Mi novio de alquiler

Capítulo 2: Un sábado “diferente”

Capítulo 2: Un sábado “diferente”

Sabía que el día iba a ir mal cuando a primera hora de la mañana recibí una llamada de mi exesposo. Para él, éramos dos buenos amigos y parecía haberse olvidado de todo lo que me había hecho. Mi familia decía que yo no tenía dignidad, pero la verdad, es que no puedo darme el lujo de tener una mala relación con él cuando tenemos un negocio en conjunto.

—Ya son treinta —me dice con voz cantarina y yo en mi cabeza grito «ni me lo recuerdes». —La verdad es que me alegro mucho por ti Mary, sin duda me hará muy feliz verte luego de tanto tiempo.

Suelto todo el aire que estaba reteniendo. Gracias a los dioses, que ese hombre malnacido no puede ver mi cara.

—Lo mismo digo, sí —miento de forma descarada. —ya no puedo esperar.

Y sí, quizá añadir aquello no era necesario, pero cuando intento mentir suelo hablar de más. Me muerdo el labio, tratando de evitar decir demasiado, pero por suerte el retoma el ritmo de la conversación.

—¿Harás algo especial hoy?

Pienso durante algunos segundos mi respuesta.

—Saldré con unas amigas —silencio total— Y… con mi novio.

—¡Oh! ¿En serio? Vaya Mary, me alegro mucho por ti. ¿Novio? No sabía que tenías uno, seguro debe ser un gran hombre.

—Así es —digo sintiendo que mi corazón marcha a un ritmo frenético. —Bueno Diego, tengo cosas que hacer así que…

—Sí, sí, entiendo. A pesar de todo Mary, te quiero, no lo olvides.

—Gracias, adiós —es todo lo que digo antes de colgar. Sin duda, Diego es el hombre más descarado que existe. Es un cabeza dura sin remedio. Lo peor del caso, es que de un modo u otro, continúa arruinando mi vida.

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Stefany, Cateherin y yo, nos encontramos en una discoteca. Al mediodía tuve un almuerzo en casa de mis padres, no ocurrió nada digno de contar y en la tarde, fui a una peluquería a hacerme un tratamiento hidratante en el cabello. Ya para la noche, cené algo ligero y luego me bañé para alistarme para la salida.

Me incliné por usar un vestido negro con un hombro descubierto, pero que del resto era bastante recatado. Peiné mi cabello hacia un lado, y lo dejé suelto intentando hacer algunas ondas naturales con los dedos. Como parecía no funcionar, usé mi plancha, para así otorgarle un toque diferente a mi melena la cual llegaba unos cuantos centímetros por debajo de mis hombros.

Detallo a Stefany quien parece una modelo de pasarela con su cabello corto y su rostro envidiable. Lleva un vestido diminuto que resalta sus largas piernas y unos tacones que hace que Cateherin y yo parezcamos dos seres diminutos. Mi otra amiga, Cat, también va de vestido, pareciera que nos pusimos de acuerdo. Se trata de uno blanco strapless que a pesar de ser sencillo moldea bien su cuerpo. 

Juntas somos el trio de amigas de universidad y la verdad es que aunque el tiempo ha pasado, nuestra relación se ha mantenido a pesar de todo. Ellas han estado para mí en mis peores momentos, al igual que yo he estado para ellas. Nos encontramos sentadas en un área un tanto apartada en la que la música no se escucha tan alto.

—¿Te fuiste a depilar como te recomendé? —me interroga Stefany evaluándome de arriba abajo.

—No iba a someterme a semejante dolor sin tener seguridad de nada —respondo tomando un sorbo de mi mojito.

Mi amiga rueda los ojos y cruza los brazos.

—¿Te has visto en un espejo? ¿Qué más seguridad buscas para llevarte a un hombre a la cama?

—No me interesa llevarme a cualquiera a la cama, al menos tiene que gustarme.

—Bueno, donde hay pelo hay diversión —canturrea ella guiñándome un ojo y no puedo evitar sonrojarme un tanto avergonzada.

—Como la única mujer casada del grupo, les pido que controlen sus hormonas fieras —comenta Cat pasando su mirada de una a la otra. —Terminemos estos mojitos y vamos a bailar que la noche es joven. ¡Salud!

Las tres juntamos nuestros vasos y bebemos tragos largos hasta que por fin terminamos todo el contenido del vaso. Yo, no soy buena con el baile, pero sigo a mis amigas hasta la pista y comienzo a moverme como tía solterona en una fiesta de adolescentes. Muevo mis manos a la altura de mi pecho y hago muecas con cada movimiento ante lo cual Cat y Stef no paran de reír.

La verdad es que comienzo a divertirme, entre las tres formamos un pequeño círculo y nos estamos moviendo con todo. La música llena mis oídos y a pesar de que sé que probablemente estoy haciendo el ridículo, comienzo a sentir el ritmo. Un par de canciones más tarde, un hombre invita a bailar a Stefany y esta accede. Luego aparece otro que invita a Cat.

Cuando creo que será mi momento de regresar a nuestra mesa, se me acerca un tipo más bajo, pero bien acuerpado.

—¿Quieres bailar? —pregunta con una sonrisa de oreja a oreja.

«Conoceré a alguien y me divertiré» me animo en mi cabeza, antes de asentir. El hombre en cuestión, quien durante el baile me grita al oído que se llama Esteban, se mueve bien. Me ayuda a seguir el ritmo y me toca con algo de coquetería la cadera.



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En el texto hay: superacion, jefa, alquiler

Editado: 30.07.2021

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