Mi hermano el presidente

Cita secreta

Lo hice nuevamente.

Me puse ropa de adolescente y me fui al barrio. Pregunté a todo el mundo dónde vivía Antonio, pero al parecer, nadie lo conocía.

- Qué extraño...- juraría que Antonio era un chico popular entre la gente.

Incluso lo describí... pero nadie lo conocía. Personas a las que vi conversando con él hace días, decían no conocerlo.

Entonces recordé: "Es muy peligroso para ti andar sola por ahí. Podrían confundirte con uno de nosotros".

Si huían de la policía y se movían de incognito, nadie me dirá dónde encontrarlo.

Un muchacho pasa proveniente del colmado. 

- Escucha, dile a Antonio que Inés lo espera- le dije sin rodeos.

- ¿Perdón? ¿No conozco a ningún Antonio.

- Lo sé.

Y me alejo.

Me siento en una roca cercana a esperar.  

Observo.

Irónicamente, el barrio es otro ahora con agua.

Más húmedo, más sucio... más pobre; menos niños pululan. Eso me tranquiliza.

 

Media hora... 45 minutos... una hora.

De pronto, el joven con el que enviara el recado sale de la nada y se acerca.

- Debería ir a la iglesia- me aconseja y se marcha.

¿La iglesia? ¿Cuál de todas las iglesias?

Espero que se aleje un poco y entonces, discretamente, lo sigo.

Él me guía hasta una parroquia.

La iglesia está cerrada y el chico, da media vuelta y regresa.

Esperaré.  

~¤~

Al cabo de 20 minutos, alguien entreabre la enorme puerta de madera.

Miro a todos lados, no hay nadie cerca. Entro a la iglesia con recelo.

- ¿Antonio?

El extraño se quita la capa y descubre su cabeza. Es él.

- ¿Me buscabas?

- Hace más de una hora.

- No podemos correr riesgos a la ligera. ¿Qué quieres?

- Han devuelto el agua a “El Chele”, aunque no por mucho tiempo. El presidente volverá a cortar el suministro pronto.

- ¿Y por qué ha devuelto el agua a "El Chele"?

- En “El Chele” se cultivan las flores de su hermana. Habrá agua hasta que las plantas florezcan.

- Y tú sabes todo esto porque… ¿…?

- Sólo lo sé.

- O quizás Rubén tenía razón y eres una espía.

- Quería darte el mensaje. Ya lo hice, ya me voy.

- No lo creo- me detiene-. Siéntate.

- No creo que sea buena idea retenerme.

- ¿Por qué no?

- Ya he perdido bastante tiempo.

- ¿Te espera el auto negro afuera?

- ¿...?

- ¿El mismo auto que me salvó de la muerte y que te recogió en el barrio días atrás? ¿Ese?

- Me seguiste.

- Es lo menos que puedo hacer con una desconocida que se pasa todo el día conmigo y luego pretende desaparecer huyendo.

- Pero has aceptado verme hoy.

- Porque no eres una espía. Demasiado descuidada.

- ¿Entonces, por qué me retienes? ¿Quién crees que soy?

- Quiero que me lo digas.

Pero no diré nada.

- ¿Por qué me salvaste la vida? ¿Por qué ayudas a "El Chele"?- insiste.

- Me siento responsable. El presidente los maltrata.

- ¿Responsable? ¿Por qué responsable? ¿De dónde sacas la información? ¿Cómo sabías que querían matarnos aquel día?

No diré nada.

- Por favor- pide con tono humilde-, habla.

- Yo…,soy su hermana. Soy la hermana del presidente.

Antonio cierra los ojos, aprieta sus puños y respira profundo.

- ¡Dios! - exhala casi en un suspiro-. Lo sabía.

- ¿Qué sabías?

- Sabía que eras alguien muy cercana a ellos. Que trabajabas quizás en el palacio, pero... nunca tanto como el único pariente vivo del “excelentísimo”.

Esta definición del parentesco que sostengo con mi hermano me causa un profundo pesar.

- Siéntate- vuelve a pedir. Esta vez obedezco.

- ¿Qué vas a hacer? ¿Me tomarás como rehén para lograr tus objetivos?

El me observa un tanto serio, luego un tanto divertido.



#6759 en Thriller
#2639 en Suspenso
#16257 en Otros
#2583 en Acción

En el texto hay: asesinato, dictadura, disputa familiar

Editado: 20.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.