Mi dulce de melocotón; Libro uno (ver.2022)

Epílogo

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Su conejita lo veía con enojo, había hecho algo realmente malo y no era el único perjudicado, sus otros dos hijos estaban a su lado e igualmente con la mirada baja mientras Giovanna los regañaba a los tres.

Su princesa apareció, miró a su hija Tanesha que estaba cubierta con una manta, parece se había despertado. Su pequeña negó mirando a sus hermanos y a su padre.

— ¡Bizcochos, Abdel! — Gritó con enojo. — ¿Qué te había dicho?

— Que no saliéramos porque estaba lloviendo y había lodo por todo el lugar.

Giovanna se cruzó de brazos mirando a sus hijos llenos de lodo y a su lobo igual, los había visto por la ventana cuando despertó, se había dormido junto con su hija mirando una película.

— ¿Y qué hicieron? — Miró a sus hijos, sabía que Treyvon solo seguía a su hermano mayor, pero aun así no lo dejaría libre. — ¡Salieron! — Abdel se acercó a su conejita, no le gustaba que se enojara más con su nuevo embarazo. — Ustedes dos vayan a bañarse, y no despierten a su hermana que está durmiendo.

— Calabacita. — Su hija los dejo fastidiada de todo regresando a la sala donde veían la película. — No debes de hacer enojos matutinos...

Ella lo detuvo.

— No, cállate. — Alejo las manos de Abdel. — Eres su padre y pareces un niño más en la casa, no quiero que vuelvas a hacer eso. Te recuerdo que Treyvon es delicado y puede enfermarse. — Abdel la beso. — Eso no arregla nada.

Sonrió lentamente mientras negaba por lo que su Alpha intentaba hacer, sabía muy bien sus intenciones por lo que esta vez estaba más que preparada para no caer.

— Yo solo quiero que mi dulce melocotón no esté enojada.

Giovanna se cruzó de brazos entrecerrando un poco sus ojos, nunca creería en las palabras de su Alpha.

— Ve a darte un baño y checa a nuestros hijos, más a Treyvon. — Beso los labios de su conejita nuevamente antes de subir a su habitación y tomar un baño.

Ella lo miró irse antes de volver a la sala y sentarse al lado de su hija, quien la abrazo mientras seguía mirando aquella película. Acarició con ternura el rostro de su pequeña, era tan hermosa y parecía tener el encanto de su padre.

— Mamá, ¿Alhik puede venir a casa? — Los ojos verdes de su pequeña la miraron, la observo por un momento, a los quince años de ella habían descubierto que era una omega, una con un fuerte carácter.

— Si, me habías dicho que harían un trabajo, ¿verdad? — Tanesha asintió, su madre sonrió. — Yo no tengo ningún problema...

— Pero papi si tiene problema. — Ambas giraron su rostro mirando a Abdel quien estaba secando su cabello con una toalla. — ¿Por qué no me pides permiso a mí?

— Estás castigado por mamá. Así que en este momento solo mamá gana. — Su hija habló sin problema alguno, Abdel y ella tenían el mismo carácter. — Mamá es la única que tiene palabra en este momento.

— Hija de...

— Sigue hablando y te irá peor. — Giovanna le recordó sus palabras, ella no quería que sus hijos dijeran malas frases mientras eran unos niños. No le importaban si eran adultos y decían aquellas malas palabras, mientras no fuera en su casa y frente a otro niño estaba bien para ella.

— Pero ella no puede traer a nadie a casa, es mi princesa y no tiene permitido traer a ningún chico. — Ambas lo miraron sin importar la cara de enojo que él tenía.

— No te preocupes cariño, tu amigo puede entrar sin problema a la casa. — Beso la frente de su hija antes de ir hacia su Alpha, quien la seguía. — No se te ocurra enviar a Theo a molestarla, puede hacer cualquier cosa que ella sabe te enojaría.

Sonrió un poco Abdel, su conejita lo conocía tan bien que no era ninguna sorpresa para ella lo que él pudiera hacer. Pero conocía a su hija, ella haría cualquier cosa si tanto quiere hacerlo.

— Está bien, conejita. — Beso los labios de Giovanna. — Solo quiero algo de ti calabacita.

— ¿Qué cosa? — Pregunto algo confundida mientras iba por sus palomitas con chile, en esta ocasión no eran con mayonesa sino con chile. — No pidas una de tus cochinadas.

— No es nada de eso, zibiya. — La cargo poniéndola a su altura, aún su vientre no era tan notorio, por lo que ni sus hijos sabían del embarazo y en ese momento querían tener tiempo para planear cómo decirles aquello.

— ¿Entonces?

— Ya no me has puesto atención a mí y tu Alpha quiere la atención que su conejita siempre le daba. — Giovanna sonrió comenzando a acariciar el rostro de su esposo, él cerró los ojos mientras sonreía encantado por aquello.

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Theo bajo por las escaleras, permanecía distante a todos después de haber vuelto de la escuela, suspiro sentándose al lado de su madre, quien lo miro extrañada de su actitud.




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