Mi hermano el presidente

Cómplice

padreCasi muero. ¡Estoy petrificada!

- No puedo hacer eso.

- Lo sabía- vuelve a cubrir su rostro- deja todo como está. Ayuda en lo que puedas y no vuelvas a enviarme mensajes- me empujaba hasta la salida-. Hay muchos caliés[1].

- ¡Antonio!- lo detengo-. Por favor, no le digas a nadie...- suplico.

- No les diré.

Me echa fuera de la iglesia y cierra la puerta.

Durante unos segundos, miré a todos lados desorientada. "Mata a tu hermano" aún escucho resonar en mi cabeza.

Mi respiración entrecortada, las manos me temblaban y un llanto nervioso comienza a rodar por mi rostro.

Camino meditando... no había pensado en los caliés. Pregunté a todo el mundo por Antonio. ¿Y si alguno era un informante? ¿Y si me hubiesen reconocido?

- ¡Hey! ¡Muchacha!- escucho que me llaman.

Me doy vuelta para encontrarme con el párroco. Un hombre bajito y flaco, de mediana edad.

- ¡Padre...! - el hombre se acerca.

- Te vi salir de la iglesia- dice.

- S-sí.

- Pero la iglesia estaba cerrada... ¿Cómo entraste?

- ... Pues...- pienso mentirle-... la verdad es que... - cambio de idea- Padre... ¿podemos hablar?

~¤~

Lo sigo hasta una especie de oficina, muy sencilla que tiene al fondo del pequeño templo.

Un escritorio tosco, dos sillas al frente, un archivero en una esquina. Dos imágenes de La pasión de Cristo decoraban las paredes.

- Siéntate- me pide amablemente-. La verdad es que estoy muy sorprendido de encontrarte aquí.

- ¿...?

- Te conozco. Eres Inés, la hermana del presidente.

Era cuestión de tiempo. Mi hermano financiaba todos los actos grandes que conmemoraba la iglesia y yo, siempre estuve a su lado durante las celebraciones. Todos los sacerdotes del país debían asistir a estos eventos. Todos. Una inasistencia podría traducirse como subversión.

- Pero, vamos ¡que no fue fácil! Vestida así pareces una adolescente.

Y entonces me di cuenta de que no sé mi propia edad... ¡Dios! ¿Qué me estaba pasando? ¡De pronto no recuerdo la mitad de mi vida! ¿Qué me pasa?

- A tu hermano... no le gustará saber esto...- continua el padre.

Bajo la mirada apenada.

- No tiene que decírselo.

El padre me mira como se mira a un amigo.

- ¿Qué haces aquí? ¿Estás en problemas?

- Yo no lo llamaría así- y pese a las advertencias de Antonio, voy a confiar en él-. Estoy ayudando a los revolucionarios.

- ¡...! ¡Santo Dios! ¡Y no llamas a eso un problema!

- ¡Está matando personas, padre!

- ¡Muchacha! ¡Cállate! ¡Te puede escuchar alguien! - dice bajando la voz.

Luce nervioso y al mismo tiempo emocionado.

- ¡Oh, Dios! ¡Podría costarte la vida! También la mía.

-...

- Yo le presté a Antonio la iglesia. No sabía con quién se vería.

- Antonio ya sabe quién soy.

- ¡Pues claro! ¡Él es el hijo del senador!

 

 

[1] Calié: Dominicanismo que significa "Espía", surgido durante la dictadura de Ulises Heureaux en el S. XIX.



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En el texto hay: asesinato, dictadura, disputa familiar

Editado: 20.12.2020

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