Mi Genio, el Encuentro

Capítulo XIII

>> Narra Sally

- Llegas tarde de nuevo Sallya. - El profesor de historia miró de reojo al ver cómo cerré la puerta de golpe y me senté en la primera silla que encontré.

- Lo siento, profe. Intenté llegar más temprano, pero hoy se me hizo difícil la mañana.

- Ya hoy cuenta esto como ausencia, de nuevo. Luego de tres tardanzas, cuenta como ausencia. Debo referirte a la oficina o yo tendré problemas de nuevo. - Me dice el profesor mientras busca unos papeles en su escritorio.

- No, no … prometo llegar a tiempo y ser más responsable. - Junté mis manos rogándole al profesor que no me envíe a la oficina de nuevo. El profesor se acerca a mi silla y me entrega unos papeles para firmar. - Es un aviso de tardanzas para tener las cosas claras en la oficina.

- ¿Cuál es tu excusa de hoy? Siempre entrego estos reportes vacíos, pero ya hoy debo tener estos espacios llenos. ¿Porqué llegaste tarde hoy? - Baja sus espejuelos, me mira seriamente y comienza a hacer anotaciones en los papeles.

- Mi tía, mi tía aún no llega a casa, mi abuela estaba preocupada y como ya sabe, ella suele perderse en el bosque. También le llevé flores a mis padres. - Bajé la mirada y no quise decirle mas excusas. - No encontré a mi tía de camino a las tumbas y tampoco de camino a la universidad. Debo atravesar todo el pueblo para llegar acá, creí que al menos la vería en el camino, pero no fue así.

- Eres una excelente estudiante, Sallya y debes ser responsable con tus clases o comenzar a tomar mejores decisiones; escuela o familia, tu vida o la de otros, los vivos o los no presentes, jovencita espero que lo entiendas mejor. - Acomodó sus lentes y me miró seriamente diciendo; - Cuando salgas de aquí, ve directo a buscar a Selenia de inmediato. - Espera, ese, Selenia. Lo dijo tan familiar. Como si fueran amigos o se conocieran bien.

Firmé los papeles de la advertencia por las ausencias y regresó a su escritorio. Saqué mi libreta, el esqueleto, mis pinturas y bajé el bulto para que no estorbara encima del escritorio y comenzamos la clase. En esta clase estamos en los capítulos de los orígenes del humano. Esta clase es de historia y es una de mis favoritas. El maestro es excelente y muy dinámico al explicar los capítulos de la clase y al parecer le gusta mucho su trabajo. En la clase anterior hicimos un esqueleto humano con huesos de pollo y hoy los pintaremos identificando sus partes.

Sin poder evitar fijarme en la apariencia del maestro, es sumamente guapo. Es alto, de espalda ancha, pelo largo y revuelto, grandes ojos amarillos, mirada seria asesina, cicatriz de lado, mandíbula ancha, barba recogida y sin bigote, labios carnosos y voz rasposa e intimidante. Usa pantalones de tela bien ajustados entre sus caderas, camisa de botones ajustada en sus enormes brazos y algunas veces usa una chaqueta sin camisa debajo. Sí, todo bien ajustado este maestro. Este maestro ganaría mucho como modelo ya que tiene muchas fanáticas. También sería el personaje principal de varias novelas eróticas que acostumbro a leer por internet.

Después de esta clase de historia voy a la clase de farmacología, esta próxima clase desde sus comienzos ha sido un reto para mí, se trata solo de números y más números. Sí, son importantes a la hora de ejercer la profesión que deseo, enfermería para ayudar a mi abuela, pero igual son aburridos. Yo prefiero mucho más la clase de historia por obvias razones.

Y así estuve todo este rato, desorientada, desconectada de la clase y decidí no ir a la próxima clase. Mi abuela me tenía muy preocupada y no sabía qué más hacer. Llamé al trabajo donde cuido al anciano siempre anciano, mientras la hija trabaja en las tardes. La hija es una chulada de mujer cuando no está ebria. Le expliqué la situación de mi abuela y de mi tía. Doña María un poco preocupada por mi tía, me permitió ausentarme hoy al cuidado de su padre. Escuché al anciano siempre anciano refunfuñar al fondo de la llamada molesto por mi ausencia pues hoy quedamos en ir al parque para seguir leyendo su libro favorito.

Cuando llegué a la universidad, tiré mi bicicleta en el paradero por el apuro y tiré varias más que no eran mías. Varios estudiantes están furiosos buscando al responsable de semejante desastre con las bicicletas. Me alejé lo más que pude de la plazoleta e inicié mi camino hacia la casa y hoy no creo tardar tanto ya que mi bicicleta si está funcionando hoy. Primero debo salir de la enorme escuela. Por cierto, a pie cuesta atravesarla mucho más que en bicicleta. Luego, pasar unas cuadras para salir del área, atravesar el pueblo, llegar a la salida y luego comienza el camino de tierra hasta la casa.

En el camino de tierra hay una roca enorme al borde del camino que marca la entrada al terreno de mi abuela. Me senté para respirar el aire fresco y mirar el cielo, tomarme unos minutos para volver a entender que hora y día es hoy. Necesito respirar y pensar en que desde ayer todo ha sido muy difícil para mí.

En mis bocanadas de aire fresco, recibí el olor a quemado y vi humo en la distancia esparciéndose rápidamente en dirección a la casa de mi abuela. Me levanté lo más rápido que pude, acomodé mi bicicleta en un rincón y salí corriendo de aquel hermoso y tranquilo lugar. A pocos minutos de búsqueda, detrás de unos árboles quemados encontré un hoyo enorme. En el centro del hoyo estaba la figura de una persona diminuta y parecía ser un niño.

- ¿Cómo puede ser posible que a esta hora de la tarde haya un niño en el bosque? ¿Estará perdido? Está tirado en el suelo como un muñeco de trapo y casi enterrado en semejante lugar. ¡Oye, niño, levántate! - Grito tratando de acercarme con dificultad. Hay muchas rocas grandísimas y otras más pequeñas, árboles partidos y ramas caídas dentro del hoyo antes de poder llegar al niño que parece estar inconsciente. Para aumentar a mi asombro, es una jovencita inconsciente. Es muy esquelética, muy delgada. ¿Será una niña perdida en el gran bosque de mi abuela?




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