Mi Imbécil Favorito

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 MÁS PELEAS

 

Un zumbido atormenta mi mente y los recuerdos de anoche empiezan a llegar a mi mente. Alcohol, bailes, Nick y Alex besándose, ¿CÓMO? ¿BESÁNDOSE? No, no, peleándose. Pero... Ahora que lo digo, ¿quiénes eran las dos chicas que se besaban en aquel baño...?

Un mensaje llegó a mi móvil en ese momento. Abro los ojos acostumbrándome a la tenue luz que invade la mayor parte de mi habitación a través de las cortinas. Cojo mi móvil y lo desbloqueo, me llevo una sorpresa bastante agradable cuando veo un mensaje de Alex aparecer en la pantalla de inicio.

    

El más guapo, Alex: Hola preciosa, te apetece ir a tomar algo?

Yo: Claro, vamos al Starbucks del centro?

 

Contesto de inmediato, no por desesperada, sino porque no quería estar en mi casa en estos momentos. 

Él tampoco tarda nada en contestar.

 

El más guapo, Alex: Vale, en veinte min. allí. ❤️

Yo: vale, xao🥰

     

Me levanto de la cama, agarro la ropa que tengo sobre el escritorio y voy directa a la ducha. Mientras "Ojalá" de Beret suena en todo el cuarto de baño, el chorro de agua fría cae sobre mi espalda, mojando cada parte de mi cuerpo. Después de cuatro canciones más salgo de la ducha, me peino y dejo mi pelo suelto con unas ondas en las puntas. Luego, me maquillo de forma natural y cepillo mis dientes. Salgo del cuarto de baño con la ropa interior puesta de encaje de color blanco, para posteriormente ponerme el conjunto que previamente ya me había preparado. Consta de una falda denim con un cinturón negro, una camiseta con un estampado de olas debajo de una camiseta de manga corta blanca con un poquito de mar, unos tacones blancos y un bolso rosa pastel.  ¡El look perfecto para ir a tomar un café!

     Metí todo lo necesario en el bolso; pañuelos, dinero, llaves, móvil y un pintalabios        

Metí todo lo necesario en el bolso; pañuelos, dinero, llaves, móvil y un pintalabios. Me voy de casa sin despedirme de nadie, mis padres estaban en una especie de reunión, así que prefiero no molestar.

Cojo el metro que hay a unas calles de mi casa y llego hasta el Starbucks donde he quedado con Alex. El metro se ha retrasado un poco, así que llego diez minutos tarde, cómo no. ¿Nora llegando tarde? ¡Qué raro!

Entreveo a Alexander sentado en una de las mesas del fondo mirando algo en el móvil. Me acerco despacio hacia él, sin hacer ruido para que no se diera cuenta de mi presencia. Cuando llego justo detrás de él le tapo con cuidado los ojos con mis manos.

    

 —¿Quién soy? —pronuncio alegremente. Parezco una niña pequeña que va a darle un regalo a su mejor amiga.

—Mmm —piensa con una postura algo tonta—, no sé . ¿Una chica muy fea...?

—¡Ah! —digo de forma dramática sentándome enfrente de él, con una mano en el pecho.— Eso me ha dolido.

Los dos reímos— ¿Qué tal tú hermana? —ayer Alex tuvo que irse pronto porque su hermanita estaba enferma.

—Mejor, ya no tiene fiebre, la está cuidando mi otra hermana.

—Me alegro —sonrío.—. Pero la pregunta es: ¿tú cuántas hermanas tienes?

—Solo dos —contesta soltando una carcajada.

Después de que él pidiera un café americano y yo uno con nata y caramelo, y unos croissants para los dos. Estuvimos hablando de nuestras vidas y riéndonos un poco por todo.

—Bueno, ¿y la princesita dónde estudia?

— Está princesita, estudia en un internado. ¿Y el sapo, dónde? —pregunto haciéndole burla.

—¿¡Me has dicho sapo!? —yo asiento divertida— ¡Qué feo eso! —dice notablemente "ofendido"— Estudio en el internado Miralba, ¿te suena no?

—¿Cómo? ¿En ese? Ya no podemos hablarnos —digo levantándome dramáticamente de la silla para irme. Porque se supone que nuestros internados están peleados o algo de eso me ha dicho Paris.

—Siéntate, boba —me dice agarrando mi muñeca y haciendo que yo me siente de nuevo enfrente suya.

—¿Y esto? —digo señalando un tatuaje que tiene en la muñeca, debajo del reloj.

—¿El qué? —mira hacia su muñeca dubitativo.— Ah, esto. Nada la fecha de nacimiento de mi hermana.

—Oh —¡es tan tierno!— La quieres mucho, ¿no?

—¡Ajá! Es la consentida de la casa. 

— Ya quiero conocerla —respondo honestamente con una sonrisa.

—¿Te apetece venir a comer a mi casa y la conoces?

—Ojalá pudiera —le digo triste—, voy a comer con mis padres y luego tengo que volver a mi maravillosa cárcel estudiantil.



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En el texto hay: adolescentes, amor, apuestas

Editado: 24.07.2021

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