Él se acerca a su hermana y sale al jardín del brazo de ella, nada más que sus amigos lo siguen. Ellos se quedan sorprendidos por el hermoso jardín, Julia estaba viendo las flores y de repente siente la mirada de Federico, ella no entendía por qué se le queda viendo
Julia: necesito entrar a nuestra casa, hermano. Sera mejor que sigas en compañía de tus amigos y sobre todo me tienes que contar que hiciste en tus viajes.
Miguel: está bien y no me voy a sentir a gusto que te vayas sola a la casa. Porque saliste con nosotros y lo más correcto es que entremos todos juntos.
Federico: si quieres, yo la puedo acompañar. Será un gusto poder hacerlo, además ella es una joven llena de virtudes y eso se ve a simple vista.
Julia: no es necesario que nadie me acompañe. Nada más voy a dar unos cuantos pasos y llego a la casa, pero no cambias, eso hace que no puedas evitar preocuparte por mí.
Miguel: acepto tu ofrecimiento, amigo. Porque mis padres deben de estar esperándonos y quiero que le digas que un momento estamos con ellos.
Federico: cuando lleguemos se los voy a decir. Solamente que no quiero que te preocupes por tu hermana, ella siempre estará segura a mi lado.
Ellos se despiden de su hermano para después poder retirarse. Julia no se atrevía a mirarlo a los ojos y cuando están a punto de llegar, Federico la toma de la mano y eso hace que se sonroje
Julia: me puede soltar la mano, por favor. Recuerde que nadie nos puede ver entrar de esta manera, esto se puede malinterpretar y apenas nos acabamos de conocer.
Federico: lo siento, señorita. Eso fue un impulso y sentía que lo tenía que hacer, pero no entiendo como tarde tantos años en venir a conocer a la familia de mi amigo. Ahora me gustaría conocerla y que me considere su amigo, ya que usted es una joven que logro llamar mi atención y de eso se dio cuenta perfectamente.
Julia: usted es amigo de mi hermano y estaría encantada de ser su amiga también. Nada más que no puedo entender como logre llamar su atención, porque yo soy una joven que no tiene belleza física.
Federico: eso no es verdad. Además, usted tiene una belleza que me cautivo desde el primer momento en que la vi, pero más cuando me miro a los ojos y no sé qué me pasa con usted que no puedo dejar de mirarla.
Él suelta su mano de una manera lenta. Ellos entran a la casa donde sus padres los estaban esperando, Julia no podía evitar sentirse nerviosa ante la presencia de él. Federico se acerca a ellos para decirles lo que le había dicho su hijo y tiempo después llegan
Martín: necesitare llevarlos a sus respectivas recámaras. Ahora deben de descansar y después los vamos a hacer llamar con una sirvienta para que puedan bajar a comer.
Daniel: muchas gracias y nunca olvidaremos lo que su familia está haciendo por nosotros. Espero un día corresponder a tanta amabilidad de su parte.
Martín: no hace falta que ninguno de ustedes me lo agradezca. Porque me gusta ver a mis hijos felices y eso no tiene ningún precio para mí.