Mi lobo mi humana

La verdad es oscura

Capítulo 6

 

 

 

Mi vida iba de mal en peor, tenía a un completo extraño en mi habitación, mi abuela no sabía nada de eso, corríamos peligro y ni siquiera sabía de qué porque Eyolf, hablaba super extraño. Sentía que ocultaba más de lo que decía, y temía que las cosas fueran más peligrosas de lo que yo podía pensar. 

 


En el almuerzo estuve muy ida y la abuela lo pudo notar, ya que cada pregunta que me hacía demoraba en contestar y me quedaba pensando en ese asunto que prácticamente ocupaba todo el espacio de mi cerebro. 

 


—Moon, cariño, mañana saldré temprano a casa de gloria, ella es una amiga con la que juego cartas los fines de semana, pero está enferma y creo que pasaré la tarde allá—dijo y luego de reflexionar varios segundos reaccioné. 

 


—Ah, claro, abuela está bien—contesté 

 


—Bien, cariño, voy a recoger la ropa de tu abuelo para llevarla a la caridad, ¿Quieres ayudarme?—propuso y asentí de inmediato. 

 


—Sí, por supuesto, aunque… ¿No crees que es muy pronto?—quise saber y negó. 

 


—No, de hecho supongo que es lo mejor, la verdad no quiero verme afectada cada vez que abra el clóset para buscar algo que ponerme, extraño mucho a tu abuelo, pero no quiero sufrir cariño—expresó con la voz quebrada transmitiendo una gran tristeza, yo hice un gesto de lado con mi boca y me acerqué para tomar su mano al tiempo que veía al rostro.

 


—Te entiendo abue, y te prometo que aunque no pueda hacer nada para traerlo de vuelta y tampoco para sanar ese dolor que sientes, voy a apoyarte hasta que ese dolor sea solo una cicatriz—confesé con honestidad, pues yo amaba a More, y verla triste también me afectaba. 

 

 

 

Luego de ayudarle con los platos, fuimos a su habitación para empezar el largo trabajo de sacar toda la ropa del abuelo, sin embargo, ella se sintió tan mal que al sacar la primera camisa rompió en llanto, yo intenté consolarla y fue inútil por lo cual le aconsejé mejor que me dejara a mí hacerlo, por el hecho, de que a pesar de tenerle tanto cariño al abuelo, no me iba a afectar tanto, como a ella. Y así fue, yo tomé cada prenda y las metí a unas cajas de cartón, sin embargo, escondí algunas para Eyolf, ya que me parecía que le podían quedar porque el abuelo también era de una buena estatura y corpulento.

 


Además, no tendría a ese extraño en casa quien sabe por cuanto tiempo, semidesnudo. Al menos si nos iba a cuidar que estuviera vestido. 

 


Saqué todo a la sala y las otras prendas las escondí para cuando ella no estuviera viendo poder subirlas a mi habitación, como se había puesto tan mal bebió una pastilla calmante y se fue a la cama, yo estuve con More el tiempo suficiente hasta que se quedó dormida y luego me fui a mi habitación, llevaba la ropa en mis manos la cual me trajo una gran nostalgia por los recuerdos de mi abuelo, ya que era difícil aceptar cuando alguien a quien se amaba no estaría jamás. 

 


Abrí la puerta y Eyolf se encontraba en el suelo leyendo mi libro, lo observé y me pareció curioso que se interesara por ese específicamente, entonces carraspee para llamar su atención. Levantó la vista y me contempló inclinando la cabeza de lado.

 


—¿Qué?—interpeló y mostré la ropa.

 


—Necesitas algo que ponerte, no vas a estar en esas fechas aquí. Se la lancé y la tomó en el aire esbozando una sutil sonrisa. 

 


—Gracias—contestó y permanecí en ese lugar como idiota sin saber qué hacer, entonces volvió a sonreír para agregar—¿Vas a quedarte aquí a verme?—insinuó y abrí los ojos muy grandes, negando rotundamente. 

 


—Oh, no, claro que no—salí de la habitación sintiendo que mis mejillas iban a estallar, ya que nunca había pasado por un momento tan bochornoso, mi vida con los chicos no era lo que podía decirse algo muy activa, ni siquiera había tenido un novio y lo más cerca que estuve de ver a uno sin camisa era en la televisión. 

 


—Listo—habló desde adentro y pasé de nuevo, observándolo, los jeans le quedaban un poco ajustados, pero no se le veían mal y en cuanto a la camisa de cuadros creo que era lo había sido su talla, porque se le adaptaba como guante. 

 


—Te ves bien—comenté, e hizo un gesto con su boca a modo de mueca. 

 


—No es mi estilo, pero gracias—confesó insatisfecho y entorné los ojos.

 


—Bueno, es mejor que unos shorts rotos y no tener una camiseta, ¿No?

 


—Lo sé, por eso dije gracias, ¿Siempre estás a la defensiva?—preguntó curioso.

 


—¿Con las personas extrañas en mi habitación? Vaya, considero que sí, porque no me esperaba que ayudarte iba a ser tan complicado y de saber lo que iba a pasar después, seguramente me lo hubiera pensado antes de salir al patio—declaré aturdida, porque la verdad era que estaba preocupada por la abuela, y lo que pudiera pasarnos en un futuro si por alguna razón las personas que lo seguían llegaban a casa.

 


—Te entiendo, estás frustrada y no sabes qué hacer, tu abuela se ve que la está pasando mal, pero debes controlar tus emociones—me aconsejó—Tengo una idea, ¿te parece si te enseño a defenderte?, quizás así te sientas más segura—se ofreció y se me hizo una buena idea, aunque suponiendo como lo habían dejado a él y considerando su tamaño lo veía un poco inútil, sin embargo, no podía ser negativa todo el tiempo y debía buscar la forma de como enfrentar el problema. 

 


—Ok, pero lo dejaremos para mañana, la abuela está dormida y no quiero que se despierte—le expliqué y asintió 

 

 

 

***

 

 

 

—Bien, ponte en guardia como te enseñé—su voz sonaba autoritaria y me irritaba, odiaba cuando alguien me ordenaba que hacer, pero tenía que obedecer si quería aprender que defenderme. Por lo cual, levanté los brazos en la posición que me explicó y tense los codos cubriendo mi rostro en la guardia arriba. Perfecto, ahora la posición de los pies, uno adelante y otro atrás, levemente debes ser muy rápida, no voy a atacarte, solo iré hacia ti y debes retroceder como te explique al único, ¿De acuerdo?—preguntó y asentí nerviosa, tenía miedo no podía negarlo, pero debía dejar todos esos sentimientos y guardarlos en una caja para poder concentrarme. 




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