La esposa. Gaia y cada momento con Júpiter. Se empiezan a revelar acontecimientos.
La verdad es que he jugado con él, y he vivido lo suficiente con él para ser feliz. No se podría decir que es un arreglo frívolo, sino un contrato cuyas clausulas incluyen todos los afectos que existen en el mundo.
Era otro día y la lluvia había cesado por completo. Gaia se sentía mejor.
Mientras ella fue a la cocina, pude oír el maullido del gato, fui a darme una ducha y al salir con era de costumbre la plática de Gaia con el felino era tan normal. Sera mejor que los vecinos no la vean.
- No sabía realmente, que afectaría a ambos – Le comentó al gato. estarán platicando sobre otro gato.
- ¡Cariño! No te parece una locura. Bueno ya lo he dicho.
- ¿Veo que te encuentras bien?
- ¡Claro que me encuentro bien! Todo se ubica en orden.
- ¡Ah! – Dijo ella – ¿No recuerda………?..MMM…. Eso es bueno. -
- ¿Qué debo recordar? – Pregunté con sigilosa mirada –
- Tus trabajos de la universidad – Explicó
- Es verdad. Pronto me darán los resultados del trabajo de informe de sumeria. Aún la sala Hades está en proceso.
- ¿No pudieron avanzar?
- Para nada. Erwin explicó que faltan piezas y resultados, para aclarar a qué procedencia ubicarlos.
- ¿Debe ser muy difícil catalogarlos no? – Pregunta ya en la mesa con las tostadas y mermelada. Ella sorbe un poco de café
- Hay muchas culturas foráneas – Le comenté untando un pan con queso. Luego de un sorbo de café moví el cuello para relajar los músculos. Sentía una tenue tensión, al girar veo como una cabeza de una efigie como estatuilla– ¿Y esos elementos?
- ¿No te parecen fantásticos? Es sino me equivoco un tiki, o parte de ella.
- ¿Un tiki? ¿Una estatua de la polinesia? ¿Es de la isla a la cual perteneces?
- Se podría explicar que sí.
- ¿Es un dios?
- Estemm.. pues sí..
- ¿No sabes no? – Pregunte frunciendo el ceño en burla. -
- Para tu información, tu querida esposa sabe más de lo que crees. –
- Eso, pues, es totalmente cierto. En forma, tú fuiste quien presento el trabajo, y fuiste ayudarnos al museo.
- ¿Al museo?
- Claro, ¡el día que estaba con Origima!
- ¡Danna! Debes revisar tu cabeza. No fui a ningún lado.
- Pero, si tú estabas. Es más, me ha dicho que no tuviera miedo a las leyendas que existía ahí.
- ¡Ay Danna! Me da pena saber que mi esposo se está volviendo loco. No te preocupes éste matrimonio arreglado funcionará a la perfección de cómo que me llamo Gaia Justina
- ¡Mujer no me tomes por tonto! Confió en tu poder de invocación, pero no me da mucha credibilidad.
- Volviste a ser el de siempre.
- Siempre he sido esto que ves
Por la ventana se asomó Gaía al escuchar unos ruidos.
- ¿Qué ocurre Gaia?
- Alguien se muda. -
- ¿Se va, o viene? - Y fui hacia ella. -
Veíamos juntos que un camión de mudanza, estaba transportando uno objetos. Eran aparentemente de la dama de coletas. Si, Rigel. La que es mi superior en el trabajo se mudaba. A Gaia le pareció bien, a mí no cruzarla aquí mejor todavía. Nunca más la había visto, y eso por su carácter de sub jefe me generaba tranquilidad. Ante ello. Una partida de una persona hubo un impase en mi mente de un dama, y vino a mí ese instante. Su nombre era Carol. Era nuestra vecina también. Tampoco la veía hace mucho tiempo a ella, la chica cosplay. Entonces le pregunté a mi esposa.
-
- Gaía. ¿Sabes algo de Carol?
- ¿Carol?
- ¡No recuerdo ese nombre!
- ¿Eh? Es nuestra vecina. Tú fuiste a su casa, varias veces.
- ¡Danna! ¡Estás loco! – Gaia me observó fijamente con sus ojos rojos, y de alguna manera su cabello parecía moverse solo por inercia como si el viento se ajustara solo a ella, y su extensas líneas que viajaban por si solas.
- ¡Bueno…! - Me mantuve analizando lo que dije hasta que, olvide por completo aquellas palabras. Algo está mal en mi cerebro. Las redes nos deben estar transfiriendo la información como corresponde - ¡Gaia, tu cabello esta despeinado! – Dije en un lapsus de hipnosis. –
- Suele ocurrirme cuando tengo emociones – Confesó seriamente. -
- ¿Qué?
- ¡Olvídalo!
Ella sonrío. Tocaron a la puerta.
- ¿Quién será? – Pregunte, y me incorporé para ir.