Mi hermano el presidente

En contra

vigila

Sentada en posición fetal sobre mi cama, lo observo entrar. Se mueve lento, amenazante, pero mi cuerpo aún no siente nada y, aunque mi cerebro se lo ordene, no se mueve.

Se detiene frente a mí.

- ¿Qué diablos te pasa? – pregunta.

No quiero contestar, tampoco mi boca quiere moverse.

- ¿Te estás volviendo loca? – está tan molesto que le rechinan los dientes.

Me revuelvo en la cama hasta darle la espalda. Me siento lenta, aletargada.

- ¿Desde cuándo te preocupa tanto el resto de la humanidad?  Nunca nada te importó. Antes eras más ajena a las cosas, todo te era indiferente.

Y comienzo a sollozar… de nuevo.

- Ignoraba lo que en verdad pasaba- confieso-. No quieras insinuar que no me importa mi pueblo, mi gente, que es la tuya también.

- ¡Malditos rebeldes! Sé que todo esto es mi culpa. No debí permitir que atacaran a los estudiantes frente a nuestra casa, ¡no debí permitir que esos renegados se acercaran a nuestra casa! - perdía la paciencia por momentos-. Eres muy sensible. Y no has sido la misma desde entonces-se sienta en el borde de mi cama-. ¡Pero debes entender que mi intención no es hacerle daño a nadie! Este país necesita quien lo dome, ¡quien los enseñe! - aprieta la mandíbula al hablar, parece sentirse impotente-. Son como niños, solamente son felices cuando los dejas hacer lo que quieren, pero si intentas corregirlos te convertirán en un dictador. El hombre más déspota del mundo. Y no me importa lo que ellos opinen, pero tú... tú solías creer en esto.

- La muerte. La muerte me cambió- volvían a pasar ante mis ojos los rostros de los caídos y volvía a sentir mi alma triste.

- Si me agreden, es lógico que reciban su castigo- se levanta enfurecido-. Hasta ahora, mi mayor dolor de cabeza son esos jóvenes revolucionarios. Inventan ideas, esparcen su mierda y enfrentan a mis hombres. ¡Sí! Esos jóvenes que te empeñas en defender son la mayor amenaza con la que lidia mi gobierno, pero te aseguro que pronto acabará.

- Nunca acabará. Si los matas, vendrán otros y otros.

- Pues déjame decirte esto. MI GOBIERNO, mi pueblo. Prefiero ver mi país hundido antes que aceptar el fracaso ante “esos”- dice con desprecio.

Camina hacia la puerta y desde allí me grita:

- ¡Mira el lujo en el que vives mientras tus compatriotas mueren en las calles! En el fondo, eres tan tirana como yo.

Y sale dejándome en el alma además de tristeza, un terrible dolor.

Tal vez debería tomar yo el veneno.

Tal vez debería ser yo quien muera.

~¤~

- ¿Qué piensas? - preguntó el senador al presidente.

- Alguien le está metiendo ideas en la cabeza. Quiero que la sigan- se volvió hacia el ministro de interior y policía- y maten al bellaco que está poniendo a mi hermana en mi contra.



#6762 en Thriller
#2640 en Suspenso
#16276 en Otros
#2589 en Acción

En el texto hay: asesinato, dictadura, disputa familiar

Editado: 20.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.