La esposa y la búsqueda. Los preparativos del casamiento. Gregory va por los pactos. Se inicia un ataque. Júpiter debe llegar a tiempo. El encuentro de dos planetas luego de mucho tiempo.
Estoy cerca de ti, Gaia, estoy
cerca. Espérame..Te salvaré..Tú, Júpiter olímpico. -
Gaia, ahora estaba en uno de los calabozos de la parte superior subterránea del reino de los saurios. Permanecía allí incomunicada. Luna fue llevada a otra sala, en la cual la tendrían pata interrogatorio, de acuerdo a sus estudios como científica. A ellos les interesaban de hecho todas las actividades que se fueron desarrollando en aquel sitio.
Al otro día por la tarde se establecería las nupcias correspondientes y en una semana El reino saurio anexaría el reino de las Pléyades según el acuerdo. El futuro de Gaia, después de ello sería incierto. Aunque el plan del príncipe Megasaurio, sería una cárcel repleta de ostracismo. Tanto entonces por ella, como los reyes, y luego tonaría el reino de su padre y madre de la misma manera. El complot ya estaba dando sus resultados.
- Prepararemos todo como está desarrollado el plan. Mi padre, ya
ha dado todos los requisitos, sin preguntar ni sospechar nada – Argumenta el príncipe sentado en su mesa con una copa de vino espumoso - Y mi madre, la reina, no tiene voto alguno con lo que poder manifestarse –
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- Hazlo, bien y mañana por la noche serás el rey indiscutido. –
toma un sorbo el monje Sir que levanta en son de un triunfo que aún no se ha materializado.
- Tu cumple tu parte del trato, sin condicionamientos – Expresa
erráticamente al monje – No quiero tener que discutir nada con relación algún ataque. – Y luego lo señala de forma brusca con la copa delante, observando al mismo entre el espacio transparente del vidrio y el líquido oscuro, y en el medio aquel.
- Estaremos esperando a los terroristas a las afueras.
- ¡¡Perfecto!! …La seguridad está concluida, para que nadie entre
ni salga del territorio. Las fronteras están custodiadas.
Un hombre ingresa a la sala con un permiso y se arrodilla ante el príncipe. Éste lo marca en la frente con dos dedos. Y éste sin levantarse le otorga el recado con su mano derecha extendiéndola, y en ella el mensaje. -
- ¿Me has traído la información requerida?
- ¡Señor..! – Y un sobre metálico con un membrete proveniente
de un planeta muy lejano.
- Bien.. – Lo abre, y lo observa -¡Perfecto!..¡Todo está saliendo
como lo he planeado!
El monje desconocía sus otros planes preexistentes, por lo que guardaba un poco de curiosidad.
- ¡Retírate!
- Con su permiso, mi señor… - Éste se incorpora con la
autorización debida, y se retira de la sala.
- Veo que hay información fundamental.
- Lo suficiente para otro acuerdo, y es por ello, que debes
cumplir con tu palabra, sino la situación no será de tu agrado.
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- Por favor.. ya se lo he dicho..Todo saldrá a la perfección –
Esboza una mueca burlona aquel hombre. – Me retiraré por el momento a mi despacho.
El saurio asiente. Ambos se guardaban desconfianza. Ni uno, ni el otro podían actuar según sus medidas.
- Otro reptil entra en la sala.
- Vigílalo. Una vez cumplido el matrimonio, nos desharemos de
ese monje
- Sí, señor – Y se retira aquel.
Los magos se acercaron al monje
- Tenemos todo preparado.
- ¡Excelente!..¡Je!..¡je! – Solo deben darse algunas circunstancias
para que aquel reptil avaro, caiga..Y tendremos al Saurio mayor comiendo de nuestra mano ¡Je!..¡je! – Se ríe el monje., en cuanto sus súbditos magos siguen su marcha controlando el sitio hasta su aposento.
- ¿Si hubiera alguna manera de poder salir de aquí? - Gaia
palpaba las paredes de una roca de concreto húmeda. Era una torre inmensa. Al capturarla, la habían transportado rápido sedándola a fin de que no pudieran reconocerla si llegase a escapar y pedir auxilio. –Ella iba de un sector a otro. Las lunas brillaban en el cielo y una luz entró allí intentando vencer a la oscuridad de aquella celda insulsa y vetusta. Suspiró en
reiteradas ocasiones y se colocó en el suelo tomándose las
rodillas apoyando en mentón de su rostro en ella - ¡quiero irme
de aquí – Expresó como una niña asustada. -¡No quiero
casarme… – Algunas lágrimas se escaparon y le pidió a la diosa ayuda para ello – Si puedes escucharme, por favor ayúdame – Diosa Hestia de los cielos y universos – Esa diosa a la que ella
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rezaba. Aquella estatua en donde Júpiter la abrazó en la tierra – ¡¡Por favor!!..¡¡Escucha mis cantos!!..¡¡Mis lamentos!! ¡¡Te lo suplico Diosa, ayúdame – Y se lanzó a llorar – Júpiter quisiera que estuvieras aquí - ¡¡Snif!!..¡¡Snif!! - ¿dónde estás? –Las lunas continuaban iluminándola con todos esos colores del universo espacial en el cual se refugian las estrellas. -
- Vamos..Di algo bruja de la alquimia – Expresa el comandante a
Luna, mientras pasa su uña afilada sobre su mejilla. Ella corre su rostro a un costado. - ¿Para que estabas realizando los estudios? – La lengua del ofidio salía repentinamente y escupió en el suelo una saliva de fluido puro que quemaba el suelo, haciendo que de ella salga un vapor venenoso como el ácido muriático.
- No tengo por qué responderte, reptil inmundo. ¡¡Ya!!
¡¡Suéltame..!! ¡¡vendrán del reino de las Pléyades y te harán pagar!!
- ¡Ja!.¡Ja! - ¿Vendrán? Nadie vendrá por ti - Y le acepta con la
palma de su mano una bofetada dejando un rastro de sangre por sus uñas –
- -¡Ahh! – ¡¡Quita tus manos de mí!! – Gritó Luna.
- A partir de mañana..Te haré mía, pleyadiana..¡Je!.¡je! –No
tendrás que preocuparte porque te maten. Serás mi esclava personal – Sacó su lengua lamiéndose los labios.