Narra TN
Ya habían reparado mi moto, así que me fui directo a la cafetería de Min Joo.
Cuando llegué, estacioné y bajé. Al entrar, la vi ahí, pero su expresión no era de alegría, sino de enojo.
—Hola, hermana —saludé con naturalidad.
Me acerqué a ella, pero levantó una mano para detenerme.
—Dime que no fuiste tú —soltó con voz seria.
Fruncí el ceño.
—¿Y ahora qué hice?
Min Joo me miró fijamente, con una mezcla de frustración y decepción.
—Dime que no mataste a esos hombres.
Maldición. Así que ya estaba en las noticias.
—No —mentí sin dudar, aunque sabía que no me creería.
—¿Por qué me mientes? —alzó la voz, visiblemente molesta. No era propio de ella reaccionar así, pero tampoco me intimidaba.
—Baja la voz, Min Joo —le advertí con seriedad.
Sus ojos reflejaban enojo, pero también tristeza.
—Vamos a mi oficina.
Entramos y me senté, resignada a que me siguiera regañando.
—No puedo creerlo, TN. No me cabe en la cabeza que hayas matado a esos chicos… Eran inocentes.
Me puse de pie bruscamente y apoyé las manos en el escritorio.
—A ver, esos "chicos" que llamas inocentes intentaron matarme. Lo único que hice fue defenderme.
—¿Y por qué no solo los dejaste inconscientes?
—Mira, entiendo que tengas un corazón enorme, pero tú no tienes idea de lo que yo paso día a día. Cada instante corro riesgos… y más mañana.
Min Joo frunció el ceño.
—¿Por qué mañana?
Suspiré y volví a sentarme.
—Me asignaron una nueva misión como guardaespaldas.
Eso pareció tranquilizarla un poco, porque sonrió.
—¿En serio? Cuéntame, ¿a qué famoso tienes que proteger ahora?
—A una banda llamada BTS.
Min Joo abrió la boca de golpe, sus ojos parecían salirse de sus órbitas.
—Cierra la boca, no es para tanto —dije, rodando los ojos.
—¡TN, son BTS! ¡La mejor banda del mundo!
—Y para mí solo serán niños a los que debo cuidar.
—No digas eso, son hermosos. No puede ser que no los veas así.
—Ya te dije y te lo repito: para mí solo serán niños —afirmé con seriedad.
—Tal vez termines enamorándote de uno de ellos.
Le lancé una mirada asesina, pero ella solo rió.
—Mejor almorcemos, porque sé que no te haré cambiar de opinión.
—Por fin una buena idea —dije con sarcasmo.
Min Joo me fulminó con la mirada, pero yo solo sonreí burlona.
Comimos mientras charlábamos un poco, pero en mi cabeza no dejaba de preguntarme por qué siempre me pasaban estas cosas.
—Deberías relajarte un poco, hermana —comentó Min Joo.
—Ya sabes cuál es mi técnica para relajarme.
—Sabes que te deseo el bien, no el mal.
—Lo sé, y te lo agradezco. Pero hasta que no termine con mi pasado, no podré estar en paz en este mundo.
Me despedí de Min Joo, salí y subí a mi moto.