Mi novio de alquiler

Capítulo 4: En busca de un novio en alquiler

 

Capítulo 4: En busca de un novio en alquiler

—¿Por qué no lo mandaste a comer caca? —interroga Cateherin por llamada, porque sí, la llamé para contarle. No me podía concentrar teniendo aquello en la cabeza.

—Ya sabes porqué, está en juego la empresa.

—¿Y es que la empresa vale más que tú? Si estuviese en tu lugar, pondría a ese idiota en su sitio. Te desgració la vida y todavía tiene el descaro de pretender que son mejores amigos.

Bufo.

—De momento solo necesito un novio Cat, no que me juzgues.

—Pues me cansé de presentarte a los amigos de Joaquín y no pusiste de tu parte amiga, tampoco soy milagrosa.

—Estuve pensando… en alquilar un novio.

—¿QUÉ? —grita al otro lado de la línea. — ¿Un gigoló? ¿Estás loca?

—No a un gigoló, a un novio de alquiler. Llevo un rato buscando y hay una página de Facebook…

—María Paula, ni creas que te voy a apoyar en algo tan descabellado. Lo correcto es que hables con Diego y lo pongas en su sitio. Hasta que no suceda eso —indica con su voz de regaño —no me llames en horas laborales para hablar de tonterías. Olvida los grupos de Facebook, olvida alquilar a alguien. Tienes 30 años.

Cierro los ojos y tomo aire.

—Como digas Cateherin, no te molestaré con mis problemas.

Creo que ella va a replicar, pero yo cortó la llamada molesta. Si la idea fuese tan tonta como ella dice, no habría varios grupos en Facebook y sitios web donde alquilan hombres. De pronto siento la garganta seca y un dolor de cabeza que comienza a ganar más fuerza. Tomo mi cartera para ir hasta la cafetería más cercana y abandono la oficina.

En la cafetería, pido un cappuccino y me relajo en un asiento que da al exterior. Veo el tráfico de la ciudad, escucho el sonido de los pájaros, las voces de la gente, los gritos. Cuando termino mi bebida, regreso caminando hasta la empresa. Debo ponerme al día con el trabajo, puesto que perdí bastante tiempo buscando sobre hombres en alquiler.

Cuando abro la puerta de mi oficina me encuentro con Archer quien parece estar congelado viendo el monitor de mi ordenador.

—Lo siento yo…

Permanezco estática viéndolo pasmado. Mi empleado se acomoda sus gafas y lleva una mano nerviosa hasta el borde de su suéter gris. Tan solo es un jovencito insolente, pero ¿Por qué me mira de ese modo?

—¿Qué estabas haciendo?— interrogo algo tensa.

—Esta mañana —comienza él a explicarse luego de que su manzana de adán subiese y bajara —me di cuenta de que mi correo no está funcionando bien, así que venía a dejarle mi ensayo. —se rasca la cabeza —se lo traje en un pendrive, pero luego pensé en guardarlo en su ordenador de una vez así que…

—Tocaste mi computadora sin permiso —concluyo por él.

—Señora María Paula yo…

—Deja el pendrive en mi escritorio y sal de la oficina Archer. No vuelvas a entrar sin mi autorización y por favor dille a Ana que nadie puede entrar aquí si no estoy. ¿Entendido?

—Sí señora.

Lo veo avanzar en dirección a la puerta con la vista clavada en el suelo. La verdad es que Archer aparenta ser tan solo un niño. Siempre está retraído y de todos los redactores es el menos sociable. Sin embargo, es muy bueno en su trabajo. Si mi regaño no fue más fuerte es porque es muy productivo. Además, en los cinco meses que lleva trabajando, esta es su primera falta.

—¿Señora? —me llama desde la puerta. Sus mejillas se ven algo rosadas.

—¿Si?

—Nada, ya me dirá cuando vea mi ensayo.

Cuando tomo asiento en mi silla y fijo mis ojos en el ordenador, caigo en cuenta del porqué la mirada de terror de Archer. Todas las pestañas donde estaba investigando sobre novios en alquiler están abiertas. Maldigo para mis adentros y el dolor de cabeza que estaba por desaparecer, vuelve a manifestarse. «¿Y ahora qué haré?».

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En horas de la tarde evalúo el ensayo de Archer y la verdad es que no tengo mucho que corregir. Ahora, tengo rato mirando su escrito no porque busque errores, ya chequeé que todo está bien, sino que le doy largas a tener que verlo a solas. Pero bueno, como dice el dicho «al mal paso mejor darle prisa», así que llamo a Ana para que le avise al susodicho que venga a mi oficina.

Un minuto más tarde, escucho que tocan la puerta.

—Adelante —es todo lo que digo mientras me acomodo en mi asiento. Archer ingresa a paso lento a la oficina y cierra la puerta tras de sí con los ojos clavados en sus zapatos. —Puedes sentarte —añado al ver que él no se atreve a moverse.

Luego de que toma asiento, comienzo a hablar.

—Primero, aquí tienes tu pendrive. ¿Vino el técnico que iba a revisar lo de tu correo? —inquiero a lo cual él asiente —Bien. En cuanto a tu ensayo, todo está bien. Solo vi uno que otro error en materia de tiempos verbales, pero supongo que es algo que podrás corregir para la próxima. Ahora —digo sin saber cómo continuar, me llevo una mano al cabello para acomodar un mechón que se pegó a mi mejilla —¿De casualidad viste lo que estaba abierto en mi ordenador?



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En el texto hay: superacion, jefa, alquiler

Editado: 30.07.2021

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