr, y es algo que hago para que no me regañe por lo que hice. Me atrapa en sus brazos y comienzo a reír.

— ¿Quieres que te castigue? — Niego conteniendo mi risa.

— No nos harías eso. — Hago un puchero.

— Tienes razón, pero debes de traer tu pastel de chocolate que tanto té está gustando en este embarazo. Traeré frutas. — Niego haciendo un puchero, me giro agarrando su rostro y lo beso para que no me quite mi pastel.

Aparte que me ha quitado mis palomitas con mayonesa porque le pareció algo que no podía comer, pero las como a escondidas cuando él tiene que resolver un asunto, son una delicia.

— Sé que sigues comiendo esas palomitas con mayonesa y chile. — Agarra mi rostro. — Recuerda que hay cámaras en la cocina.

Me cruzo de brazos, haciendo un puchero.

— Son las cosas que se me antojan, no es mi culpa que a nuestros bebés se les antoje eso. — Murmuro bajando mi rostro, alza mi rostro estremeciéndome y lo miro con un puchero nuevo.

— Está bien, calabacita. No me importa eso, solo quiero que estés bien y que estén bien. — Pone su mano en mi vientre.

— Ellos están bien. — Le aseguro antes de besarlo nuevamente.

Acaricia mi rostro con sus pulgares, pasa su brazo por mi cuello y miramos como cae la nieve a nuestro alrededor.

— Haz un ángel por mí. — Me mira seriamente. — Vamos, tú no me dejas hacer esto. Hazlo, por favor. — Se acuesta en el suelo y comienza a hacer el ángel de nieve.

Se para y se limpia quitándose algo de nieve que está sobre su ropa, sonrió dando pequeños aplausos por ver que hizo el ángel de nieve, beso su mejilla feliz por lo que hizo. Agarro su mano llevándolo a un lugar donde la nieve se juntó algo a lo cual sonreí traviesamente.

— Ahora un muñeco de nieve. — Se cruza de brazos y hago una pequeña rabieta. — Un muñeco de nieve. — Murmuro triste, no funciona por lo que me trato de agacharme y bufa deteniéndome.

Aplaudo mirándolo alegre al verlo hacer el muñeco de nieve y corro a la casa al verlo distraído, agarro una zanahoria tirando las otras que están picadas y agradezco tener mis guantes puestos, me daría alergia rápidamente, salgo de la casa con las cosas para el muñeco de nieve y con un pedazo de pastel.

Me siento en un lugar donde hay una banca para comer el pastel con tranquilidad, me mira sabiendo que nuevamente encontré el escondite del pastel, termina de hacer el muñeco y se acerca a mí.

— Debes de dejar de hacer eso.

— ¿Hacer... qué? — Agarro un trozo de pastel y lo como con una sonrisa.

— Siempre me pones a hacer algo para distraerme y luego hacer lo que quieres mientras me dejas ahí distraído. — Sonrió con un sonrojo avergonzada, de que supiera mi táctica para huir. Me acerco más a él para besarlo, pero se aleja enojado por mis cosas.

— Oh, por favor.

Lo abrazo y comienzo a hacer pucheros, junto mis labios esperando que me bese y lo hace con una sonrisa.

— Me encanta que hagas eso, pero debes de entender que todo lo que hago es para tu bien.

Me abraza y le doy de mi pastel, aunque con algo de recelo. Es tan rico este pastel que no me gusta compartirlo con nadie. Me alejo de él y comienzo a colocar las cosas al muñeco.

Abdel aparece a mi lado con unas piedras como si fuera la cara que él siempre hace, con una línea recta y unas pequeñas ramitas como cejas. Su cara de serio, rio por solo yo saber a quién se parece.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.