La esposa y la búsqueda. Rhini sabe la verdad, Júpiter, y está en peligro Un emisario de los Saurios. Gaia, huye a los pantanos. Todos vamos por ella. -
No esperaba que el cazador tuviera en sus manos a la presa.
Entrada la etapa del mediodía, Rhini seguía sin dar rastros de
existencia. Nos disponíamos a comer, aprovechando que nos
instalamos en un lugar técnicamente seguro.
- ¿Libia quiere saber dónde está Rhin?
- También quisiera saberlo.
Seren, fue recorriendo desde la copa de un árbol. Había trepado con velocidad y de allí no descendía.
- Seren, ven a almorzar algo, ya está lista la comida.
Ella seguía allí.
- Seren..ven aquí..
- No, pude ver dónde está.. – Se lamentaba ella. Y luego
descendió a gran velocidad y destreza de esas que tienen los
gatos.
- Libia dice que debemos buscarla en varios puntos.
- Ella volverá. Sabe cuidarse. – Dije, aunque me preocupaba, que
algún monstruo la hubiese atacado. Sin embargo debería sentirse algún indicio de combate. Gritos, ruidos, estruendos, y el único sonido es el de nuestras voces y el arroyo con el esporádico cantar de pájaros que van y vienen.
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Esperamos unos momentos, mientras caía la tarde.
- Esta mujer no aparece, y debemos seguir adelante a Urbanna –
Dije y respiré hondo. – diablos, iré a buscarla. Seren estaba nuevamente en la copa de un árbol observando el horizonte a fin de saber si aparecía, o tal vez hubiera rastros. Su olfato no le permitía intentar determinar por lo que resolvió ver con su aguda visión. Libia caminaba de un lugar a otro. Con determinada magia palpaba el sitio tratando de determinar las huellas de su calzado.
- Libia, no puede ver bien. – Intenta la pequeña verificar, pero
era imposible. Era como si se la hubiera tragado la tierra.
- Me cansé iré a buscarla - Tome mi cilindro automático que
titilaba con una luz. como siempre en mi despiste no le presté atención a ello. Y me alejé desde la tupida maleza – Quédense aquí. En caso de que ocurra algo, quiero que me den aviso. Iré en la dirección sud. Libia si hay problemas, quiero que lances esto. – le di una bengala de fuego. – El sonido y el color me advertirán de ello – solo debes encenderla en el fuego y listo el color y el humo me dirán que están en problemas de acuerdo?
- Libia entendió bien –
- Perfecto. – Y empecé a caminar por los arbustos.
- Libia dice algo a Júpiter. –
- ¿Qué ocurre?
- Libia quiere que traigas a Rhin. Y que tu también regreses –
Expresó con cierto miedo y lastima
- Yo.Yo.. También..quiero.. – Se hallaba en la misma situación
Seren. Ambas estaban preocupadas por ambos. -
Le dí de despedida una cara sonriente.
- No se preocupen. Regresaré con Rhin. Sanos y salvos. – Y me
fui en su búsqueda.
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Transformé aquel cilindro en un arma. Como una espada, pero no tan amplia.
Rhin estaba aguardando, insumida en sus pensamientos de cuclillas. Meditó lo suficiente como para darse cuenta que ya era una realidad debía cumplir su misión. Nada, ni nadie podía entrometerse con la princesa Gaia, y la protegería sea de los llamados terroristas terrícolas, el monje o quien fuere. Concluiría su trabajo y luego iría de inmediato por Gaia, a Urbanna.
- ¡Rhin!..¡¡¡Rhin!!! – Le gritaba sin cesar. –
Una y otra vez grité en su llamado. Una hora había pasado entre caminatas.
- ¡¡Rhinnnnn!!
Pronto ella reconoció la voz.
- ¿Es él? – Expresó como pregunta y se vino a su mente la
imagen exacta. - ¿No pudo haberme encontrado? Mis
movimientos no pueden detectarse bajo ningún aspecto. – Eso mencionaba ella. Y es por eso que Libia no podía interceptar sus huellas como tampoco Seren avistarla. Sus movimientos y equipo de combate le daban rigurosidad en materia de escape, no por nada la capitana, es la asesina ideal del reino.
- ¡¡Rhin!! – Continuaba gritando.
Ella fue corriendo entre loar arbustos y se mimetizo en ellos. Hice un tramo determinado, cerca de un barranco entre árboles. Había un precipicio que daba nombre a otro desfiladero. Proseguí entre matorrales, pero no podía sentir nada. Iba moviendo mi sable para ambientarme a ello. Entre unos yuyos se oía un sonido. Respire hondo y me arme de valor hacia allí. Al acercarme una criatura pequeña salió espantada a gran velocidad. Eso me produjo un
sobresalto – ¡¡Ahh!..¡¡Uff!! – No fue nada, volví a controlar mi
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respiración tomándome el pecho con la mano derecha y tranquilizándome de que no era nada hostil. Miré a los alrededores y di unos pasos a un camino, que siempre conducía al barranco.
Rhin aguardó agazapada de entre los arbustos. Me encontraba practicando con el uso de aquella arma más que nada por si aparecíancriaturas que ocasionaran un peligro. Ya me sentía Conan, el bárbaro, pero flaco y con rostro de tonto. La prioridad era encontrar a Rhin. Dejé a las niñas que buscasen en las cercanías sin alejarse, y les pedí que dieran aviso ante problemas.
El tiempo transcurría y fui eliminando objetivos que no eran agresivos. Maleza muy extraña con ganchos como cactus. Me detuve un segundo a ver el cilindro era como si me sintiera más fuerte. La práctica de Rhin había dado sus frutos en algún punto. Mi tabla aumentaba personal -física y mental de nivel.
- ¡¡Wow!!..Jamás creí que dominaría su uso. ¿Me pregunto si
podré tener estos poderes y estos movimientos cuando regrese a la tierra? ¿si está bien llamarlos así?. No importa. La prioridad es encontrar a Rhin y largarnos de aquí. Y luego ir por Gaia. Rhin escucho todo ello. Y se dio por enterado que me dirigiría decidido, por la princesa. Su enojo aumentó drásticamente. Y con un salto fue hacia mí con dos cuchillas filosas.