Mi novio de alquiler

Capítulo 9: 5 citas en un día

Capítulo 9: 5 citas en un día

—A despertar, a despertar —digo en voz alta a las seis de la mañana mientras me paseo por la sala viendo a mi empleado plácidamente dormido en el sofá-cama. —Levántate Archer que el día es corto y las tareas son largas —añado, mientras me fijo en cómo su gato se retuerce en la alfombra como si le hablase a él. «Tu sigue durmiendo bestia que no es contigo», le ordeno en mi cabeza.

—¿Qué hora es? —pregunta con voz pastosa cubriéndose con el cobertor.

—Las seis, pero como te dije, “al que madruga Dios lo ayuda”, saldremos a correr.

Se remueve.

—Deme una hora más.

—No Archer, tiene que ser ahora.

Mi novio de alquiler se sienta con pereza y me dedica una mirada cargada de odio. «Demonios, algunos se levantan iracundos en la mañana». Se frota el rostro un par de veces y se mueve con lentitud hasta el baño. Me fijo en su cabello todo desordenado, ni hasta los más guapos se salvan de verse horribles en la mañana.

Me voy hasta la cocina para preparar café. Hago algunos estiramientos y acomodo mi moño. Llevo una licra, una sudadera y mis zapatos deportivos. Debajo de la camisa tengo una faja que de cierto modo, es la que me ha ayudado a darle forma a mi figura. Explicaré este punto, no soy tan amante del ejercicio, pero al menos puedo decir que cuido lo que como.

Me gustan las verduras, consumir frutas y llevar una dieta baja en grasas. También de cuando en cuando, voy hasta la peluquería que me gusta, la cual en líneas generales es un centro estético. Lo tienen todo. Allí, hacen masajes reductivos, reafirmantes, relajantes… Tienen variedad de equipos y la verdad es que Micaela tiene un don de convencimiento increíble.

Por un tiempo tuve como rutina correr a las seis de la mañana, pero entre una cosa y otra, lo terminé dejando. Ahora, con Archer aquí, quiero recuperar ese viejo hábito. Quizá como excusa para nuestra primera cita juntos, o quizá solo para amargarle la vida. Pero sí, se supone que hoy tendremos cinco citas y como resultado de eso, muchas fotos de pareja.

Porque, ¿Toda pareja debe tener fotos no? Pues nosotros necesitamos acumular eso, antes de que llegue mi ex, quien por cierto hoy se estará casando. Ojalá que le de diarrea o que se le enrede la lengua cuando esté diciendo sus votos. Es irónico que Diego se case cuando una vez prometió amarme por toda la vida. ¿Acaso las promesas no valen nada? En fin, no lo culpo… no debería culparlo.

La cafetera suelta su pitido alertándome de que el café está listo y lo sirvo en dos tazas pequeñas y aplico un cubito de azúcar. Archer sale un rato después. Tiene el rostro mojado y el cabello pegado a la frente.

—¿Es obligatorio salir a correr? —me interroga tomando su taza.

—Pues sí, además nos tomaremos fotos de pareja. Pon tu mejor sonrisa.

Minutos más tarde salimos del edificio para empezar con nuestra actividad. Comenzamos con un trote. Yo voy adelante, Archer atrás. Parece que no tiene mucha resistencia física, porque cada vez que me giro se está apoyando en sus piernas con las manos.

Sintiéndome orgullosa de que puedo mantener un buen ritmo, lo dejo atrás mientras aumento la velocidad. Los rayos del sol comienzan a hacer acto de presencia y la brisa fresca choca contra mi cara. A pesar de que la mañana no está calurosa, siento una gota de sudor deslizándose por mi espalda. Corro, troto, camino…

Me detengo al percatarme de que dejé a mi empleado mucho más atrás y lo espero con los brazos cruzados. «Es el momento perfecto de tomar fotos», me digo.

Sacó mi teléfono y le tomo un  par de fotos a mi trabajador quien camina hacia mí como si le hubiesen robado el alma. Está jadeando el pobre.

—Pensé que te ejercitabas —comento con sorna.

—Hago algo de ejercicio —jadea —pero con pesas y así, en el cardio no tengo resistencia. ¿Me tomabas fotos en mi peor momento?

—Necesitamos material para nuestra historia de amor —respondo —ven, necesitamos algunas juntos.

—No soy fotogénico.

—No es una petición Archer, es una orden. ¿Esto es un  trabajo, recuerdas? Además con el corte te ves precioso. ¿Eso querías escuchar?

Mi empleado suelta un resoplido y se coloca a mi lado.

—¿Qué tan cerca debo estar? —pregunta sin atreverse a tocarme.

—Lo suficiente para que sea creíble.

Cuando digo aquello, su mano se aferra a mi cintura y me jala un poco hacia él. La mano que sostiene mi teléfono tiembla con sorpresa e intento disimularlo bajándola para que él no lo note.

—¿Esto es lo suficientemente creíble?

—S… Sí— exclamo con voz aguda y nerviosa. Casi parece que solté un gritito y me sonrojo de la vergüenza. Qué humillante que un jovencito me haga sentir nerviosa. ¡Vergüenza total! —Sonríe —le pido una vez elevo el celular y coloco la cámara frontal. Nos miro a ambos en la pantalla, tanto él como yo estamos colorados y se nos ven los rostros húmedos. Despeinados y sudorosos, es un modo perfecto para gritar en redes sociales que nos ejercitamos como pareja y quizá usar algún hashtag como #Ejercitandoando #Cardio #Empoderamiento #Emprendedores o alguna cosa de esas.



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En el texto hay: superacion, jefa, alquiler

Editado: 30.07.2021

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