Mi Genio, el Encuentro

Capítulo VII

>> Narra Moon

Hoy puedo decir que es la noche más hermosa de mi larga vida. Finalmente, logré acercarme a ella y no quería irme; no quería dejarla atrás. No quería alejarme de nuevo de su presencia. Tuve que despedirme de mi gran amor, de mi humana. La tuve entre mis brazos, la tuve tan cerca de mi pecho con sus latidos mezclándose con los míos, la tuve tan cerca que pude escuchar y sentir su respirar, la tuve tan cerca de mí que aún no logro creerlo. Me despedí con una reverencia mostrándole mis respetos y ella sonrió, me regaló una sonrisa tan hermosa y sencilla.

Ahora mientras regreso a Luna, no puedo dejar de mirar atrás a lo lejos, intentando no perder de vista a la razón del palpitar de mi corazón. No quiero que esta sea la última vez que pueda verla.

- Regresaré muy pronto, lo prometo. - Dije mientras me acercaba al puente, sin dejar de mirar en su dirección.

Toqué el borde del puente y rápidamente se acerca mi amigo Yue y más soldados que llegan muy agitados. Mi padre podía verse a lo lejos discutiendo con uno aún más anciano llamado Arun. Esta vez, mis piernas tardaron más de lo habitual en regresar a la normalidad. ¿Será porque no quería volver? Quería quedarme con mi humana y no regresar a casa esta vez. No puedo aún salir del puente; me duele todo el cuerpo, sufro cada centímetro del crecimiento de mis piernas. Puedo sentir cada molécula de mi cuerpo que está apareciendo.

- Joven, tus piernas aún no han regresado por completo, ¿qué está sucediendo? Joven, ¿que le esta pasando?

Mi amigo miró con terror mis piernas. Intenta ayudarme con mucho esfuerzo, pero es en vano. Se tiró al suelo a mi lado y apoyó mi cabeza en sus piernas. Sentado en el suelo, comenzó a sollozar, lloró a mi lado y es la primera vez que lo veo llorar en nuestras largas vidas. Ese mocoso no había llorado ni cuando se caía al comenzar a caminar, ni tambalear ante los regaños infernales de mi padre. En cambio, yo lloraba hasta por cualquier pequeñez, por una mariposa hermosa, en cada batalla finalizada lloraba, por nuestros muertos y por los muertos del otro bando. Él era fuerte, incluso más fuerte que yo, era mi admiración, él era tan fuerte que hasta yo lo envidiaba. Sin embargo, su fortaleza se quebró hoy haciéndome responsable de su evidente debilidad. Hemos estado juntos desde nuestro surgimiento. Nuestras almas parecieron reconocerse y fusionarse en una amistad profunda y sincera. Es un lazo que trasciende las palabras y se manifiesta en cada gesto, mirada, risa, lágrima, alegría y tristeza, creando recuerdos que atesoraré por siempre. Nuestra relación es como un nexo inquebrantable que va más allá de la sangre, una unión que nos une en un vínculo casi fraternal. Nuestra amistad es un pilar fundamental en nuestras vidas, una luz constante en medio de la oscuridad. Somos cómplices en travesuras y aventuras, pero también nos apoyamos en momentos de necesidad y reflexión. Su conexión conmigo es un ejemplo de lealtad, amor y verdadera amistad, una relación que inspira a quienes nos rodean y que perdurará a lo largo del tiempo. Compartimos secretos, sueños y confidencias, apoyándonos mutuamente en cada paso de nuestras vidas. Hemos enfrentado desafíos y adversidades juntos, forjando una confianza que supera cualquier obstáculo. A pesar de nuestras diferencias evidentes, nuestra amistad es un refugio donde podemos ser nosotros mismos, sin juicios ni pretensiones.

En la Luna y más allá, nuestra amistad es conocida y respetada por todos. La gente ve en ella un ejemplo de lo que significa tener un amigo que es como un hermano, alguien con quien compartir no solo los momentos felices, sino también las dificultades. Juntos, enfrentamos el mundo con valentía y determinación, recordándonos la importancia de tener a alguien en quien confiar en todo momento.

- Te dije que tuvieras cuidado. Cada vez que vas a la Tierra, pierdes tus piernas durante más tiempo y podrías morir, puedes debilitar tu núcleo espiritual. – Mi amigo me dice en regaños aun sollozando.

- Ya, ya, no seas tan llorón. Mocoso, no llores por mis piernas, mejor llora por la chica que no puedes alcanzar con tus piernas sanas. - Me puse de pie lentamente y les pedí un informe detallado de la situación que nos rodeaba.

- Los soleros están rodeando el frente de nuevo. Aprovechan la cercanía entre ambas atmósferas debido al próximo eclipse. Te necesitamos en el frente, Capitán Moon Luna.

- Esa princesa testaruda me está sacando de quicio. - Escupí con irritación.

La princesa Solana no acepta un “no” como respuesta. Solíamos encontrarnos en cada eclipse cuando éramos niños, jugar juntos y hacernos compañía todo el tiempo posible. Pero a medida que ella crecía, sus emociones también y su poder espiritual se descontrolaba. Desde que ya no pudo entrar en Luna su ira ha crecido incontrolablemente. La princesa Solana es la única hija hembra de cuatro hermanos hijos de Eskol, el rey actual del Sol.

Yo no puedo entrar en el Sol pues me quemaría de solo acercarme, y ella tampoco puede poner un pie en la Luna sin causar daño. Hemos construido un fuerte para poder defender la Luna de los soleros, especialmente de la princesa. No queremos morir; fuera de la Luna nuestra existencia desaparecería.

Me acerqué a mi padre para unirme a la conversación que tenía con el anciano Arun. Al fondo, se veía la entrada de las cuevas y un pequeño llano lleno de niños, algunos de ellos eran mis hermanos. Tengo cinco hermanos, y soy el mayor de seis. Uno de ellos es mi única hermana, y los otros cuatro son varones. El más pequeño se llama Bahdir; aún no le han salido sus primeros dientes, pero ya corre velozmente en mi dirección para saludarme.




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