Capítulo 15.
|Fabianne De la Torre|
Portland-Oregón EE.UU/ viernes, 11-12-2015.
—¡¿Cómo es eso de que se cancela el viaje?! —ese es el chillido que suelto al llegar a la mesa del almuerzo.
Aarón besa mi cien como saludo.
—Así dicen —suspira dramáticamente, Peter —las tormentas están demasiado fuertes y los dueños de la cabaña dijeron que si siguen así para la otra semana se cancela todo, lo que es probable ya que en nuestra querida ciudad siempre parece que el cielo se va a caer o quedaremos todos enterrados por la nieve.
—Yo amo a esta ciudad —frunzo los labios —pero amo más esos viajes, ojalá y todo se solucione por una vez.
Maldigo por lo bajo.
Alzo la mirada y no puedo evitar enfocar la mesa en la que Amy y Brad comen, no hablo con ella desde aquel día en el que Aarón la enfrentó hace casi mes y medio, con Brad solo hablo por texto, prefiero que se así. Mi mirada se topa con la de Amy, me tenso a la expectativa, esperando alguna seña de desagrado o que me insulte, pero solo me da una sonrisa triste, me sorprendo, pero no digo nada. ¿Ya no me odia?
—¿Qué vez, elfo?
Sigue mi mirada y veo como sus cejas se alzan un poco cuando Amy no suspira, simplemente asiente como saludo hacia nosotros y aparta la mirada.
—¿Acabas de ver lo mismo que yo? —pregunto sin aliento.
—Ya pasaron casi 4 meses, ya era hora de que me superará —suspira y sigue comiendo.
Golpeo su brazo y se queja.
—No idiota, no me mira con odio.
—Oh, eso dejó de hacerlo hace unas 2 semanas —se encoje de hombros, indiferente —noté que te mira cuando estás distraída, te extraña, se nota, pero está sanando su herida, cuando se sienta preparada se acercará.
Volteo a mirarlo con la boca abierta.
—¡¿Notaste eso hace dos semanas y recién me dices?!
Me mira y se encoje de hombros.
—Recién se dio la oportunidad.
Sigo boquiabierta, quiero gritar, pero estoy más desconcertada por su despreocupación que enfadada por su falta de tacto.
¿?¿?¿?
Entro a casa y dejo las llaves en el recibidor junto a mi bolsa, estoy por ir a la cocina cuando escucho unos pasos que reconozco bien. Me cago en la puta.
—Fabianita —canturrea y mi mundo se cae a mis pies.
Trago y volteo.
—Abuela —saludo.
—¿Dónde está tu papi?
Ladeo la cabeza y envés de ser sumisa y amable le respondo como siempre quise.
—No tengo ni puta idea —sonrío con pesar.
Jadea y su expresión endurece.
—¡Mocosa malcriada! ¡Ya verás cuando tu papi vuelva!
Arqueo una ceja.
—Lo dudo, abuela —digo de forma despectiva.
—¿Y a ti que demonios te sucede? ¡¿Desde cuando eres tan malcriada, mocosa estúpida?!
—Desde que no me pueden hacer nada, no tengo porqué fingir que te tolero, vieja estúpida —abre la boca, escandalizada al escuchar como le hablo, se acerca para golpearme, pero detengo su mano en el camino. La miro a los ojos y siseo — yo que tu no me atrevería a ponerme una mano encima, pregúntale a mi papi que va a pasar si lo hacen. No te acerques a mí, Emilia.
Paso por su lado y toma mi cola de caballo, tira de mi cabello, arqueo la espalda, me mira a los ojos.
—¿Quién demonios te has creído?
En otra ocasión hubiera esperado a que se cansara de sujetar mi cabello y hubiera guardado silencio, pero no pienso permitir que me maltrate y más sabiendo que tengo a Aarón protegiéndome.
Tomo su mano en mi cabello y con una fuerza sorprendente hago que me suelte, me yergo y giro su mano, chilla y lloriquea, pero tan solo la observo.
—No te lo vuelvo a repetir, Emilia —aprieto la mandíbula, veo que va a regañarme, pero aprieto más su mano — No. Te. Me. Acerques.
La suelto y la escucho maldecirme de todas las formas que sabe, no me ofendo, ya perdí la cuenta de cuantas veces la insulté en mi mente, tomo mi bolso y llaves y me voy, no voy a estar en un lugar donde esa vieja esté.
Estaciono frente al edificio en el que vive Alura, maldiciendo por lo bajo voy al elevador y le saco el dedo a la puerta cuando tarda en cerrar. Dando pisotones voy a su departamento y entro con la llave que tengo, escucho su voz en el living así que voy hablando mientras camino hacia allá.
—¡La odio! ¡Alura! ¡De verdad odio a la vieja esa! ¡Emilia me quiso golpear! ¿Lo puedes creer? ¡Pero esta vez no me dejé! Aunque tiró de mi cabello, pero creo que me rompí la muñeca o algo así. ¡Pero igual! ¡Ugh! ¡Que insoportable mujer! ¡Es despreciable! ¡LA ODIO! ¡ODIO QUE SEA MI ABUELA!
Gruñendo entro al living donde unos ojos azules que conozco bien me devuelven la mirada, mi cuerpo se tensa aún más. Miro a todos y en mis labios se forman una sonrisa avergonzada.
—No sabía que estaban acá —me justifico con mejillas sonrojadas.
Daniel, Eugene, Evan, Aurora, Alura, Andrew y Aarón me miran.
Aarón me estudia con la mirada y arruga su nariz, en una pregunta silenciosa, niego.
—Perdón por interrumpir, luego hablamos Alura.
Esto es incómodo.
Estoy por darme media vuelta cuando toman mi mano, volteo y Aarón me guía al sofá donde me hace sentarme en sus piernas, me abraza por la cintura y yo me recuesto en él.
Siento las miradas, volteo y todos tienen los ojos abiertos de par en par, menos Andrew que ya está acostumbrado a esto.
—¡¿Disculpa?! —chilla mi prima, la miro sin comprender del todo.
—¿Qué?
—¡¿Qué?! ¡Eso! —nos señala completamente —¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¡¿Ah?!
Me sobresalto y noto como Aarón se tensa.
—Sucedió hace mes y medio —dice Andrew, divertido de la estupefacción de todos.
—Es una larga historia —sonrío divertida, olvidando por un momento a mi abuela.
Me señala totalmente ofendida.