Mi Más Bella Canción De Amor

Capítulo 7

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Cristy estaba en la cocina de su casa, conversando con la familia mientras cenaban.

— Vimos la presentación por internet. — Dijo la abuela Raquel. — ¡Estuviste fabulosa! Me emocionó mucho ver cómo la gente aplaudía y cantaba contigo.

— Apenas se supo que Xty estaba ahí, el local se llenó a reventar. — Dijo su papá, mientras tomaba su taza de café. — Creo que yo estaba mucho más nervioso que ella pero, la verdad, me sorprendió lo bien que manejó todo y lo rapidísimo que logró salir sin que la identificaran. Mucha gente se quedó esperando a verla salir por la puerta principal, creo que nadie sabe que hay una salida por atrás.

— De cualquier manera, me temo que la próxima semana va a ser más complicado. — Negó Gustavo. — Como ya se sabe que va a regresar a ese lugar, va a ser muy difícil que logre entrar sin que la intercepten, supongo.

— Es lo mismo que yo estaba pensando. — Asintió Cristy. — ¿Qué podemos hacer? Ya dije que iba a ir, no sé si fue demasiado atrevido anunciarme.

— No, tranquila. — Dijo su mamá, palmeándole la mano con cariño. — Vas a llevar tu papá de guardaespaldas. ¿De acuerdo? Ahora entrarás por la puerta de atrás, irás maquillada, pero con lentes oscuros y sin peluca. Llegando, te cambias de ropa y sales a actuar, mientras tu papá te espera para que vuelvas a salir acompañada por él.

— Estoy de acuerdo con tu mamá. — Asintió Raquel, una de las abuelas. — Tu papá está altotote, puede intimidar a cualquiera que se te acerque.

Adela, la otra abuela, soltó una carcajada.

— Le doy la razón. Mi hijo puede asustar a quien no lo conozca, aunque en realidad sea una perita en dulce.

Todos rieron divertidos mientras Alejandro trataba de negar lo dicho por su madre, aunque también acabó riéndose.

Terminaron de cenar y todos se despidieron, mientras Cristy y su hermano se quedaron revisando en la computadora los mensajes y comentarios de los seguidores en cuanto a su inesperada presentación en público.

— Nunca falta algún “hater”. — Dijo Gus mirando la pantalla. — Pero prácticamente todos los comentarios son estupendos. Algunos se quejan de que no les dio tiempo de llegar, que están lejos o en otra ciudad, pero que les hubiera encantado estar ahí. Que ojalá te presentes en otros lados.

Cristy negó.

— Lo dudo mucho. — Dijo con un suspiro. — Me siguen temblando las rodillas, te lo aseguro.

Gustavo sonrió y palmeó la mano de su hermana con cariño.

— Pero lo hiciste genial. Estoy muuuuy orgulloso de ti, en serio.

Su celular sonó anunciando un mensaje, lo revisó frunciendo el ceño y luego soltó una carcajada antes de entregárselo a Cristy.

Ella lo miró con curiosidad.

Era de Elías. El mensaje decía:

“Esto es para tu hermana”

Y, a continuación, había una foto de él, sentado en el sofá de su casa, viendo la televisión, con la guitarra de Cristy al lado del joven, mientras él la abrazaba.

Ella se sorprendió y, sin poder evitarlo, también soltó una carcajada.

Otro mensaje llegó en ese momento y lo leyó con curiosidad.

“Al parecer, es la única manera que tengo de convivir con Cristy”.

La joven volvió a reír y le devolvió el teléfono a su hermano, negando divertida.

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Al día siguiente, Cristina estaba trabajando con su mamá en la oficina de Lucy, cuando llegó Celia revisando la agenda.

— Tenemos una novia que desea cita para un diseño. — Dijo la mujer.

— Tengo tiempo libre. — Dijo la joven a su mamá. — ¿Y tú?

— También. — Asintió Lucy, luego se dirigió a la asistente. — Llévala a la sala de diseño, ahorita vamos.

Celia salió y Cristy revisó su celular, pues le llegó un mensaje. Al verlo, soltó una carcajada. Era una foto de Elías, desayunando acompañado de la guitarra de la joven, a la que había colocado en una silla frente a él y tenía su propio plato enfrente.

Marcó el número de su hermano y cuando este le respondió, volvió a reír.

— ¡Este idiota me va a estar atiborrando de mensajes para ti! — Se quejó su hermano, apenas respondió. — ¿Qué carajos hago?

— Pásame su contacto. — Dijo la joven, antes de cortar la llamada, mientras sonreía ampliamente.

— ¿Qué pasa? — Preguntó su mamá, con curiosidad.

— Pues, al parecer, pasé la noche con el chico del café y ahora estoy desayunando con él. — Dijo Cristy a las risas, mostrándole el teléfono a su mamá.

La mujer miró las imágenes y abrió mucho los ojos.

— ¡Válgame Dios! — Exclamó sorprendida. — ¡Vaya manera de cortejarte!

— Bastante original. ¿Cierto? — Dijo la joven dirigiéndose a la puerta, seguida por su mamá.

— Me gusta. — Asintió Lucía.

Cristina no dijo nada, pero pensó que a ella también le gustaba... ¡Y mucho!




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