Mi Maravilloso Hombre Lobo

Capítulo 6. Compañeros predestinados

 

 

Apenas llegaron al edificio de la manada, Marcos buscó a María para que le mostrara la habitación donde se quedaría Priscila. Luego se fue junto a Brando al estudio, pues tenían muchas cosas de qué hablar.

Ya estando sentado en su silla, le preguntó: ¿cómo la ves?

Brando, a su vez, fue muy sincero al responder, ya que le dijo: está muy bonita; sin embargo, esta no era la respuesta que Marcos estaba esperando de él", ya que de inmediato le volvió a decir, "No te estoy preguntando por su físico, sino que si notaste algo raro en aquella mujer".

No, nada, solo que era una humana normal, no tiene nada de especial aparte de su belleza y luego dijo, pero creo que te gustó, pues esta es la primera vez que traes a un humano extraño a nuestro territorio.

No es eso, solo que me pareció extraño que sea la única persona, a la cual no pueda entrar en sus pensamientos y así saber qué es lo que quiere, peor aun cuando estaba tratando de inmiscuirme en su mente y sentí una barrera difícil de penetrar.

Era como si tuviera una pared de concreto y cuando intenté entrar, me dio una sacudida que me dolió hasta la cabeza.

Eso me pareció demasiado extraño, por ese motivo la traje para investigarla mejor y saber quién es ella en realidad.

La verdad es que me siento un poco inquieto desde la primera vez que la miré y hay algo en ella que me hace dudar, si en realidad es una simple humana normal como aparenta ser, le respondió Marcos un poco pensativo todavía.

Además, está que no fui capaz de ignorarla cuando miré como aquellos hombres querían violarla. Fue tanta mi rabia en aquel instante que casi dejo salir mi lobo delante de ellos y solo con escuchar su voz me calmó.

Esto último que dijiste, si está muy raro, le respondió Brando, luego dijo a menos que sea tu pareja predestinada.

Ella no lo es, le respondió Marcos, más pensativo que antes, pues sabía que su raza no podía tener a una humana como su destino; además, si ella fuera su compañera, lo sabría desde el momento que la conoció; sin embargo, no sabía por qué se sentía un poco nostálgico al pensar en esto.

Después de que Brando se fue, de inmediato fue hasta la habitación de invitado que le habían dado a aquella mujer y por más que tocó a la puerta, nadie le respondió. Luego, sin su permiso, abrió la puerta, y cuando entró pudo ver que se había quedado dormida después de haberse dado un baño.

Parecía que estaba muy cansada, ya que ni siquiera se había secado el cabello y todavía llevaba la bata de baño.

Él se acercó a ella y comenzó a mirarla de arriba abajo, luego con sus dedos ásperos comenzó a tocarle su mejilla muy suavemente, bajando su dedo por el cuello, a lo que ella se movió un poco y quitó su dedo de ella. En ese instante se preguntaba qué estaba haciendo: ¿acaso era un pervertido?

Después de hacerse esta pregunta, la tapó con una manta, pues solo llevaba puesta la bata de baño y salió de la habitación un poco sofocado.

Cuando había pasado el mediodía fue que se despertó Priscila y eso era porque sentía mucha hambre, pues desde la noche anterior no comía nada y cuando abrió sus ojos recordó lo que había pasado, de inmediato se incorporó.

Luego buscó con qué vestirse y después de haber encontrado un vestido que le habían dejado en su habitación, se lo puso y salió a buscar algo de comer. 

Después de comer algo, ahora si pedir prestado un teléfono y llamar a su casa, ya que ahora mismo deberían de estar muy preocupados por su desaparición repentina, pues no había llegado a dormir y ni siquiera había llamado avisándoles que estaba bien.

En su camino se encontró con María, la cual se dirigía a su habitación para despertarla y que bajara a comer, porque ya la estaban esperando en el comedor.

María la acompañó al comedor donde ya estaba Brando y Marcos esperándola para almorzar, y antes de que ella saludara, escuchó como su salvador le decía: siéntate, que ya hemos esperado mucho por ti para comer.

Ella, en su mente, se preguntaba, ¿Acaso les pedí que me esperaran? Tranquilamente, podían comer sin ella, ni porque hiciera parte de esta familia; sin embargo, solo lo pensó en su mente, pues no fue capaz de decirlo en voz alta.

Priscila, que lo único que tenía eran ganas de comer y acabar con todo lo que había en aquella mesa, solo se sentó y comenzó a comer sin decir nada y los otros también comieron en silencio, si no fuese porque ella tenía tanta hambre, se hubiese sentido muy incómoda comiendo con ellos dos.

Antes de terminar con todo lo que le habían servido, tanto Marcos, como Brando, se levantaron de la mesa y se fueron dejándola aún con la cuchara en la boca. Todavía no había terminado sus pensamientos, cuando los sirvientes ya estaban levantando la mesa. Acaso esta era una forma de decirle que ya no podía seguir comiendo más, pero ella todavía tenía hambre.

Priscila solo los miró con una cara de pocos amigos, pues parecía que no miraban, que ella todavía seguía comiendo, para que levantaran la mesa.

Al ver esto, tiró el tenedor al plato con un estruendo, pues pensaba que tanto el dueño de la casa, como los sirvientes, eran un mal educados, así que solo se levantó y fue en busca de su salvador y así ver si le podía prestar su teléfono y hacer una llamada, para poder volver a su casa.




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