Capítulo 10.
|Fabianne De la Torre|
Mierda.
¿Cómo es que se me olvidó la llave?
Bueno, no creí que la puerta se fuera a cerrar, a decir verdad, maldigo a todo lo que conozco, suspiro y abro los ojos, me encuentro con su mirada azulada.
—¿Ya te calmaste? —pregunta retóricamente.
Sí, bueno, puede que cuando caí en cuenta de que estaba encerrada con Miller en un armario, en un edificio vacío, un viernes por la noche y sin forma de salir o comunicarnos con alguien haya enloquecido un poco y haya comenzado a intentar abrir la puerta de forma desesperada con cualquier cosa y él haya tenido que cargarme y alejarme de la puerta a la fuerza, solo puede.
—Sí —murmuro ligeramente avergonzada.
Normalmente en mis berrinches estoy sola no con la persona que más me juzga y me tira de caprichosa y ahora se lo acabo de confirmar, genial, tampoco es como si me interesara demasiado su opinión, pero no me gusta la idea de confirmar una idea errónea que tenga de mí.
—No es tan malo estar conmigo —dice resentido —casi parece que te voy a hacer daño de lo desesperada que estás por irte.
—Aarón, no quiero estar aquí.
—¿Crees que yo sí?
Suspira.
—¿Qué hacemos? —pregunto —¿Enserio te dejaste tu celular?
—Fabianne, créeme que mi plan ideal del viernes por la noche luego de ganar un partido no es pasarla contigo encerrado en un armario, si fuera afuera me lo pensaría, pero en este armarito no.
Bufo y tomo mis coletas, juego con ellas, gracias al cielo vine con ropa cómoda al partido, traje ropa en un bolso y lo dejé en mi casillero, no quise traer coche, iba a coger taxis, planeaba cambiarme en el baño, iba justo a por mí bolso cuando mi celular se apagó y Miller me pidió que lo ayudara, gruño.
Lo miro y parece tan aburrido como yo, me acerco a él, me observa con curiosidad, estiro mis palmas envueltas en guantes, hace demasiado frio.
—Bonitos guantes —dice sin entender por qué estiro mis manos.
Ruedo los ojos.
—Juguemos —alzo y bajo las cejas —choca los cinco con ambas manos —lo hace —choca tus manos...alza la mano derecha, la palma abajo, la mano izquierda bájala, palma para arriba... Chócalas con las mías...
Sigo explicándole y le agarra el ritmo rápido, es un juego que nos entretiene 10 minutos, después de eso jugamos a go go, eso nos dura 20 minutos, pero teniendo en cuenta que lo más probable es que salgamos por la mañana cuando vengan a limpiar los pasillos no son opciones que nos ayuden.
Me siento a su lado apoyando mi cabeza en la pared.
—Vamos a morir —dramatizo.
—Que drama contigo.
—Es que estoy aburrida, Miller.
—Juguemos a las preguntas.
—Mejor cuéntame algo y yo te escucho, me da pereza hablar —suspiro dramáticamente, lo escucho sonreír.
—Mis hermanas son unas rompe corazones —lo miro interesada por el inicio de su relato —literalmente destrozaron a sus ex novios, Azul dejó a Nate y se fue, tiene otro novio en California y el pobre hombre sigue sufriendo luego de un año. Aracely se fue a Francia y ni se despidió de su novio.
—Así que eso de jugar con los sentimientos es de familia, eh.
Me mira mal, sonrío, divertida.
—¿Sigues con eso?
—Ey, que Amy me odie no quiere decir que no te odie por lo que le hiciste.
Se queda en silencio un largo segundo, suspira y siento como asiente a mi lado. Volteo y miro su perfil.
—Es más complicado de lo que crees, Elfo —traga —no soy tan malo como crees.
Ladeo la cabeza.
—¿Por qué lo dices?
—A mí no me gustaba mentirle, pero mi familia es muy peligrosa y decirle mis secretos a Amy era decir los de mis hermanos y padres, eso no lo podía hacer, la hubiera puesto en peligro y eso es algo que nunca me perdonaría.
Mi boca se queda seca al escuchar su voz derrochando honestidad.
—Amy no entendía que si le contaba la ponía en peligro, ella es una persona limpia, está en esta mierda de escuela de criminales por la beca, pero tú y yo sabemos que el 85% de estas personas están involucradas en cosas sucias, nosotros incluidos.
Trago y vuelvo a recostarme en la pared, realmente este mundo es una mierda, yo me alejo lo más que puedo, pero no sé qué tanto está involucrado Miller, a Amy nunca la llevaba a mi casa para que no se topara con mi padre.
—No elegimos esto, Miller.
Asiente, sé que él también a veces se replantea todo, pero, aunque no queramos estamos muy metidos en esto como para salirnos como si nada, somos menores de edad y no hay algo que podamos hacer.
—Amy no siempre ve las cosas con claridad, al contarme como fueron las cosas las decía con mucho dolor, pero ahora no sé qué pensar. No solo la dejaste por eso ¿no?
—Su abuela me lo pidió —confiesa en un susurro.
Ya lo sé, pero dejo que me lo diga.
—Teresa me dijo que si no la amaba la dejara, Amy no lo sabe.
Asiento, suspira y voltea a mirarme.
—Lo sabías ¿no?
—Más o menos, Tere me dijo algo, pero no completamente —miento.
—Cuéntame tu algo.
—Que pereza.
—Elfo...
Gruño y bostezo, anoche no dormí bien y estoy algo cansada, se supone que el alcohol quitaría mi sueño, pero estoy muy sobria y cansada.
—No sé qué contarte...
Todo lo que me rodea es malo o triste, no quiero contarle algo así a Aarón y no sé por qué.
—¿Color favorito?
—Todos —sonrío —no tengo uno en específico, simplemente amo todos los colores, me gusta vestir coloridamente.
—¿Siempre te ha gustado la ropa?
—Sip, desde pequeña veía series de época y amo la ropa que había antes, casi toda mi ropa es de tienda de segunda mano con ropa actual de tendencia, trato de buscar mi estilo.
—La cola alta, el delineado de gato, botas con tacón, bolsos rectangulares y los lentes de sol son lo tuyo, nadie se atreve a usarlo, las chicas van muy simples, nunca usan lo mismo que tú, saben que no le quedarían la mitad de bien que a ti.