Mi hermano el presidente

Riesgo al máximo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Han pasado días. No he vuelto a salir desde la última discusión con mi hermano. Pero esta noche, es la reunión de los jóvenes revolucionarios.

Luis me llevará. Gracias a Dios mi hermano no está en casa. Desde nuestras peleas, no me invita a sus reuniones. Evidentemente, ya no confía en mí.

La verdad, no me importa.

~¤~

- Déjame aquí, Luis. Ya sabes a qué hora recogerme.

- Sí, señorita.

Camino hasta la iglesia evitando las patrullas, ocultándome entre las sombras.

No uso la puerta principal. Hay una puerta en los costados que conduce a un pasaje secreto. El pasaje es otra entrada a la oficina del padre. Tal como me lo explicara Antonio, debajo del rustico escritorio, oculta bajo la alfombra, está la trampilla que conduce al subterráneo. Allí, bajo el templo, están reunidos todos los muchachos y más... muchos más, incluyendo al padre y Antonio.

- Me alegra que vinieras, Inés - me saluda Antonio frente a todos-. Estábamos hablando sobre el encarcelamiento de Rubén y el asesinato de Rodolfo.

Las imágenes del suceso vuelven a mi cabeza.

- S-sí...

- ¿Sabes por qué les hicieron eso? - me pregunta-. Porque estaban regando volantes, simplemente... - luce muy triste-. ¿Saben que es lo que más lamento? - se dirige a todos los presentes ahora-. Que Rodolfo luchó tanto... - está lleno de rabia e impotencia-, y murió sin ver un cambio. En él veo a cada uno de nosotros. Protestamos. Salimos a las calles. Gritamos. Pero viene la mano de aquel que se considera más fuerte y nos aplasta. ¡Nos calla!

Los jóvenes allí reunidos, pasaron de la indignación y comenzaron a murmurar y a asentir.

- Si seguimos como vamos todos moriremos como Rodolfo. Sin ver un cambio. ¿Cuál de nosotros caerá esta noche? ¿Cuál de ustedes, morirá mañana? ¿Y seguiremos aquí? Haciendo reuniones de vez en cuando para comentar los asesinatos, para lamentarnos por los que están siendo torturados en las cárceles de este país. Y yo me pregunto, ¿qué hacemos? Realmente, ¿qué hacemos? ¿Luchar?

Todos niegan.

- ¿Estamos luchando, amigos? ¡No! ¡No estamos luchando! ¡Estamos evitando la lucha! ¡Estamos nadando en un mismo sitio! Y ellos no lo merecen. Los que se han sacrificado ¡No lo merecen! ¡No! ¿Saben por qué lo hacemos? Porque tenemos miedo. ¡Sí! ¡Miedo, mucho miedo! Todos nos "arriesgamos" hasta un punto mínimo. Otros como Rodolfo se arriesgan al máximo y saben por qué acaban muertos? Porque se arriesgan solos. ¡Se están arriesgando solos! ¡Arriesguémonos todos juntos! ¡¡Todos juntos!!! ¡No hay nada más fuerte que eso! ¡Créanme, amigos! ¡¡Todos juntos, sin miedos!! Yo sé que podemos hacerlo.

Todos aplauden y asienten. La mirada de Antonio taladra la mía.

Yo no puedo aplaudir, no puedo asentir... Para mí, arriesgarme al máximo significa asesinar a mi única familia.

- Estén preparados. Desde hoy lucharemos de verdad. ¡No importa que se nos vaya la vida en ello! Veremos el cambio.

Él tiene razón. No verían el cambio, sin aumentar el nivel de riesgo.

~¤~

 Al final de la reunión se acordó otra fecha para poner en marcha las estrategias de ataque sugeridas esa noche. Luego salimos de uno en uno por intervalos de 5 minutos.

Cuando llegó mi turno, Antonio decidió acompañarme.

- ¿Antonio, quería preguntarte… ¿tienes más… de aquel polvo blanco?

- ¿Qué planeas?

Lo miro en silencio.

- Te entregaré todo lo que tengo.

El auto negro se detiene frente a mí.

- ¿No vienes? - le pregunto a Antonio al ver que no avanza.

- ¡Claro! - me sonríe tranquilizador-. Pero olvidé entregarle algo a Pepe. ¡Ya, vete!

-Cuídate- y me lanzo a sus brazos impulsivamente.

- Vámonos, señorita- me apremia Luis por la ventanilla del auto.

Dejo a Antonio a toda prisa, cuando en verdad muero por quedarme entre sus brazos.



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En el texto hay: asesinato, dictadura, disputa familiar

Editado: 20.12.2020

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