Mi hermano el presidente

Muerte en las calles

rubenNo quiero volver a casa. Le pido a Luis que no me lleve, así que comenzamos a vagar en el auto.

Divago en el asiento trasero. Mi país está hecho mierda... ¿Qué haría una mujer en mi posición? Me pregunto.

-¿Qué harías?

Aspiramos durante horas la soledad y el vacío de nuestra ciudad, entonces nos dirigimos a casa.

~¤~

Toque de queda y la ciudad está, una vez más, totalmente desierta.

A lo lejos se escucha una sirena que se acerca. Casi enseguida, dos jóvenes pasan frente a nosotros corriendo despavoridos.

Luis detiene el auto de golpe para no atropellarlos.

El carro de la policía aparece bloqueándoles el paso. Igual tratan de huir.

- ¡Deténganse! – gritan los oficiales saliendo del carro, pistolas en mano.

Uno de los jóvenes se detiene manos arriba, pero el otro, se cree muy lejos para detenerse... grave error.

Las balas surcan el aire, atraviesan su espalda y salen abruptamente por su pecho.

El otro joven cae de rodillas.

- ¡No disparen! - grita- ¡No disparen, por favor!

Los policías caminan hacia él. Otra patrulla llega y otra. Rodean al joven sobreviviente de rodillas sobre el asfalto, y lo golpean. Una y otra vez, lo golpean.

Finalmente lo esposan, lo arrastran como a un perro y lo introducen sangrando en el baúl de una patrulla.

Lo conozco.

Lo reconocí mucho antes de caer de rodillas.

Es Rubén.

Se lo llevaron.

La calle queda más desolada que antes. Ni un ruido... ni un suspiro. Nada. Excepto muerte y el viento que se lleva el polvo de la calle muerta.

Y nosotros, Luis y yo, no hicimos nada más que observar. No nos escondimos, nadie nos vio.

Dios... ¡mi estómago se retuerce! Aún no digiero lo que ocurrió.

Salgo del auto, tambaleante. Siempre me afectan los nervios todo el cuerpo y las rodillas… especialmente las rodillas.

- ¡Señorita, no!- trata débilmente de detenerme Luis.

Continúo avanzando de todas maneras.

Me acerco al cuerpo que dejaron allí, tendido sobre un charco de su propia sangre. Muerto. Sus ojos aún abiertos. También lo conozco. Las fuerzas me abandonan definitivamente. No puedo sostenerme en pie.

El abrazo oportuno de Luis evita mi caída. Me lleva hasta el auto.

Siento que me ahogo… ¡no puedo respirar!

~¤~

Me recibe la mucama. Le doy los guantes, sombrero y el bolso.

- ¿Pasa algo malo, señorita?

Lo pregunta por mi cara enfurruñada y ojos enrojecidos.

- ¿Está mi hermano?

- Sí. En el despacho. Llegó hace poco.

Creo que eso dijo, no escuché sus últimas palabras.

Camino hacia el despacho decidida. Las imágenes recientes regresan a mi mente mientras avanzo y... vuelven a fallarme las piernas. Debo darme fuerzas, la garganta me arde.

- ¡¡Perro!! - grito estrellando la puerta.

El maldito está allí, con una copa en la mano y una sonrisa que desaparece al verme.

Frente a él se encuentran algunos senadores y los más altos ministros del estado. Todos celebran con una copa en la mano.

- ¡¡Perros!! – me dirijo a todos.

Mi hermano no deja de mirarme, perplejo.

- ¡¡Cerdo!! - vuelvo a vomitarle desde el fondo de mi corazón.

- Cálmate. ¿No ves que estamos en una reunión? - dice.

- ¡Oh, disculpen! Disculpen... – pero yo ya estaba fuera de mi- ¿Están celebrando? Yo también quiero celebrar - le arranco la copa con rabia a uno de ellos-. Brindo por mi hermano. El jefe de estado, el primer mandatario joven de nuestro país- las lágrimas me bloquean, no me dejan hablar con propiedad-. El hombre en el cual millones y millones de personas depositaron su confianza y lo llevaron donde está... personas que ahora mueren en las calles.

Un murmullo corre por toda la sala.

- ¡¡¡Brindo!!! - grito acallando las voces-. Brindo por tu maldita dictadura ¡que les ha arrancado la vida a miles! Brindo por tus infelices seguidores, que tienen menos culpa que tú, pues al menos ellos lo hacen por posición y dinero. pero tú... ¿Por qué lo haces? ¡¡¿¿Por qué??!!

Dos tratan de sujetarme.

- ¡Déjenla! - ordena mi hermano y no hubo necesidad de repetirlo.- Pero qué dices, mujer.

- ¡Digo, lo que tú y tus títeres saben muy bien! ¡Son unos asesinos! ¡Le roban al pueblo y luego los matan!

- Basta.



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En el texto hay: asesinato, dictadura, disputa familiar

Editado: 20.12.2020

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