Mi novio de alquiler

Capítulo 8: Rumores en el trabajo

Capítulo 8: Rumores en el trabajo

Si se quieren infundir rumores en algún lugar la respuesta es simple, fingir que algo se oculta. Así que si Derek y yo queremos sembrar algunas semillas en el terreno, tenemos que pretender que no queremos que nuestro “romance” salga a la luz.

Hoy es viernes y tanto mi empleado como yo, iremos al trabajo. Iremos en mi carro y lo dejaré justo en la esquina de la calle de la empresa. Él tiene que bajarse del auto a paso apresurado y moverse con la cabeza gacha. Por otro lado, Archer estrenará su nuevo look frente a todos. ¿Qué pasará? Pues supongo que es lo que descubriremos.

Ayer, por la tarde no quise molestarlo demasiado. No quería sobrecargarlo, además, para eso tenemos el fin de semana.

—Archer —le grito desde la puerta de mi apartamento —llegaremos tarde. ¿Será que puedes apurarte?

—Voy —replica él también en un grito y yo miro mi reloj. El paso uno del plan no tendrá sentido si nadie lo mira bajando de mi auto.

—¿Se puede saber qué tanto hacías? —cuestiono cuando sale y tras cerrar caminamos a paso rápido hasta el ascensor.

—Me ponía las lentillas —comenta detrás de mí.

Suspiro.

—Mañana levántate entonces más temprano.

—Pero mañana no tenemos trabajo.

—Sí, pero para que vayas practicando. Así creas un hábito.

—¿Me pagará horas extras por explotación laboral?

—Ja, ja, ja —respondo cruzando los brazos. ¿Desde cuándo me respondía? En su hoja de vida había olvidado de incluir altanería y generar molestia a la autoridad.

Una vez en el auto pues conduzco lo más rápido que me lo permite el ajetreado tráfico de la ciudad. Yo, María Paula Jiménez Abal, no soy de llegar tarde. Si algo me define es ser puntual por excelencia.

—Preparé unos sándwiches —le digo con la mirada en la carretera —hay uno para ti y uno para mí. Eso sí —le advierto al ver por el rabillo del ojo que tomaba la bolsa para comérselo —no te lo comas aquí, no quiero que se llene de migas mi auto.

—Como diga general.

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Tenía que hacer una corrección de un eBook que tenía unas 20 mil palabras. Era un trabajo importante, así que no lo podía delegar. En eso se fue mi mañana. Me encontraba frente a mi ordenador con los hombros encorvados y sintiendo que se me iba la vida en aquello. En ese momento, recibo un mensaje que ilumina la pantalla de mi smartphone.

“Mañana me caso, ¿estás segura de que no podrás venir? Sería una verdadera lástima que te lo pierdas. Después de todo, gracias a ti es que estoy donde estoy Mary”.

—Muere —le digo a mi teléfono cuando veo el remitente. De verdad que en el mundo Diego es el límite del descaro. Están los súper descarados y luego sigue Diego. ¿Cómo acabé con él? A veces yo también me pregunto cómo pasó eso. Pero, digamos que la respuesta es que me conquistó en una época en la que no tenía claros mis ideales.

Además, a pesar de que no fue el primer hombre que se fijó en mí, si fue el más detallista y aquel que parecía escucharme. Recuerdo eso, como parecía que él se la pasaba bomba mientras hablaba. Eso me enamoró, que fuese el primero al que le interesaba más escucharme que desnudarme. Quizá ese fue mi error.

“Me temo que aunque quisiera no podré, pero mucho éxito. Sé que todo saldrá bien, no será tu primer matrimonio, ya tienes práctica”.

Eso le respondo a lo que él contesta.

JAJAJAJAJAJA definitivamente no pierdes el sentido del humor Mary. Gracias por tus buenos deseos. Nos veremos entonces pronto :*”

Trago saliva cuando veo su respuesta y luego reparo en la hora. Ya son las doce, así que llegó el momento de almorzar. Si Derek va a seguir el plan, en poco tiempo debería estar ante mi puerta y en efecto, eso ocurre.

—Adelante —digo cuando escucho el toque. Él ingresa y cierra. Mi corazón se altera cuando detallo su apariencia. Vaya que sé que soy inteligente, pero en él creé una obra de arte. Aquel hombre es colirio para mis ojos a pesar de que podría sacarme canas verdes —y las canas aparecen de cuando en cuando así que ese sería un problema—.

—¿Quieres que almorcemos juntos amor? —pregunta en voz más alta de lo normal ante lo cual yo sonrío.

—Claro mi vida —respondo siguiendo la actuación —ansío comer contigo… O comerte, mejor dicho —añado y suelto una risita fingida. Tanto Derek como yo estamos rojos de la vergüenza y nos cubrimos la boca para no estallar en carcajadas. Si todo va según mi análisis, algún empleado chismoso debería estar pegado a la puerta escuchando. ¿Creen que no? En esta empresa si algo mueve a la gente es el chisme y se los digo yo, que fui el objetivo de esos susurros durante un buen tiempo.

Me levanto y me acerco hasta Archer. Lo tomo por el brazo para acercar mi boca hasta su oreja.

—Sal ahora como quien no quiere la cosa y me esperas en la salida. Iremos juntos hasta la cafetería que está cerca. Creo que Los de Marketing a veces comen ahí.  —le digo en voz baja.



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En el texto hay: superacion, jefa, alquiler

Editado: 30.07.2021

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