Mi Genio, el Encuentro

Capítulo XI

>> Narra Moon

Mi padre ignoró esto último. Todos se movilizaron rápidamente con los preparativos para esta fiesta. Naves salieron a toda prisa para llevar las noticias de posibles bodas. Pronto comenzaron a llegar princesas hermosas de otras lunas, encantadoras e impresionantes a los ojos de cualquier lunero. Mi padre quería casarme a cualquier precio. Saludé a cada uno de los invitados, siguiendo todos los aburridos protocolos en los llanos principales. Mis hermanos y todos los presentes estaban disfrutando de esta fiesta. No todos los días ocurre un eclipse tan cercano a Luna sin correr peligro, y no todos los días mi padre está de buen humor para hacer fiestas sin sentido.

Kuyen estaba coqueteando con una jovencita. Al acercarme, logré reconocerla. Es la hermana menor de Yue, pero no recuerdo su nombre justo ahora. Será divertido ver la reacción de Yue cuando se entere que mi hermano está cortejando a su hermana. Es su única hermana y esto será muy gracioso. Ella tiene algunos poderes mentales o algo así. Sus sueños le dicen qué hacer en algunas situaciones y pertenece al ejército de mi padre. Es la primera mujer en pertenecer al ejército o a algún cargo de defensa. Mi hermano es listo y apuesto, y ella hermosa e indomable. Serían la pareja perfecta para ser los siguientes reyes de Luna. Se les veía muy alegres conversando y en ocasiones, yo envidiaba eso.

Mis hermanos pequeños estaban jugando con luneros procedentes de otras lunas, en compañía de madre. Mi padre era muy conocido y respetado por los reyes de otras lunas, y estaba rodeado de varios de ellos charlando alegremente. A mi hermano Hilal no lo veía a simple vista, así que decidí ir a buscarlo. Sería el único que me podría ayudar a buscar información sobre lo que tanto me inquieta.

A lo lejos, en dirección a Sol, se podían ver varias erupciones solares. La luna comenzaba a vibrar ante esta onda solar. Todos comenzaron a gritar y se desató el caos lunar. Los soldados y las madres escondieron a los niños en las cuevas principales del sur. Mi padre, acompañado de los reyes de las otras lunas, se dirigió al límite norte, y decidí seguirlos muy de cerca. El anciano Arun se movilizó también. Continuaron llegando ondas solares al límite norte. El fuerte tambaleaba y comenzó a destruirse en una parte. Todos retrocedieron. Luna seguía temblando cada vez más fuerte, y se sentía el calor ardiente del sol cada vez más cerca. Mirando a lo lejos, se pueden apreciar muchas ondas de diferentes colores, van y regresan de la Tierra. Como si la Tierra pudiera defenderse de los ataques del Sol o si alguien estuviera defendiendo y devolviendo los ataques de las ondas solares. Pero para la Tierra ya sería de noche, ¿cómo podría defenderse la Tierra de semejante ataque solar? Las aguas congeladas comenzaron a derretirse y causaron estragos en las cuevas del sur, donde los niños se refugiaban. Las erupciones solares continuaron cada vez menos seguidas y de pronto dejaron de ocurrir. El calor cedió poco a poco y las aguas comenzaron a enfriarse. Los soldados, acompañados de algunas madres, trasladaron el agua derretida en baldes a su lugar de origen para evitar más estragos una vez que se congelara de nuevo. Algunas cuevas se derrumbaron por la vibración del suelo, y otras se agrietaron. Cuando finalmente volvimos a la calma, se envió un grupo de soldados a Sol para conocer la situación. Sabíamos que cada vez que ocurrían erupciones solares, muchos soleros perdían la vida.

Pasó mucho tiempo mientras esperábamos a los misioneros. Mi padre comenzaba a impacientarse, y él mismo decidió ir a Sol acompañado de otro rey lunero. El rey Amalur era muy reconocido por su esgrima, sus técnicas de ataque en guerras y su estilo de vida meticuloso. Todo en su luna estaba calculado y puesto en su lugar por un propósito específico. El rey Amalur era tan calculador que a veces me hacía dudar de su amistad con mi padre. Era impresionantemente alto en comparación con mi padre, con una melena plateada hasta la cintura. Siempre vestía un hanfu blanco platinado largo hasta los pies, y en su cinturón llevaba su enorme espada plateada. Su rostro era ligeramente pálido, y sus ojos eran plateados al igual que su cabello. Sus dos hijas gemelas que lo acompañan hoy son elegantes y muy bien educadas. Son refinadas y delicadas al hablar. Visten igual que su padre, con hanfu largo hasta los pies, y cabello plateado que llegaba más abajo de la cintura. Están ligeramente maquilladas para ocultar la palidez de su piel. Había escuchado rumores de que Mizuki y Meztli eran mortales e implacables, y que no conocían la piedad hacia sus enemigos. Muy diferente a lo que muestran ahora, rodeadas de niños y ayudándolos a mantener la calma.

Mi padre se alejó cada vez más en una pequeña nave, saliendo del fuerte en dirección a Sol. Ayudamos a devolver las cosas a su lugar, y no tardaron en llegar los trabajadores para reparar las cuevas. Muchas familias se quedarían sin techo si no lo hacíamos pronto, y eso no es aceptable en nuestra luna. Los luneros visitantes también ayudaron a recoger escombros para aliviar la tarea de los encargados de construir las cuevas colapsadas y reparar las cuevas agrietadas.

- ¡Príncipe Moon! - Se escucharon gritos a lo lejos, provenientes del fuerte.

- ¿Qué sucede? - Dije muy agitado por el trabajo que estábamos realizando.

- El Rey, el Rey Suvan se está acercando. Queda poco para que llegue a Luna. - El joven soldado agarró bocanadas de aire antes de continuar hablando. - Viene acompañado de los soldados que no habían regresado hace un rato. Apúrate, deben ir a su encuentro.

Llamé a los reyes vecinos, y nos dirigimos a su encuentro. Las princesas vecinas saltaron en su sitio y avanzaron velozmente al encuentro de su padre. Llegando al puente del fuerte, se veía la pequeña nave, y nos preparamos para ayudar. Retrocedimos para que los misioneros pudieran bajar cómodamente y nuestros padres pudieran caminar hacia nosotros.




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