Luis pone el auto en movimiento.
- ¿Cómo estuvo la reunión, señorita? - quiere saber y me ha tomado por sorpresa. Es la primera vez que se inmiscuye en mis asuntos clandestinos.
- Bien. Estuvo bien.
- Luis... ¿tú crees en el cambio?
- ¿...? ¿Del país?
- Sí.
- ¡Claro! Se está luchando por eso, ¿no? Usted es una parte clave en esa lucha. ¿Sabe qué pienso? Que Dios vio lo intocable que era su hermano. Nadie le podía hacer nada y todo parecía en vano. Pero ahora, el enemigo de su hermano, está dentro de su propia casa. Si usted, que lo tiene a su merced no puede combatirlo, entonces sí, ya no hay esperanzas.
Yo... ¿soy la enemiga de mi hermano?
- El pueblo está en sus manos, señorita y yo confío en usted- concluye Luis.
Sus palabras me comprometen en gran medida.
- ¡Dios! - exclama Luis de pronto.
- ¿Qué pasa?
- ... – Luis ha palidecido.
- ¡¿Qué pasa, Luis?!
- Nos están siguiendo...
Voltee a mirar. Efectivamente, una patrulla y un carro oscuro venían tras nosotros.
-¿Quiénes son? - pregunto.
- Los del carro oscuro... son matones especiales. Trabajan bajo orden directa del presidente.
- ¿Qué significa?
- Dónde esté ese auto, habrá muerte segura, y nos vienen siguiendo desde el punto de encuentro.
Siento que el miedo se apodera de mi cuerpo.
- No se preocupe, señorita. Trataré de perderlos.
- ¡Dios! - empiezo a transpirar profusamente-. Pero… ¿Cómo…?
- Debió tener más cuidado, señorita. Es evidente que su hermano la mandó a seguir.
Veo el rostro de Luis por el retrovisor. Está tenso, su frente surcada por un hilillo de preocupación.
- Luis... lo siento- sollozo.
- Señorita, no se despida de mi aún. No se lamente por nada.
Y aunque me encontraba tras él, no pude evitar abrazarlo a través del asiento.
Siento su corazón agitado.
- ¡Póngase el cinturón!
Luis respira profundo y acelera.
- ¡Sujétese!
Dobla rápidamente en una curva y se introduce en el primer callejón.
- Baje.
- ¿Q-qué?
- ¡Baje, rápido!
Bajo a toda prisa.
- Trate de llegar a casa. Dios la bendiga.
Y de un acelerón, saca el vehículo de nuevo a la avenida y se aleja a toda máquina.
- L-Luis...
Nerviosa y desencajada intento asimilar qué es lo que pasa, pero escucho el motor de autos que se acercan. Me escondo tras unos botes de basura. La patrulla y el auto negro pasan frente al callejón y siguen de largo, van tras Luis.
Intento calmarme. Trato de caminar. ¡Maldito nerviosismo! Debo ser más fuerte. ¡Debo aprender rápido a sobreponerme! Y de inmediato, el sonido de un auto que se estrella.
- L-Luis...
Salgo a la acera. Tomo el mismo camino que Luis.
Todo es silencio. Y luego, un disparo.
- ¡...! ¡Luis! ¡Luis! - acelero el paso.
Y de nuevo, escucho autos que se acercan. Me escondo en una esquina. Los veo pasar. Son más. Dos autos negros y una patrulla.
Lo emboscaron.
- ¡Luis! – no puedo parar de llorar.
Corro para encontrarme con lo esperado.
- ¡Luis! - grito inclinándome sobre su cuerpo. No puedo hacer nada por él, tiene una bala incrustada en la frente.