Mi Hijo es Suyo Jefe

02

Me hundo en la colcha, con la mirada perdida en el techo mientras un torbellino de pensamientos se dispersa en mi cabeza, confundiéndome y volviéndome una desconocida y desconfiada. Entre todo ese caos, siento la necesidad de contarle a mi madre lo que ha sucedido, aunque me da vergüenza solo pensarlo. Sin embargo, pienso que ella es la única persona con la que podría comenzar a hablar al respecto.

No, no puedo simplemente decirle que me acosté con un tipo por capricho.

—¿Estás ahí? No voy a regañarte por haber quedado fuera, pero al menos podrías haber respondido mis llamadas. Llamé hasta tarde y me preocupé al no recibir ninguna respuesta. ¿Está todo bien? Todavía no has bajado a almorzar.

Es mi madre al otro lado de la puerta, y sigue tocando la madera al no obtener respuesta de mi parte. Tomo una bocanada de aire.

—Mamá, puedes pasar.

Finalmente, mi madre entra a la habitación y me mira fijamente, estudiando mis facciones. Solo espero que no se dé cuenta del cambio... Por eso, evito sus ojos curiosos y miro mis manos entrelazadas, como si eso fuera lo mejor que puedo hacer.

—Oye, de verdad no me molesta que hayas quedado fuera, pero me hubiera gustado que al menos me avisaras para poder dormir. Estuve dando vueltas sobre la cama toda la noche preocupada porque no habías llegado a casa —repite mientras se sienta a mi lado y me siento un poco incómoda.

¿Debería contarle lo que ha pasado ahora que está aquí, o debería guardar el secreto y quedarme callada?

Me siento culpable al saber que mi madre se preocupa por mí. Nunca fue mi intención hacerle esto. Pero estaba tan herida por lo que sucedió en la boutique, que ni siquiera había mirado el teléfono. Eso es otra cosa de la que debo hablar con ella, le contaré que lamentablemente he perdido mi empleo. Es triste, porque el dinero en casa es muy necesario. Pero había estado cuidando muy bien mi trabajo todo este tiempo y ahora, de forma injusta, lo pierdo.

Es la triste realidad.

—Sí, tienes toda la razón, madre. Debí al menos haberte llamado o enviado un mensaje para que supieras que me iba a quedar fuera. Te prometo que no volverá a ocurrir y te pido disculpas por no avisarte —le expreso y ella me regala una sonrisa cariñosa. Yo le sonrío de vuelta.

—Está bien. Vamos a dejarlo en el pasado. Ahora que has prometido avisarme si esto vuelve a suceder, ¿puedo saber dónde te has quedado? No te sientas presionada si no quieres responderme, pero sabes que puedes confiar en mí. ¿Es algún chico?

Mis ojos se abren como platos ante la pregunta de mi madre, quien quiere saber si, de hecho, he pasado la noche con un hombre. Sin embargo, me siento tan insegura de contarle la verdad que me siento tentada a mentirle, a pesar de que realmente no me gusta hacerlo. No quiero decirle la verdad.

—Mamá, ¿por qué tendría que tratarse solo de eso? No, no he pasado la noche con nadie, si eso es lo que insinúas. Deja de mirarme con esa mirada pícara —insisto y ella se ríe de mi expresión. No puedo creerlo. Suspiro profundamente.

—Está bien. Pero no tiene nada de malo, lo que quiero decir es que si has pasado la noche con alguien, no debería ser algo del otro mundo. Además, ya me estaba preguntando cuándo te interesarías por los hombres. Tienes...

—Lo sé, mamá. No necesitas recordarme mi edad y no estoy interesada en buscar pareja ahora mismo. Lo único que me importa es encontrar un ingreso. Eso es todo. Así que deja de mirarme así, mamá, te estoy diciendo la verdad —insisto y ella resopla.

—Bueno, tampoco te estoy acusando ni llamándote mentirosa, y eso es lo que te ha sonrojado tanto. Conozco esa mirada en una chica, así que no intentes engañarme. Pero si no te sientes preparada para hablar de estos asuntos conmigo, lo entenderé. No tienes que hacerlo.

—Lo siento, mamá —la miro y siento que las lágrimas amenazan con salir—. En realidad, ya no tengo trabajo en la tienda. Sucedió. Ahora estoy desempleada otra vez... Lamento que todo esto esté pasando, pero prometo que en estos días encontraré otro empleo. No me quedaré de brazos cruzados, buscaré un nuevo trabajo esta semana. No quiero que las cuentas se acumulen y que las cosas empeoren, como la última vez. ¿De acuerdo? —expreso mientras suspiro.

—Oh no, no puedo creerlo. Realmente no esperaba esa mala noticia. ¿Puedes decirme qué pasó exactamente para que hayas perdido tu trabajo? Según yo, eras una de las mejores allí, así que no entiendo cómo lo has perdido —pregunta mi madre enfadada. Sin embargo, sabe que no quiero ir a reclamar, por lo que no insiste en que actúe al respecto. Agradezco que respete mi decisión de no hacer nada, no quiero complicar más las cosas. Siento que no resultará.

***

El domingo llega demasiado pronto y no tengo nada que hacer ese día, de hecho, me siento aburrida e intento matar el aburrimiento al empezar a limpiar mi habitación. No es que nunca lo haga, lo que pasa es que estaba muy ocupada yendo a trabajar temprano a la boutique, y luego llegando tarde a casa. Casi nunca tenía tiempo de poder arreglar mi dormitorio. Ahora que no tengo que ir a trabajar, aprovecho para hacerlo y así quedar satisfecha con mi sitio limpio. Es importante mantener un espacio limpio y ordenado.

Mi madre aparece cuando estoy aspirando la alfombra y se me queda mirando con sorpresa, parada todavía en el umbral. Me detengo un momento para mirarla. Trae algo en la bandeja, sé que es comida.

—Hija, todavía no has desayunado y ya te has puesto a limpiar. Además, yo lo haría. ¿No sabes que es importante tomar el desayuno para comenzar bien el día? y tú te lo has saltado, y eso no es algo bueno. Así que deberías de no hacerlo otra vez.

—Es porque he comido demasiado anoche que todavía no tengo hambre, pero terminaré de hacer esto para bajar a desayunar, te lo prometo —le menciono para dejarla tranquila, y mi madre asiente.

—Bueno, eso espero. Como ya he comprado, voy a ir al mercado para comprar algunas cosas. ¿Necesitas que te traiga algo? —le pregunto y me quedo pensando.




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