Mi hermano el presidente

Velorio

nino_muertoTodo el barrio vela a los tres niños y gritan enardecidos. La madre llora desgarradoramente, tirada en el suelo, en un costado del camino.

Me dirijo hacia la niña pero Antonio me hala por el brazo.

-¡¿Qué haces?!

Estoy conmocionada, apenas puedo hablar.

-¿V-ves esta sangre? - le muestro mi franela y me tiemblan las manos- ¡Es de ella! La vi temprano... venía de buscar agua.

Estoy a punto de llorar.

- Precisamente a buscar agua iba cuando la alcanzó una bala de la policía.

Nos dice una señora que me ha escuchado.

- Si no se hubiera devuelto... ¡quizás ahora estaría viva! - me lamento.

- Si el presidente no les hubiese cortado el agua, no se verían obligados a buscarla en lugares lejanos, en días tan peligrosos como estos- aclara Antonio.

- Mi... ¿El presidente? ¿Qué tiene que ver él con esto?

- ¿...? ¿No lo sabes? ¿Dónde vives? - Antonio me mira suspicaz.

- ¡...! - salgo de allí corriendo y llorando.

Al doblar la esquina ya me esperaba Luis en el coche.

~¤~

Fue Luis quien me llevó a la habitación en brazos, la cabeza me reventaba.

Pasé tres días delirando con fiebres y escalofríos. Todos presumían que había pescado la gripe.

No estoy segura qué pudo ser, el exceso de sol, la mala alimentación del día, o la impresión de la niña muerta... quizás fue todo. Todo junto.

~¤~

El doctor dijo que no era nada grave. Y al despertar del tercer día, estaba mi hermano frente a mi cama, esperando una explicación.

- Te desapareciste ese día y cuando apareciste... estabas enferma.

- Sí... no sé por qué- no puedo apartar de mi mente el cadáver de la niña con el pecho destrozado tirada en el pavimento-. Fui a la iglesia... - comienzo a sollozar-. No quise volver a la casa.

Siento una terrible amargura y el sollozo se torna en llanto.

- ¿Por qué? ¿Alguien aquí te ha hecho algo? ¿Te han desobedecido o te han faltado al respeto? - conforme hablaba, mi hermano se airaba.

- Sí. Tú.

-¡¡¿...?!!

- ¡Te has convertido en un tirano! - le grito como si hubiese hecho el descubrimiento más grande y terrible de mi vida.

- ¿...? ¿Qué te pasa ahora?

- ¡No puedo creer... cómo es que... mi hermano... es capaz de hacerle tanto daño a los demás!

- No sé qué te pasa. Pero no voy a discutir mi modo de gobernar contigo. Me extraña que hasta hoy me reclames, ¡siempre has confiado en mis decisiones!

- ¿...? – Me doy cuenta de que no tengo la menor idea de cuánto tiempo llevo tolerando aquello. No tengo una noción clara del tiempo...

- ¿Quien ha metido ideas locas en tu cabeza? - continúa mi hermano su interrogatorio-. ¿Las monjas lo hicieron? ¿El padre?

- ¡No!- grito nuevamente-. Nadie me ha dicho nada. ¡Nadie tiene que explicarme lo que puedo ver con mis propios ojos! ¡Estás matando personas!

- Ya. Entiendo. ¿Es por lo de ayer? No planeé matar a esas personas frente a la casa. Lo siento- dice e intenta abrazarme, pero no quiero.

- Bien- se levanta molesto-. Si ya te sientes mejor, y vas a estar así enojada, será mejor que me vaya. Por tu culpa he retrasado una reunión muy importante. No sabes lo difícil que es para mí ser tu hermano y ser el presidente. Lo que siento por ti no lo mezclo con los asuntos del gobierno. No lo mezcles.

Sale sin decir más. Me deja con una enfermera. Mi propia enfermera.

¡Me siento tan impotente! Soy la muñeca del presidente.

De pronto, una idea brilla en mi cerebro.



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En el texto hay: asesinato, dictadura, disputa familiar

Editado: 20.12.2020

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